domingo, 12 de marzo de 2017

EL ESCUDO DE LOS BEDOYAS DE ARRROYO DEL OJANCO


   Escudo de armas de la familia Bedoya encontrado en su posesiones de Arroyo del Ojanco
















          Llevaba varios años intentando saber a quién pertenecía este escudo. Siempre que iba por el lugar echaba de menos de no llevar el móvil para poder hacer una foto de él.
         Todo comenzó cuando preparaba la vida de Indalecio Abril para el programa de radio de primeros del año 2013. Y comentar sobre este personaje con Evaristo Pérez, al ser familiar directo de los últimos encargados de las fincas de este señor en nuestro pueblo.
         Al hablar sobre el escudo, Evaristo me decía que podría ser del conde de Romanones. Cosa esta que no pude certificar al no encontrar relación alguna de este político y noble con las posesiones en nuestro pueblo de Indalecio Abril.
         A principio de este verano por fin conseguir la foto del escudo hecha por los encargados de esta finca, especialmente de Isabel Marín Galarzo. E inmediatamente lo comprobé con la descripción que se hacía hace más de quinientos años de él.
         En las Relaciones Topográficas de Felipe II hechas en 1575, en las concernientes a Beas de Segura y en el capítulo 41, decía así:
Mayorazgos no los había en esta villa. Las casas solariegas de los hidalgos y sus armas que parecían haber en ella eran las siguientes:
La casa y linaje de los Bedoyas. Contenía 10 casas de otros tantos vecinos, siendo a saber, la casa del licenciado Alonso de Bedmar Bedoya, de Isabel de Ulloa de Bedoya, de Hernando de Bedoya, de Cristóbal de Bedoya, de Antonio de Bedoya, de Diego Bedoya, de Juan de Bedoya, de los hijos y herederos de Juan de Bedoya. Su solar y descendencia era de las montañas de Cantabria de los valles de Soverón y del Bedoya.  Sus armas eran un escudo de cuatro cuarteles: el primero tenía dos calderos en campo dorado y en medio una bandera. Otro una cruz de Calatrava en campo blanco. Otro cuartel barras cruzadas y doradas en campo colorado. Y el cuarto en campo azul 9 roderas, como apareció en la ejecutoria de su hidalguía.
         Si nos fijamos en el escudo y su descripción de hace algo más de quinientos años, coinciden completamente.
         A continuación intenté comprobar el porqué estaba o aparecía el escudo en este lugar o paraje.
         Siguiendo con las famosas Relaciones encontramos en el capítulo 25, que hablaba de las casas que había en el término, decía así:
“…Las labores de pan llevar, que se podían decir cortijos, declararon que el término de la villa es tierra estrecha y de poca cosecha y así no se nombran cortijos, sino haza y labores, siendo las siguientes:
…Casa y labor de Diego Sandoval y Negrete, vecino de la villa. Está en la parte que dicen Ardachel en los dichos términos. Otra casa y labor de doña Constanza de Sandoval en el dicho Ardachel. Otra casa y labor de Luis Vico en el mismo Ardachel. Otra casa y labor en el cerro Portazgo, de Diego Bedoya. Otra casa y labor de Hernando de Bedoya en el Encinarejo. Así mismo otra casa y labor de Juan de Orozco”…
         Aquí vemos las familias nobles que tenían casas de labor en nuestro pueblo, entonces perteneciente a Beas. Estas dos familias que tenían posesiones aquí, los Sandovales y los Bedoyas, entroncaron entre sí poco después de estas Relaciones.
         Empecemos con los protagonistas de esta unión:  
Don Sancho de Sandoval y Negrete, nacido en Beas de Segura en 1580, el mismo año que Quevedo. Era hijo de Francisco de Sandoval  y de Ana María Guerrero Sandoval. Nieto de Sancho Rodríguez de Sandoval  y Negrete, que era hermano de Catalina Godínez y María de Sandoval, las fundadoras del convento de Beas. Sobrino por parte paterna de las monja Leonor del Salvador, hija de Luis Godínez y de doña Constanza de Sandoval (propietaria de una casa  de labor en Arroyo), y Francisca de la Madre de Dios (muerta en 1645), hija de Sancho Rodríguez de Sandoval y de doña Leonor de Luna. También era familiar de Diego de Sandoval y Negrete que tenía una casa y labor en Ardachel, aquí en Arroyo. Fue también Visitador de la Orden de Calatrava, Familiar del Santo Oficio de Murcia. Tuvo gran amistad con Francisco de Quevedo, hasta la muerte de este como lo certifica la correspondencia que tuvieron
         Se casó con doña Leonor de Bedoya. Esta era hija de Juan de Bedoya y Bozmediano de los Bedoyas propietarios de tierras de labor en Arroyo, e hijo de Juan de Bedoya y Bedmar, el que fundó un colegio en Beas para niños pobres.
         Tuvo dos hijos, don Juan y don Francisco. El primero de ellos era caballero de la orden de Alcántara, hábito concedido en 1632, a los 8 años (ahn, oomm, Alcántara, exp. 1390). Don Francisco lo era de Santiago (ahn, oomm, Santiago, exp. 7577, concedido en 1663).
 Don Juan de Sandoval, Quevedo en la primera carta le llama don Juan de Bedoya cuando este tenía 11 años, casó con doña Juana de Eguiluz, nacida en Valdemoro en 1637. De este matrimonio nacieron tres hijos: Sancho, Leonor y Fabiana Teresa, nacida en Valdemoro en 1660.
         Como vemos esta familia se estableció en Valdemoro y el otro hijo, el segundo Francisco, se quedó más cerca de estos territorios en Alcaraz. Fue Alférez Mayor de Alcaraz y Alguacil Mayor del Santo Oficio.
Este segundo hijo, don Francisco, casó en segundas nupcias María Gerónima Zambrana y Abat. De este matrimonio nació en Alcaraz María Josefa Sandoval y Zambrana que casó con Gabriel Ortega Guerrero, II Marqués de Valdeguerrero. Don Francisco de su segundo matrimonio con doña Agustina de Ortega tuvo tres hijos: Vicente Sandoval y Ortega, Sancho Sandoval y Guerrero y Catalina Sandoval y Ortega.
         El jefe de esta casa, Vicente, se traslada de Alcaraz a San Clemente donde muere en 1713. Estuvo casado con Catalina-Félix Ortega y Sandoval, nacida el 1-X-1670 en Alcaraz, fallecida el 29-III-1743 en San Clemente; IV Marquesa de Valdeguerrero desde 1730, era prima-hermana de su marido.
         En este siglo XVIII, la casa de labor de esta familia donde se encuentra el escudo, ya no pertenece a ellos, pertenecía o era de señorío secular. Esto pudiese ser que el que tenía el mayorazgo de esta familia, Juan de Sandoval y Bedoya o Juan de Bedoya como lo nombraba Quevedo o su sucesor Sancho que vivía en Valdemoro dejara estas tierras a algún establecimiento religioso.
         En el censo de Floridablanca en el Tomo I, referente  a   la provincia de la Mancha, relación ordenada por el Rey y pedida por el excelentísimo señor conde de Floridablanca, y su ministerio de Estado a don Francisco de Mendoza de Sotomayor, intendente de esta provincia. Y en el partido de Villanueva de los Infantes, orden de  Santiago. Provincia de la Mancha en el apartado de granjas de Beas de señorío secular:
Arroyo, Acemilero, Arreturas, Agózar, Álamo, Alto, Ajoza, Vicaría S.E., Carrascas, Carbajal, Don Tristán S.E., Galindo, Gaornillos, Lorente, Noguera, Olivar, Profacio, Rio, Turruchel, Tovar S.E.
         En el siglo siguiente, el XIX, vuelve a cambiar de estado esta heredad. Con las desamortizaciones vuelven a manos de particulares.
         A finales del siglo XVIII llegan por estas tierras, más concretamente a Villacarrillo, la familia formada por don Marcos Pellón y doña Victoria Calleja naturales de la Villa de la Vega de Pas, en Cantabria. Ya aquí, en Villacarrillo, tuvieron a don José Pellón que casó con doña Bárbara Crespo natural de Bailén.
         Esta familia de los Pellones se hicieron con la heredad de este estudio a escasos tres kilómetros de nuestro pueblo. El familiar más importante fue el hijo de esta pareja llamado Marcos Pellón, más conocido como el prior Pellón o el todopoderoso prior de Villacarrillo. Nació este, el 11 de octubre de 1835 y bautizado dos días después en la Iglesia Parroquial de Villacarrillo.
         Esta heredad la heredaron sus sobrinas Bárbara y Estefanía hijas de Juan Pellón Crespo y de Joaquina Núñez de Villavicencio, partiéndose la finca en dos. El caserío  más antiguo le correspondió a la segunda de las hermanas, Estefanía. Bárbara se construyó otro  nuevo en la parte de la finca que le correspondió.
         En la parte de doña Estefanía es donde se encuentra el escudo de armas o nobleza de los Bedoyas que habitan en estas tierras desde el siglo XIII hasta por lo menos a finales del XVII.
Estefanía estuvo casada con don Indalecio Abril y Ramírez de Arellano al que ya conocemos de sus donativos para la construcción de nuestra Iglesia Parroquial y sus obras caritativas con los niños de Arroyo.
Doña Estefanía murió sin descendencia en 1934, el 24 de febrero, en Madrid. Don Indalecio vivió hasta 1955. Al morir este, la finca de estudio y una casa en Villacarrillo fue cedida en 1957 a la Compañía de las Hermanas de la Cruz. Otra parte de la finca de esta heredad la donó a su secretario y a los hermanos de este. Se decía que su encargado en Arroyo, Antonio Pérez, el de Evaristo, si hubiese asistido a su casa de Madrid, cuando se estaba muriendo, le hubiese dejado algo de herencia también.
Estas monjas de Villacarrillo en el año 2003 inauguraron una residencia de ancianos. Con estas hermanas están también relacionados los nuevos propietarios de esta heredad, la familia  Millán Valderrama siendo sus padres promotores y benefactores de la Compañía de las Hermanas de la Cruz en Villacarrillo y perteneciendo una de sus hijas a dicha orden.
Con la relación de los propietarios del lugar donde se encuentra el escudo en algo más de 700 años termino esta narración sobre el patrimonio de nuestro pueblo. No hay olvido con el nombre del lugar, la gente criada en el pueblo, seguro que lo sabe.

        



ANDRÉS MARÍN SÁNCHEZ.- 29 de Septiembre de 2016