viernes, 27 de septiembre de 2013

PROGRAMA DE SAN FRANCISCO 2013

SAN FRANCISCO DE ASÍS (3ª PARTE)

  

        Nos quedamos en las fiestas del año pasado por el año 1210, cuando Francisco predica en su ciudad, Asís, en la Iglesia de San Rufino. Acabábamos diciendo que ya era profeta en su tierra.

ASÍS
            A comienzos del 1210, visita Asís el emperador Otón IV. El  obispo de Asís le pregunta a Francisco si quiere o está interesado ser presentado al emperador. La repuesta fue que el boato terrenal no le interesa y que había olvidado los tiempos en que soñaba ser caballero.
            Francisco ya tiene un confesor y secretario propio, el hermano Leo, como le corresponde al fundador de una futura orden.
Cuando la gente hablaba de Asís, piensa ya en él. Francisco y los suyos comían de lo que conseguían mendigar ese mismo día. Ayunaban los miércoles y los viernes. Comían la carne que roían de los huesos. Los dulces, que le gustaba muchísimo a Francisco, les echaba agua a las sobras mendigadas o los aderezaba con cenizas. No dejaban de comer, excepto durante la Semana Santa, el día de la muerte del Señor.
Para luchar contra las tentaciones recomendaba siempre tres remedios: primero la oración, el segundo, la obediencia, con que uno se habitúa a cumplir la voluntad ajena, y tercero la alegría en el Señor que ahuyenta siempre todos los pensamientos sombríos y perversos.
Cuando los exhortaba a luchar contra las tentaciones, a las palabras añadía la obra, arrojándose en el agua helada de un torrente en lo más crudo del invierno, para aniquilar el deseo de bienestar.
Cierta noche, según se relata en el Espejo de la Perfección, uno de los hermanos despertó a los compañeros diciendo: “Me muero, me muero”. Una vez todos despiertos, les dijo Francisco: “Levantémonos y encendamos la lámpara”. Hecho esto, pregunto quien había gritado que se moría. Uno de ellos respondió: “Soy yo”. Francisco le preguntó:”¿Pero que te pasa querido hermano, que hablabas de morir?”. “Me muero de hambre”, contestó el aludido. Francisco hizo que se preparase la mesa y ordenó al hermano que se sentase a comer, dándole el mismo ejemplo y ordenando a los demás hermanos que hicieran otro tanto para evitar al pobre la vergüenza de tener que comer solo.
Un día, Pedro de Catania propone que los nuevos novicios no dieran todos sus bienes a los pobres, sino que reservasen parte de ellos para las necesidades de la Orden, que se hacía cada día más numerosa, se le opuso tenazmente Francisco “por ser tal medida contraria a la Regla”.
Consultado por el vicario sobre  como alimentaría a tantos  hermanos que ingresaban en la orden, le contestó: “Si no puedes atender de otro modo a los que vienen, quita los atavíos y las variadas galas de la Virgen y véndelos. Créeme: la Virgen verá más a gusto observando el Evangelio de su Hijo y despojado el altar, que adornado su altar y despreciado su Hijo. El señor enviará quien restituya a la Madre lo que ella nos ha prestado”.
Francisco no solo predicaba el amor: todo su ser estaba poseído por ese aliento. ¡Francisco vivía de amor!
Por aquellos años se forma la cruzada contra los cátaros, al mando de Simón de Monfort junto al archiabad Arnaldo de Citeaux, legado papal, arrasando el condado de Tolosa. Tras la masacre de la ciudad de Berzier, Pedro II de Aragón cruza los Pirineos para defender a sus súbditos contra los cruzados, donde encontrará la muerte en la batalla de Muret en el 1213. Su cuñado Ramón-Roger II, el famoso Parsifal o Perceval del mito del Santo Grial, murió envenenado en la cárcel (1209).
Año 1212, se forma la cruzada infantil. Fue un movimiento incontrolado de peregrinos jóvenes que fracasó estrepitosamente no consiguiendo sus objetivos de llegar a Tierra Santa.
En este año Clara de Ofreduccio o de Scifi, Santa Clara, se encuentra con Francisco para unirse a su orden. Esta y su prima Pacífica, abandona su palacio y se presenta en Portiúncula. Allí le espera Francisco y sus hermanos. Estas se quitan sus joyas, despojándose de sus adornos para siempre. Todos los hermanos, menos Francisco, le cortan el cabello. Clara se retira y aparece vestida con un hábito que sujeta con una cuerda. Todo el grupo se encamina rezando al convento de mujeres de San Paolo de Bastia, donde las dos muchachas se refugian de momento. Poco tiempo después se acogen la prima Pacífica y la hermana menor de Clara, Catalina o Inés según otros, como hermanas menores de la futura orden. Poco después se trasladan a San Damiano donde Clara será nombrada abadesa, titulo que no aceptará hasta el 1215 por orden expresa de Francisco. Mas tarde se une otra hermana, Beatriz y su madre Ortolana cuando muere su marido
En otoño, Francisco parte para Tierra Santa acompañado de unos pocos seguidores. Una tormenta arrastró a la pequeña nave contra las costas de Dalmacia, cerca de la ciudad de Zara. De aquí regresan como polizones, no le permitían llevar dinero, al punto de partida, la ciudad de Azcona. Avergonzado del fracaso, se dedica a deambular por la región, siempre predicando.
En la primavera del 1213, Francisco convoca por primera vez una asamblea de todos los hermanos para Pentecostés en Portiúncula. Vivían repartidos por Umbría, Toscana, el Lacio y en las Marcas. Quiere este encuentro para tener una visión general del movimiento que él había puesto en marcha y que desde algún tiempo se le estaba escapando de las manos.
Mientras tanto seguía renovando más iglesias como la de San Gemini, dedicada a la Virgen.
En el 1214, en la reunión de Pentecostés, Francisco anuncia que partirá a Marruecos con Bernardo de Quintavalle. Otros hermanos lo harán a Túnez. El viaje de Francisco no pasa de Santiago de Compostela, pues cae enfermo y no puede seguir su viaje volviendo a Portiúncula cuando logró recuperarse algo.
En el 1215 viaja a Roma acompañado de  Pedro de Catania, Bernardo de Quintavalle, su secretario y confesor Leo y Elia de Cortona, para presentar su “regla”, que él la considera una simple orientación para llevar una “vita fraternitatis”. El cardenal Ugolino de Segni, futuro Papa, propone a Francisco que fusione su “fraternitatis” con la orden de los dominicos. Este rechaza la propuesta. Cabreado  sale de Roma y empieza a predicar por los alrededores.
La “ fraternitas fatum minorum”, de Francisco, es la última asociación de frailes mendicantes que se legaliza. Le pusieron como condición para ello, que celebrara un capítulo como mínimo cada tres años. Francisco bromea y les dice:
- Solemos reunirnos de todos modos, todos los años para Pentecostés. Por mi, ¡podemos hacerlo también el día de San Miguel y en Navidad!
            Sin embargo, el Papa, no puede decidirse aún a publicar la bula al respecto, pues la regla que ha aportado Francisco, le parece difusa y la imagen con que se presentan los franciscanos se le asemeja borrosa.
            En el capitulo de Pentecostés del 1216, acude Santo Domingo de Guzmán. Francisco predica a unos 3000 hermanos que se sientan sobre la hierba entorno suyo. Como una especie de milagro, se presentan unos campesinos con mulos cargados ánforas de vino dulce y otros con carros llenos de pan, judías cocidas y queso fresco envuelto en paños. Aparecen ciudadanos ricos y caballeros, que arrastran cargas enteras de jamones ahumados, ristras de salchichas y cestos de pastas y dulces. Estas gentes no son solo de Asís, sino de todas partes, de Perugia, Foligno y Spoleto.
Santa María de los Ángeles de Asís 


             Francisco se presenta ante el nuevo Papa Honorio para pedirle el poder de conceder la absolución a cada uno de los que visiten el día de la consagración de la iglesia de Santa María degli Angeli, de quedar absueltos de todos sus pecados.
            El Papa le pregunta:
- ¿Por cuánto años?
Y Francisco le responde:
- “No quiero años, ¡quiero almas, Santo Padre!
Y el Papa proclama: “Plenam forum pecaminum venuam indulgensis”. Francisco da un salto, le besa los pies al Santo padre y sale corriendo.
- Pájaro raro, ¡espera!¿No quieres esperar al menos que te demos vuestra bula por escrito?-.dice el Papa.
- ¡Mi documento es la Santísima Virgen y Cristo mi secretario! .- le contesta Francisco.
       De prisa los secretarios redactan el documento, limitando la absolución concedida en el sentido de que solo tenga vigencia desde el rezo de víspera hasta el rezo vespertino del día siguiente a la consagración. 
       Satisfecho, regresan Asís y el día 2 de agosto se celebra la nueva consagración de Portiúncula.
            En el capítulo de Pentecostés del 1217, acude el cardenal Ugolino de Segni, el “protector” de Francisco. El ambiente entre los hermanos estabas muy lejos de ser pacífico y unánime. Flotaban ciertas tensiones que amenazaban con estallar. Se enfrenta con Elia de Cortona y nombra vicario suyo a Pedro de Catania, mientras él esté predicando en Francia.
            En el capítulo de Pentecostés de 1219, acudieron unos 5000 hermanos. Es el considerado el “capítulo de las esteras”. Francisco al terminar su predicación proclama que viajará a Tierra Santa, pero no como peregrino, sino como misionero.
Mapa de Azcona

        El día de San Juan, Francisco embarca en Azcona. Una vez en Tierra Santa se dirige al encuentro del sultán egipcio El-Kamil. Una vez delante de él, entabla conversación e intenta “salvar” al sultán, convirtiéndolo. Este le tiene compasión y le da hospitalidad y pone a su servicio  sus médicos árabes para que le curen de una crisis febril.
        Al despedirse rechaza los regalos que le ofrecen, pero acepta un salvoconducto para visitar los Santo Lugares. Francisco y el hermano que le acompaña, Iluminado, son conducidos con todos los honores hasta las cercanías  del campamento de los cruzados. Y el sultán suspira:
-“Ciertamente debe de ser un hombre santo, pero ¿por qué ha de oler tan mal?
En el 1220, al llegar malas noticias sobre la orden, vuelve Italia junto con Elia de Cortona, Cesar de Spira y Pedro de Catania, entre otros. Francisco llega muy desmejorado de Palestina. Tiene afectado el hígado, el estómago y los intestinos, causado por  los viajes por mar, el clima y los alimentos de oriente. La luz deslumbrante y el agua salada le han provocado una grave enfermedad ocular. Una vez en Portiúncula despide a los médicos y se dedica a preparar un capítulo extraordinario para San Miguel, trabajando sin cesar día y noches sin prestar atención a la inflamación de sus ojos.
También le llega la noticia de la muerte de los cinco primeros mártires de la orden en Marruecos. Esta noticia también afectó a Santa Clara, quedando tan impresionada que resolvió ir ella también entre los infieles y recibir la palma del martirio junto a sus hermanas. Fue necesario la prohibición expresa de Francisco para impedir que llevara a cabo este proyecto.
Durante el invierno de 1220-21, obligado por una de sus frecuentes enfermedades, se había permitido comer carne cocida. Cuando se sintió algo aliviado, ordenó a su vicario Pedro  de Catania que lo arrastrase medio desnudo, tirándole del cuello con una cuerda, por las calles de Asís, al terminar su predicación en la catedral. Llegando a la plaza principal y al sitio donde ajusticiaban a los criminales, confesó en voz alta y delante de una gran muchedumbre, el pecado de gula que había cometido.
            En el capítulo de Pentecostés del 1221, acuden dos cardelanes Ugolino de Segni y Rainiero de Capoccio, cardenal de los cistercienses. Es nombrado por aclamación ministro general Elia de Cortona. Hace aquí su aparición un joven portugués, Antonio (de Padua), predica sobre la muerte, el fuego eterno y la Apocalipsis. Francisco pide permiso para hablar y lee un manojo de folios, son los primeros esbozos para una regla. La lectura se prolonga durante horas. A continuación ruega a Antonio que se incorpore a la universidad de Bolonia, cuando en años anteriores había procedido contra los hermanos que deseaban estudiar.
En agosto muere Santo Domingo de Guzmán.
Fonte Colombo
En 1222, Francisco se retira a la ermita de Fonte Colombo, más allá de Rieti. Le acompaña el hermano Leo, su fiel escribano, y Bonicio que estudió jurisprudencia en Bolonia. El objetivo de este retiro es escribir por fin la famosa regla sin ser molestados.
La regla debe incluir la obligación de luchar contra otras enseñanzas, como por ejemplos, las teorías de los escolásticos que se estaban extendiendo en demasía.
No quieren que los hermanos posean nada, ni siquiera un derecho. Rechaza Francisco de que algunos minoristas puedan ocupar importantes puestos como subalternos en la jerarquía de la Iglesia:”Nosotros los pobres, solo podemos servir a la Iglesia siendo pobres, menores y humildes, ¡y si seguimos considerando que este es nuestro único privilegio!”. 



Andrés Marín Sánchez, septiembre del 2013