martes, 30 de octubre de 2018

LAS TORMENTAS DE BEAS DE SEGURA


La última tormenta caída en Beas 8/9/2018

En estos días de finales de octubre es actualidad las tormentas y las lluvias que caen en Beas de Segura produciendo daños en el casco urbano y otras transmitiendo desasosiego en los vecinos por el mal estado de sus defensas: los canales que recogen las aguas de los arroyos que rodean y desaguan en el río Beas dentro del casco urbano.
Para este trágico recordatorio he querido basarme en las noticias escritas publicadas por varios diarios a través de casi 170 (169) años de historia. Veremos también, junto con los daños de las tormentas, el largo recorrido de la puesta en marcha de las citadas defensas de Beas contra ellas. Parece que hoy día estamos o está Beas de Segura lo mismo de desprotegida que hasta hace 63 años. El año de la última gran tragedia.
Vamos a comenzar a mediados del siglo XIX. A principios del año 1849, el 25 de enero, se produjo un suceso gravísimo en Beas que a lo largo de lo que queda del siglo y hasta la mitad del siguiente se irá reproduciendo con una regularidad lamentable. Los daños producidos por las tormentas y las lluvias copiosas.
El periódico La Esperanza del 8 de febrero de 1849 daba la siguiente noticia:
“De Beas de Segura escriben a El Avisador de Jaén con fecha 26 del pasado, lo siguiente:
Ayer hemos presenciado un suceso harto lamentable en este pueblo. En el Barrio Nuevo se desplomó una cueva donde se hallaban varias personas. En el acto el señor Alcalde acompañado de varios regidores y otras personas, acudieron al punto mencionado logrando salvar  al dueño de ella que se hallaba casi enterrado, no pudiendo tener igual suerte su esposa y tres hijos y un sobrino de estado casado, que se extrajeron cadáveres destrozados por las enormes piedras a cuyo peso sucumbieron. Sensibles son estos acontecimientos, que en verdad podrían evitarse; pero sólo se acuerdan de Dios cuando truena; así es que ya se está practicando un reconocimiento a fin de tapiar las cuevas que se encuentren inseguras.”
A primeros de junio de 1863 se dan noticas luctuosas de Beas y su término producidas por varias tormentas en varios días seguidos.
            La primera tormenta que descargó fue el 2 de junio. Dicen las crónicas de La Época 8/6/1863, La Corona 12/6/1863, Clamor Publico 18/6/1863, la Discusión 18/6/1863, la Esperanza 4/7/1863, que la tormenta dejó asolado aquel fértil término. Las piedras que cayeron eran de un tamaño mayor que el de los albaricoques, dejando las huertas y sembrados destruidos  completamente.
El día 4 se repitió la tormenta con mayor furia, haciendo la lluvia salir al rio de su cauce y extenderse por la población. Algunas casas quedaron destruidas y perecieron varias personas. El cuadro que presenta el pueblo, dicen nos que es desconsolador. Las cosechas de líquidos que estaban encerradas, desaparecieron con la inundación, y el ganado fue diezmado. Los edificios en la mayor parte del pueblo amenazan ruina.
El 7 de junio hizo terribles estragos en los edificios una fuerte avenida.
El  28 de junio descargó sobre aquel pueblo una horrible tempestad. Tal fue la fuerza del granizo, que azotó lo poco que en los campos había dejado con vida la otra tempestad que descargó el 11. Las piedras eran de un tamaño como huevos de gallina, y algunas pesaron media y hasta una libra. El vecindario está desolado, y el pueblo lleno de escombros de los tejados que barrió el huracán.
El periódico la Iberia del 14 de julio de 1863 daba la siguiente noticia sobre las tormentas que se habían producido en varios pueblos de Jaén:
“Con fecha del 9 escriben de Jaén que varios pueblos de aquella provincia han quedado reducida a la más extrema miseria a consecuencia de los estragos de una tormenta. Los pueblos que principalmente han sufrido los efectos de este siniestro, han sido Villacarrillo, Villanueva del Arzobispo, Génave, Beas, Iznatoraf y Torreperogil; a la campiña de Úbeda también han llegado los daños, y parece que otros pueblos habrán sufrido en parte. El primer síntoma atmosférico que se observó  fue un huracán  furioso, cuyos embates desgajaron las encinas, los pinos y los olivos; después, entre cuatro y cinco de la tarde, sobrevino una oscuridad  tan absoluta, que apenas se veían las gentes. El estampido del trueno, en fin, y una copiosa lluvia acompañada de gruesas piedras, algunas de hasta ocho onzas, puso el colmo al espanto de los vecinos y a la destrucción más completa de los campos y de los edificios.
La circunstancia de ser festivo el día 28 de junio favoreció la salida de los vecinos  a visitar sus haciendas; así es que la nube sorprendió en el campo a gran número de personas; casi todas regresaron al amparo de sus casas, aporreadas y con los brazos y piernas lastimadas, aunque por fortuna no hubo que lamentar mayores desgracias.
La nube duró unos doce minutos; pero este brevísimo tiempo fue bastante para causar una completa ruina. Las mieses desaparecieron; los olivos quedaron transformados en agostadas cambroneras; las viñas ciegas, las hortalizas arrastradas por la corriente de las aguas, los edificios arruinados y los barbechos desaparecidos.
El río Beas, que atraviesa la villa del mismo nombre, se desbordó a consecuencia de la extraordinaria lluvia; se llevó, según aseguran, un barrio del  pueblo, no causando mayores males por una circunstancia especial que no han explicado.”
La  Esperanza 4/7/1863:
“Hemos recibido una carta de Beas de Segura, provincia de Jaén, en la que se nos dice que el 2 del actual descargó sobre aquél fértil término una tormenta que le dejo asolado. Las piedras  que cayeron eran de un tamaño mayor que el de los albaricoques, dejando las huertas y sembrados destruidos completamente. El día 4 se repitió la tormenta con mayor furia, haciendo la lluvia salir al río de su cauce y extenderse por la población. Algunas casas quedaron destruidas y perecieron varias personas. El cuadro que presenta el pueblo, dicen nos que es desconsolador. Las cosechas de líquidos que estaban encerradas, desaparecieron con la inundación, y el ganado fue diezmado. Los edificios en mayor parte del pueblo amenazaban ruina.”
            Diario de Palma 14/7/1863:
“Nos escriben de Beas de Segura dándonos nuevos detalles de los conflictos porque acaba de pasar aquel desgraciado pueblo. La avenida del río Beas del día 4 acarreó, sobre el vecindario, el más eminente peligro, después de sufrir una tormenta horrorosa durante tres días. Situada la población a las márgenes del expresado río, se vio inundada por completo hasta la altura de los números de las casas, salvándose milagrosamente infinidad de personas, muchas de ellas por los eficaces auxilios que prestó con la mayor abnegación el sargento segundo comandante de la guardia civil de la línea y la fuerza de su mando. En el primer golpe del agua sin embargo, se ahogó la niña Manuela López, pereciendo así mismo Francisco de Martos al desplomarse la casa en la que vivía, en los primeros momentos de la catástrofe. También ha perecido gran número de caballerías y otras clases de ganados. Las bodegas se han inundado, los granos, los muebles y ropas han desaparecido en las aguas. Se han arruinado muchos puentes y edificios, y se espera el hundimiento de otros muchos recalados y combatidos por la fuerza de las avenidas.
            El vecindario de Beas se halla tan sobrecogido, que al parecerla más ligera nube en el horizonte, hombres, mujeres y niños salen de las casas dando tristes lamentos e invocando a la divina Providencia para que los libre de nuevos horrorosos sucesos.
            Nuestros informes en fin están completamente identificados en elogiar a los beneméritos guardias civiles que componen el puesto de aquella villa, pues se han portado con todo el heroísmo y valor que es propio del cuerpo a que pertenecen para salvar a aquellos afligidos vecinos del gran peligro por el que han pasado.”
El domingo 2 de agosto de 1863, los periódicos, como la España, recogen la siguiente noticia:
“Exposición. Los infortunados vecinos de Beas de Segura, provincia de Jaén, víctimas de los efectos en que les han sumido las tormentas, inundaciones y otras terribles calamidades, han elevado una exposición a la Reina implorando su protección y la del gobierno en su infortunio.”
El día de San Marcos de 1879 se produjo en Beas la mayor tragedia humana de su historia producida por un desastre natural. El Tobón, que era un peñasco enorme, que al caerse a causa de la lluvia de esos días de San Marcos, había derribado varias casas, causando la muerte de 25 personas
En mayo de 1884 vuelven las tormentas a dañar el término de Beas. La que descargó el día 13, tuvo una crecida tan extraordinaria el río que inundó gran  número de casas, llegando el agua en algunas  a metro y medio de altura.
Tan  fuerte tormenta, de agua y piedra, que destruyó todas las cosechas, inundando la población, ahogándose varios animales y un hombre que fue arrastrado por la corriente
Este acontecimiento ofreció nueva ocasión a la Guardia civil para rivalizar en arrojo y decisión, permaneciendo los individuos del benemérito instituto dos horas dentro del agua para así atender mejor a las necesidades del momento.
Varios periódicos daban esta noticia: El Correo Militar 17/5/1884,  El Globo y El Liberal de 18/5/1884,
En la del día 24 del mismo mes, el aguacero que cayó hizo que los arroyos Valparaíso y San Agustín se desbordaron a consecuencia de las muchas aguas que conducían, e inundaron gran parte de la población, ocasionando bastantes daños.
La Guardia civil acudió a los sitio de más peligro y prestó servicios importantes. No hubo desgracias personales.
Esto lo reflejaban los periódicos Diario oficial de avisos, El imparcial y La República del 28/571884 y La Discusión del 29/5/1884.
En junio de 1889, vuelven las tormentas hacer de las suyas en los términos de Beas y de Villacarrillo. Las noticias de los periódicos decían: “Ha descargado una fuerte tormenta sobre los pueblos de Villacarrillo y Beas de Segura, causando en el primero de dichos puntos la pérdida de las dos terceras partes de la cosecha de cereales y graves daños en los viñedos y olivares.
En Beas destrozó por completo las siembras de cereales y destruyó también los olivares, cuyo arbolado arrasó la violencia de la piedra descargada”.
“Los alcaldes de Villacarrillo y Beas de Segura, participan que han descargado sobre aquellos pueblos y su término fuertes tormentas en estos tres últimos días, ocasionando la pérdida de las cosechas de cereales y grandes pérdidas en los viñedos y olivares.
La piedra que ha caído con violencia no conocida ha hecho el destrozo de todo el arbolado.
También en Villacarrillo y Beas de Segura ha causado grandes destrozos el pedrisco que medio asoló los campos de Jaén y Huelma”
Daban cuenta de estos acontecimientos los periódicos de aquella época como El Correo Militar y el País del 5/6/1889 y La Iberia y La república del 6/6/1889.
Y si no tenían bastante con las tormentas, llegaron los  terremotos dos o tres días después de ellas. Las crónicas decían:
“En la madrugada del 7, se ha sentido en Jaén un temblor de tierra.
En los pueblos de la provincia fue notado igual caso, pero en algunos tal como en el de Beas de Segura, el fenómeno fue más notado, pues duraron las oscilaciones cuatro segundos, produciendo la rotura de cristales y oscilación de edificios, en particular la torre de la iglesia, cuyas campanas al sonar atemorizaron al vecindario,  no repuesto aún de la impresión de las terribles tormentas de estos días.
En Segura de la Sierra se observó el fenómeno de que las aguas de los pozos comenzaron a hervir y alborotarse, elevándose hasta traspasar los brocales.
A finales de junio de 1894, otra vez las tormentas. El 27 por la noche, en el término de Beas una gran tormenta que hizo subir 4 metros, sobre su nivel, las aguas del río, inundándose muchas casas; algunas amenazaban hundirse y fue preciso desalojarlas para evitar desgracias personales. Los daños sufridos, así en la población  como en el campo, fueron de gran importancia. Según La Correspondencia de España 29/6/1894
Este mismo periódico del 3/7/1914, da la noticia sobre una horrorosa tormenta había causado graves daños en el campo. 

Vista de Beas publicada en el Imparcial en 1922
En 1926 numerosos periódicos da la noticia sobre los graves daños producidos por las tormentas en el mes de octubre: El Heraldo de Madrid, La Voz del 25/10/1935 y  los de 27/10/ y 29/10 de 1926, La Libertad del 28/10/1926 y El Imparcial del 30/10/1926. El ABC del 24, 26 y 28 /10/1926  
A finales de octubre, sobre el 22, vuelven los daños por los temporales: “ Durante la noche ha descargado una formidable tormenta. Tal cantidad de agua cayó  que a las dos horas se había inundado una fila de 80 a 100 casas enclavadas a la orilla del río Beas. Entre estas se encuentran tres o cuatro paradores de bastante importancia que se hallan llenos de forasteros, vendedores de aceite y compradores de granos, los cuales han perdido sus carros con todo el cargamento que conducían.
Las aguas se han llevado gran número de mulas, algunas de las cuales han aparecido muertas a tres kilómetros de distancia.
La vega que hay a los lados del río había quedado completamente  arrasada. Calcúlese que han de pasar varios meses hasta que quede  completamente limpia, pues han caído gran número de árboles frutales.”
Las pérdidas se calculaban en más de dos millones de pesetas. Muchas personas estuvieron en peligro de perecer ahogadas.
El  gobernador de regreso de su viaje a Beas. Manifestó  a los  periodistas que los destrozos causados por el temporal habían sido enormes. No ocurrieron desgracias personales por verdadero milagro. Las pérdidas fueron incalculables. La fuerza de la riada y la lluvia derribaron cerros, que fueron a caer sobre el cauce  de las aguas, las cuales arrastraron tierra y piedras en tan grande cantidad que llegó al  pueblo un verdadero cenagal, que alcanzó unos tres metros de altura en algunas casas, cubriendo muchos olivos en la vega.
Los vecinos se salvaron por los tejados de las casas, donde permanecieron varias horas, hasta que el temporal amainó.
Los guardias civiles de aquel puesto se arrojaron a la calle, y sorteando todo género de obstáculos, auxiliaron eficazmente a cuantos  vecinos se hallaban en grave peligro de ahogarse. También cooperó la fuerza en el salvamento  de semovientes y enseres que las turbulentas aguas arrastraban, mereciendo el más profundo reconocimiento de todas las autoridades y habitantes comarcanos.
 El gobernador inició una suscripción para socorrer a los más necesitados.
“Dice el gobernador que urge corregir el cauce del río y las torrenteras afluentes para evitar nuevas irremediables catástrofes. Se habían pedido socorros, y había telegrafiado al Gobierno en demanda de auxilios para los damnificados y para corregir el cauce del río, que, por las numerosas torrenteras que a él afluyen, es una constante amenaza para aquel pueblo”.
A mediados del mes de noviembre, visitaron al ministro de Fomento, conde de Guadalhorce, una comisión de Jaén presidida por el gobernador de aquella provincia; otra de Beas de Segura, para tratar de la realización de algunas obras de defensa contra las inundaciones el día 19 de noviembre.
En esta misma fecha, el 19,  se desbordó otra vez el río de Beas inundando todo el pueblo. En la calle Ángel Uceda el agua alcanzó más de un metro de altura. El vecindario se encontraba “consternadísimo”.
 De esto daban fe El Heraldo de Madrid del 20/11/1926 y La Libertad y ABC del 21/11/1926
La Revista Técnica de la Guardia Civil de mayo de 1927 hablaba sobre los desastres de Beas del otoño anterior:
Humanitarios
“En Beas de Segura (Jaén) descargó tan inmenso aguacero el 22 de Octubre último que la inundación llegó a alcanzar terrible altura, comprometiendo la vida de muchas familias. Sin pérdida de momento y animados del altruista espíritu de sacrificio en bien dc la humanidad que es peculiar en el personal de la Benemérita, los guardias de aquel puesto se arrojaron a la calle, y sorteando todo género de obstáculos, auxiliaron eficazmente a cuantos vecinos se hallaban en grave peligro de ahogarse. También cooperó la fuerza en el salvamento de semovientes y enseres que las turbulentas aguas arrastraban, mereciendo el más profundo reconocimiento de todas las autoridades y habitantes comarcanos”.
En el primer trimestre de 1933, los servicios Hidráulicos del Guadalquivir comunican a  la Dirección General de Obras Hidráulicas, del Presupuesto de los gastos de agotamientos que se han de ocasionar en la construcción del colector de San Agustín, perteneciente a las obras de defensa de Beas de Segura. En  la Sección de Úbeda estaban además el Pantano del Guadalén. Pantano del Guadalmena. Adicional trozo primero canal del Jandulilla. Concurso desagües del Tranco de Beas. Y el citado Reformado defensa Beas de Segura.
            Media mes más tarde a 1 de febrero, esta Delegación envía una comunicación a la citada Dirección General de Obras Hidráulicas el Proyecto reformado, destajo número 1 de las obras de defensa de Beas de Segura (Jaén).
            Llegamos al verano de 1935
 El 9 de julio de 1935, varios periódicos, ABC, La Voz, El Sol del 9/7/1935 y La Libertad, el Siglo Futuro del 10/7/35  dan la noticia sobre las tormentas en el término de Beas. Aquí, en Arroyo, es donde se da la peor parte como ya he contado otras veces sobre la gran riada de 7 de julio de 1935. Los dos primeros lo contaban así:
“Comunican de Beas de Segura que a las siete de la tarde descargó una fuerte tormenta con intensa lluvia, que provocó inundaciones en dicho pueblo y en Arroyo del Ojanco. En este último pueblo, las aguas arrasaron dos molinos, y perecieron ahogadas dos personas. El pánico en Beas de Segura durante la pasada noche fue enorme, no durmiendo los vecinos por temor a una nueva inundación.”
El otro de esta manera:
“Francisco Heredia, de 33 años, fue arrastrado por las aguas y ha sido encontrado muerto en Fuentebuena. Se teme que haya más víctimas. La tromba cayó con fuerza, que las aguas formaron un torrente que destruyó todo lo que encontró a su paso. Dos casas fueron arrastradas  por la corriente. Los efectos de la trompa alcanzaron también  al pueblo de Beas, donde ha dejado sin cosechas y sin ajuar a muchos labradores.
El parte de la Guardia civil dice que los daños causados por la tormenta son incalculables. “Como se sabe, han quedado destruidas dos fábricas de aceite. En la de San Antonio había almacenadas tres mil arrobas que se han perdido totalmente. En la de Fuentebuena, donde había cinco mil arrobas, no ha quedado más que las vigas y las paredes.”
Restos de depósitos de aceite de la fábrica de Fuentebuena

La fábrica de aceite San Antonio era la actual cooperativa de San Francisco de Arroyo que entonces era propiedad de varios socios olivareros.
Según contaba la Voz del 10/7/1935, el diputado a Cortes Sr. Navarro, estuvo en el Congreso con una comisión del pueblo de Beas para pedir al Gobierno ayudas como consecuencia de lo ocurrido el domingo anterior, el 7 de julio, en que una gran tormenta “arrasó el pueblo, cortando la carretera y  destruyendo huertas, olivares y fábricas de aceite”. Los ministros visitados se ofrecieron atenderlos.
El 4 de agosto, las tormentas volvieron a azotar el término de Beas. Los periódicos La Libertad, El Siglo Futuro y El Sol del 6/8/35 y 7/8/35 Ahora, el Heraldo de Madrid, La Nación
“Durante la noche descargó enorme tormenta sobre el pueblo de Beas. La parte baja de la población  quedó totalmente inundada, por haberse desbordado el río de Beas. Algunas casas quedaron derruidas, y sus habitantes se salvaron tras grandes esfuerzos. El agua arrastró  animales, muebles y árboles. La inundación se ha llevado dos puentes y ha inutilizado otros dos, que servían de acceso al cotidiano trajín de estos vecinos. La cosecha quedó perdida. Muchos labriegos y pequeños propietarios quedaron en la mayor miseria.
En la Comandancia de la Guardia civil de Jaén se organizó un destacamento del salvamento, que prestó valiosos auxilios, trasladando algunos heridos a la capital y pueblos cercanos, donde recibieron asistencia.
Después de la tormenta, las calles se encuentran  intratables, y la Jefatura de Obras públicas por orden del gobernador ha desplazado cuadrillas de obreros para reparar los destrozos.
De noche llegó de Úbeda, con toda urgencia reclamado por las autoridades, el ingeniero de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, d. Florentino Briones, que recorrió los lugares donde la inundación había causado mayores destrozos.
Pudieron observar en este recorrido enorme, gigantescos peñascos, riscos enteros desprendidos que obstruían las calles. A las tres de la madrugada regresó a Úbeda, no sin prometer volver el mismo día para recorrer más detenidamente el cauce fluvial que atraviesa el pueblo”.
El Ministro de Agricultura ordenó al director general de Agricultura, Sr. Álvarez Lara, que enviase  un Ingeniero a Beas para calcular la cuantía de los daños sufridos por las inundaciones
Hay un artículo escrito por el maestro nacional de Beas, J. Fráncico Negrillo del 6 de agosto de 1935 publicado por El Heraldo al día siguiente. En él nos describe este maestro lo ocurrido en día 4 de agosto y que hoy día, 83 años después, sería desgraciadamente actualidad. Decía así:
“Escribo impresionado, de tal modo que acaso no acierte a dar a los lectores de HERALDO DE MADRID una idea de la horrorosa avenida del río, catástrofe.
Son las diez de la noche. De pronto Fe oye un griterío espantoso por todas partes. ¿Qué pasa? El vecindario se apresta instintivamente a la defensa. Confusión, desconcierto. Los ayes lastimeros, las voces de auxilio, el clamoreo general en demanda de socorro llegan por los cuatro vientos. Un cuadro horripilante se ofrece a todas las miradas. No hay momento que perder. Ya las aguas invaden las calles, sobre todo la acera que está junto al río, de Norte a Sur. Los habitantes de estos, edificios, que forman una de las vías más importantes de la población, tienen que desalojar de un modo precipitado sus viviendas. Algunos, pocos, encogido el ánimo, so quedan en los lugares de mayor peligro.
El pánico es indescriptible. Las aguas alcanzan por algunos sitios tres metros de altura. A dos suben por las calles principales.
Eso sí; el público realiza verdaderos actos de heroísmo. Trabaja infatigablemente para aminorar el peligro de la inundación. No ocurren milagrosamente desgracias personales; pero las pérdidas, los daños materiales, son grandes, muy grandes. Contados serán los vecinos que no hayan sufrido daño en sus intereses.
Esto no debe suceder más. ¿No hay algún medio para evitar estos peligros o a! menos para restar importancia a estas avenidas? ¿Es que vamos a seguir a merced de estas riadas, que ponen en peligro la vida de muchos seres, la tranquilidad de muchas familias y los intereses generales de un pueblo como Beas?...
 Las doce de la noche. El pueblo en masa vive horas de angustia, sin decidirse a entregarse al descanso. Son horas de incesante actividad. Todo el pueblo, con las autoridades a la cabeza, se desvive por llevar la calma a los espíritus...
            La inundación se ha llevado dos puentes y ha inutilizado otros dos, que servían de acceso al cotidiano trajín de estos vecinos.
Excelentísimo señor gobernador, ilustrísimo señor jefe de Obras Públicas, autoridades provinciales: una mirada piadosa para esta hermosa población, entenebrecida hoy por la riada; una visita detenida para estudiar el problema, para restar importancia a las frecuentes y peligrosísimas avenidas. Por la tranquilidad de 12.000 almas, por el bien de esta población que ha corrido muchas veces el gravísimo riesgo de ser barrida por las aguas desbordadas. ¡A ver, a ver qué se decide sobre este gran problema!
            A las doce y media de la noche llega de Úbeda, con toda urgencia reclamado por las autoridades, el ingeniero de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, D. Florentino Briones, que recorre los lugares donde la inundación, ha causado mayores destrozos. ...'' Podemos observar en este recorrido, enormes, gigantescos peñascos, riscos enteros desprendidos que obstruyen las calles. A las tres de la madrugada regreso a Úbeda, no sin prometer volver hoy mismo para recorrer más detenidamente el cauce fluvial que atraviesa el pueblo”. —J. Francisco Negrillo, maestro nacional. Beas de Segura, 6-VIII-35.
 A mediados de septiembre, el Ministerio de Agricultura declara de utilidad pública los trabajos que habrán de realizarse en las cuencas de los arroyos de San  Agustín y Tobillas, del término de Beas.
Esta noticia la recogen varios periódicos: La Época, El Heraldo de Madrid, La Voz del 17/9/1935; Ahora y El Sol del 18/9/1935: “Declaración de utilidad pública de los trabajos que habrán de realizarse en las cuencas de los arroyos de San Agustín y Tobillas, del término de Beas de Segura”.
A mediados de diciembre es aprobado el proyecto adicional  de trabajos de defensa  en los trabajos hidráulicos de Beas. Diez días después un decreto de Obras Públicas y comunicaciones  Autorizando al ministro de este departamento para la adjudicación  por administración de las obras comprendidas en el segundo proyecto reformado del de defensa de Beas, por un presupuesto de 386.222,85 pesetas.
            Estas noticias se recogen en  El Heraldo de Madrid, El Siglo Futuro, Ahora, La Libertad y El Sol del 19/12/1935; La Nación, El Siglo Futuro y La Voz del 23/12/1935; La Libertad, El sol y La Voz del 24/12/1935 y en el Financiero del 26/12/1935
En septiembre, en los días de la feria, de 1951 las tormentas son las protagonistas en Beas como en otros lugares de la provincia de Jaén. Más de 100.000 olivos del término perdieron su prometedora cosecha. Beas estuvo incomunicado cuatro días por haber quedado impracticable la carretera. Su única comunicación fue a través  de la estación de radio de la Comandancia de la Guardia Civil. Aquí en Arroyo se perdió la mitad de la cosecha de aceituna
En los días próximos a San Marcos de 1952, el Subsecretario de Obras Públicas, señor Romero Aguilar, visitó, en Beas, los corrimientos de tierras registrados  en esta población a consecuencia de la acción corrosiva del arroyo del Valparaíso, para cuyo  remedio se estimaba necesaria una repoblación forestal intensa, la desviación del arroyo y el mantenimiento de las defensas a base de gavilanes. Se encargó un estudio técnico al ingeniero de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir
Alrededor del 20 de octubre de  1954, las tormentas cayeron de forma copiosa en la Sierra de Cazorla y en los términos de Villanueva y Beas.
Llegamos  a otro año trágico producido por las tormentas en Beas 1955. En este año perviven los recuerdos en la memoria colectiva de este pueblo.
A finales de mayo de 1955, las tormentas son noticia junto con las de otras comarcas de España.
A mediados de junio otra vez las tormentas son las protagonistas en estas tierras. En Beas a consecuencia de ellas murió ahogado, el día 17, un hombre. Cerca de La Gurulla, un camión que pasaba frente a la venta de Chocolate, tuvo que parar  por perder su conductor la visibilidad, debido a la intensa cortina de agua que caía. Sus ocupantes trataron de refugiarse en la Venta, pero la fuerza de la lluvia les impidió cruzar la carretera, por lo que hubieron de volver  al camión, que fue arrastrado por la corriente y arrojado al río. De los tres ocupantes del vehículo sólo se pudieron salvar dos. La víctima D. Pedro Medina Ruiz, era una persona muy estimada en Beas. Su cadáver, arrastrado por la corriente, fue recogido a diez kilómetros del lugar del suceso.
El diario ABC del 18/6/1955 daba cuenta de este suceso.
Riada de Beas  17-9-1955

Llegó la fatídica fecha de la trágica feria de 1955.
En el primer día de la feria de Beas de 1955, a las doce de la mañana se desencadenó una tormenta, con aparato eléctrico, que originó una gran tromba de agua. El arroyo de Valparaíso se desbordó en tales proporciones que anegó la huerta y algunos edificios. El ímpetu de la corriente derribó numerosos árboles y la inundación llegó hasta el barrio de las Casas Nuevas. El río se desbordó igualmente llevándose varios puentes.
La tromba de agua llegó al parque, donde estaban emplazadas las casetas del ferial, que quedaron totalmente destruidas.
 Entre las víctimas ocasionadas por el temporal figuraron Salomé Montesinos Cuadros; su esposo, Juan Romero Vázquez, de 75 años de edad, cuyo cadáver fue recogido a unos 4 kilómetros de la localidad, cerca de la Ventilla, y Justa Peralta Vázquez, de 18 años.
El Ayuntamiento suspendió la feria y fiestas, que debían comenzar en este día 17, en señal de duelo, sumándose a esta manifestación el comercio y la industria, que cerraron sus puertas.
Unas 20 familias quedaron sin albergue con motivo de la  inundación del barrio de las Casas Nuevas, donde quedó otro número igual de casas en estado ruinoso.
A las primeras horas de la tarde se personaron en Beas el gobernador civil de la provincia, D. Felipe Arche Hermoso, y el ingeniero  de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir, quienes visitaron detenidamente la zona afectada.
Los daños fueron muy grandes. Dos circos perdieron la casi totalidad de sus ropas y enseres, cifrando las pérdidas en unas quinientas mil pesetas. Estos circos provenían de la feria de Villacarrillo. Integraban los mismos unas 90 personas, que quedaron en el más completo paro.
Por la noche el gobernador civil se entrevistó con el ministro de Hacienda que se encontraba en Villacarrillo, para darle cuenta de la catástrofe e interesarle por la magnitud de la misma para que el Estado prestase su ayuda a los damnificados.
Las honras fúnebres por los fallecidos en la catástrofe, fueron presididas  por el ministro de Hacienda, que visitó los lugares siniestrados. En la Alcaldía, donde estaba la capilla ardiente, el ministro oró y testimonió su condolencia a las autoridades, familiares y al pueblo en general. Y en una comitiva fúnebre presidida por el Ministro, llegaron a la Iglesia donde se le dijo una misa rezada y los responsos habituales, continuando la comitiva hasta el cementerio donde se le dio sepultura.
Por la tarde llegó el obispo de Jaén, Romero Mengíbar, testimoniando su condolencia  al alcalde y familiares de las víctimas. También los plenos municipales de los pueblos vecinos  presentaron sus condolencias  por las desgracias sufridas  con motivo de las inundaciones.
Monumento en recuerdo a las víctimas  del desastre de 1955 en el Paseo de Beas

A finales de noviembre de 1958, el Ministro Secretario General del Movimiento, D. José Solís, llegó a Beas acompañado por las autoridades provinciales. Entre otras actuaciones que hizo fue la visita en la Ventilla al almacén Regulador de Aceite, que el Sindicato Nacional del Olivo había construido. Las instalaciones de la Cooperativa San Juan de la Cruz, fábrica modelo en aquella época que contaba con 500 afiliados o socios.
En la barriada de Vista Alegre inspeccionó las obras de defensa de la población, realizadas por la confederación Hidrográfica del Guadalquivir, cuyo coste  se elevó a 16 millones de pesetas y con las cuales quedaba  conjurado  el peligro de inundaciones que en forma periódica se habían venido produciendo en este pueblo.
El 27 de marzo de 1961, el ministro de Obras Públicas, don Jorge Vigón visitó Beas. El ministro, visitó los canales  de las obras de defensa para marchar después al depósito de aguas potables que abastecía a la población y terminando su vista en el parque municipal por donde pasa el río de Beas debidamente  canalizado.
Beas 9-9-18

A partir de estas fechas las tormentas dejaron el casco urbano de Beas de Segura tranquilo. No se produjeron a penas daños en él. Aunque hubo varias que produjeron daños en el campo y algunas, cortes de carreteras en los años 70 y principio de los ochenta.
Este año con la tormenta producida el 9 de septiembre ha puesto a la vista las claras deficiencias en las que estaban las defensas terminadas a principios de los años sesenta y confirmada con los veintitantos litros del último fin de semana del  mes de octubre.

ANDRÉS MARÍN SÁNCHEZ