SAN FRANCISCO DE ASÍS
(4ª parte)
Entramos en
los tres últimos años de su vida.
En
el 1223 se ha pasado todo el invierno en una nueva redacción de la regla,
pasando hambre, frío y penurias y a pesar de ello está todavía sin terminar. Se
traslada de ermita en ermita para disponer de la necesaria tranquilidad que le
permita meditar y también para evitar que vuelva a pasarle algo a la regla.
De repente rompe su retiro voluntario. Quiere
predicar en Bolonia, la ciudad universitaria más antigua de Europa. Pretende
cantarle las cuarenta a todos los que creen que la ciencia y las teorías
escolásticas están por encima del Evangelio. En el día de la Asunción ha elegido el
tema: “Los ángeles, los hermanos, los demonios”. Habiendo conseguido llevar a
los “sabios”a reconocerse en estos últimos. La multitud que llena la plaza de la Comuna , no se siente
indignada, al contrario, los doctores antes escépticos, se muestran
entusiasmados y también la población común le aclama hasta el punto de que al
final casi consiguen sacarle el hábito a trozos para llevarse un recuerdo de
él.
Antes del capítulo de Pentecostés
de ese año, 1223, la regla es entregada al Papa en Roma. El no puede estar
presente por su delicada salud.
Después
del capítulo, Francisco vuelve a su vida de ermitaño en el Poggio de Bustone en
los Montes Reatinos, en el convento de Subiaco y asiste a la consagración de la
capilla de San Gregorio.
Poggio Bustone
El
día de San Saturnino, el Papa Honorio proclama en la bula “Salet annuere”, la
confirmación de la regla de Francisco. Este acude a Roma solo a recoger la
regla aprobada. Ha sido redactada con un carácter más acomodaticio y que la
idea de su “fraternitas” amplía y generosa ha quedad relegada.
Greccio
Francisco elige para celebrar la Navidad , un pequeño lugar, Greccio, cuyo propietario le ha regalado un trozo de bosque que tiene numerosas
grutas hechas en rocas de toba. En ellas dispone de todo: aprovecha la mayor
para colocar en ella un comedero lleno de paja, introduciendo algunos bueyes y
asnos. A media noche la población se acerca portando antorchas. Francisco
vestido con la dalmática de diácono, lee los Evangelios, cuenta la historia del
nacimiento de
Cristo con tanta entrega que la
gente cree ver de repente una criatura en el comedero rodeada de una áurea gloriosa. Los campesinos
se llevan a su casa la paja del comedero para que proteja a los animales en el
establo y a las mujeres a la hora del parto.
Pesebre de Greccio
El
capítulo de Pentecostés del año 1224
ha sido muy pobre. Se ha instaurado la celebración de
capítulos provinciales, de modo que muchos de los hermanos pueden ahorrarse un
largo viaje. La hermandad se ha convertido en una poderosa orden representada
en todo el mundo, atrayendo cada vez a más hermanos. Pero echan de menos la
alegría, la esperanza, el entusiasmo y la tensión. Falta la despreocupación del
pobre, el ánimo alegre con que era aceptada la penuria, la anarquía de un
cristianismo original.
Elia
tiene un sueño horrible. Un sacerdote, vestido de blanco, le ordena que vaya a
ver a Francisco y le anuncie su muerte, que se producirá dentro de dos años y
que llevaría a este a la presencia de Dios. Cuando por fin se decide a
contárselo, Francisco le dice:
- Puedes estar contento como lo
estoy yo, pues al fin podré estar en presencia de Dios.¡Podré hablarle en tu
favor!.- bromea Francisco, como si le hubiera dado una buena noticia.
Francisco
se toma muy en serio el anuncio de su próximo fin. Se refugia en una cueva del
monte La Verna. Solo
el hermano Leo tiene el privilegio de llevarle cada día un trozo de pan y una
jarra de agua.
Santuario de La Verna
El hermano Leo asegura que vio que en el día
de la Elevación
de la Santa Cruz
el 14 de septiembre, se le apareció a Francisco un serafín con seis alas
llenando la montaña con una luz. El ángel tenía el cuerpo como de un hombre
clavado en la cruz por las manos y los pies. Se posó sobre Francisco y cuando se volvió a elevar, como una bola
luminosa, este vio en sus manos y pies las señales del martirio del Señor y
también que de su costado manaba sangre de una herida abierta que empapaba el
hábito y los calzoncillos. Francisco le impone silencio a su hermano ocultando
sus heridas lo mejor que puede con vendajes.
Después
de San Miguel desciende del monte La
Verna para ir despidiéndose de algunos hermanos. En noviembre
regresa a Portiúncula.
En
el 1225, Francisco arrastra su cuerpo enfermo “como un asno le sacan a palos su
últimas energías”: ya no ahorra sus fuerzas sino que las gasta.
En
marzo vuelve a Portiúncula completamente agotado. Pide como condición para que
lo vea el médico árabe del Papa, que le dejen despedirse de la dama pobre
Clara. Apenas llega a San Damiano para verla, su mal estado empeora y los ojos
le arden como carbones encendidos. Pide una habitación del todo oscura, donde
le asaltan los ratones y le roban las pobres migajas de pan tenía para comer.
Aquí escribe el “Cántico delle creature”, su “Canto al sol" un himno al Dios creador. Ha exigido que le acompañe el hermano Pacífico, no porque no pudiera crear el solo este grandioso poema, sino que su alma necesita disponer de un acompañamiento musical.
El Canto al sol está pensado en primer lugar como canción y a francisco le había gustado cantarlo con una guitarra. La música le alivia el dolor. Elia le reprocha de que nos se enfrenta con la necesaria seriedad a la muerte. Este se ríe de él y hace llamar a los hermanos para presentarle el cántico
San Damiano de Asís |
Aquí escribe el “Cántico delle creature”, su “Canto al sol" un himno al Dios creador. Ha exigido que le acompañe el hermano Pacífico, no porque no pudiera crear el solo este grandioso poema, sino que su alma necesita disponer de un acompañamiento musical.
El Canto al sol está pensado en primer lugar como canción y a francisco le había gustado cantarlo con una guitarra. La música le alivia el dolor. Elia le reprocha de que nos se enfrenta con la necesaria seriedad a la muerte. Este se ríe de él y hace llamar a los hermanos para presentarle el cántico
Se
refugia en Fonte Colombo y allí se someterá en una habitación a la intervención
del cirujano. Este se presenta con dos hierros que calienta en el fuego.
Francisco reza en voz alta: “Hermano fuego, te ruego que seas bueno y amable
conmigo, que moderes tu ardor,¡para que tenga el valor de soportar tu caricia
ardiente!
El
médico le quema la piel en ambos lados, desde las orejas hasta las cejas. El
hierro penetra en la carne reventada casi hasta el hueso. Una vez superado el
horrible procedimiento, francisco bromea aún con su torturador, queriendo saber
“si lo ha tostado lo suficiente”.
En
el 1226 llevan a Francisco de una operación a otra. Todo el mundo quiere ayudar
a este pobre hombre, médicos, curanderos y sanadores, pero lo único que
consiguen es empeorar sus dolencias.
De Fonte Colombo se traslada a San Fabiano, donde dos doctores para curarle los ojos le perforan los oídos. Todo inútil. Se lo llevan a Rieti. Cada vez vienen más médicos a verlo y cada vez se les ocurren nuevos métodos de tratamiento. Francisco acepta con alegría que ejerzan tanta manipulación inútil en su cuerpo. Siempre con buen humor, invita a comer a su torturador principal, el médico sarraceno del Papa, sin haber pensado de lo que le iba a ofrecer: ¿verdura hervida?¿pan seco?¿agua?
Rieti |
De Fonte Colombo se traslada a San Fabiano, donde dos doctores para curarle los ojos le perforan los oídos. Todo inútil. Se lo llevan a Rieti. Cada vez vienen más médicos a verlo y cada vez se les ocurren nuevos métodos de tratamiento. Francisco acepta con alegría que ejerzan tanta manipulación inútil en su cuerpo. Siempre con buen humor, invita a comer a su torturador principal, el médico sarraceno del Papa, sin haber pensado de lo que le iba a ofrecer: ¿verdura hervida?¿pan seco?¿agua?
La
tuberculosis lo ataca, el hígado y el bazo están muy afectados. Francisco pasa la Navidad con sus más
íntimos en Poggio Bustone. Cuando llega la primavera el cardenal Ugolino ordena
trasladarlo a Siena, donde le esperan nuevos médicos famosos.
Siena |
Sus
compañeros desoyéndolo, le cosen un nuevo hábito y otra muda de recambio, pues
sus heridas siguen supurando. Ponen cuidado de no mostrarlas a todo el mundo. A
la llegada a la Toscana sufre una fuerte hemorragia. Los hermanos y el mismo
Francisco creen llegada su última hora, por lo que dicta un testamento a toda
prisa, aunque breve.
Al
recuperarse se lo llevan a Cortona. Allí la hidropesía le ataca, se le hinchan
los pies y el vientre, a la vez que su rostro se consume y la vista le empieza
a fallar.
A
mediados de junio pide su traslado a Portiúncula. Atraviesa Asís en procesión
triunfal, los mojes forman un pasillo de honor y aplauden a “su” Francisco, al
que llevan medio inconsciente por la calles.
Llegado
el 3 de octubre les dice lo que tienen que hacer con él en sus últimos
instantes:
- Cuando veáis que expulso el
último aliento, debéis acostarme desnudo en el suelo y dejarme allí hasta que
exhale mi último suspiro.
Al
atardecer se oye en el aire por encima de la choza de Portiúncula, el trino de
las golondrinas o de alondras. Cuando las sombras de los árboles empiezan a
fundirse con la oscuridad de la noche. Los hermanos inician el canto del salmo
“voce mea…ad dominum clamavi”. Sus amigos lo depositan desnudo sobre el suelo y
la muerte acaba apoderándose de él. Cantan para recorrer con él la “última
milla”. Lo visten con la mortaja de lino
y lo velan hasta que sale el sol.
En la mañana del 4 de octubre, un domingo
dedicado a la Virgen ,
Francisco inicia su último viaje.
En
todos los caminos se agolpa la gente. Nadie ha dormido esa noche. La comitiva
se detiene ante San Damiano y los hermanos elevan el ataúd por encima de sus
cabezas, para que Clara y las hermanas puedan verlo.
Una
vez en Asís, lo llevan a San Giorgio, la iglesia de su infancia, donde será
enterrado.
Basílica de San Francisco de Asís |
En 1228, el 16 de junio, Gregorio IX lo
canonizó antes de los dos años de su muerte.
En
mayo de 1230, el Papa Gregorio IX, Ugolino de Segni, acude al traslado de los restos de
Francisco a la nueva Basílica de Asís, construida por Elia de Cortona.
ANDRÉS MARÍN SÁNCHEZ.