viernes, 26 de abril de 2019

LUGARES, ACTIVIDADES, NEGOCIOS...: LAS ESCUELAS DE ARROYO




     

LAS ESCUELAS PARTICULARES



 Vamos  a hablar de las escuelas privadas que existieron en nuestro pueblo. Aquí en este apartado no se puede hablar de colegios sino de pequeños núcleos de niños que asisten en un edificio o casa particular de manera regular a clase para aprender a leer y escribir y conocer las cuatro reglas u operaciones: sumar, restar, multiplicar y dividir.

         Desde hace un siglo aproximadamente existe la escuela pública en nuestro tiempo. Esta se daba en casas particulares, habiendo una clase para las niñas y otra para los niños. Hay un testimonio gráfico de estas escuelas de finales de los años 20 del siglo pasado, en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera.

         Pero nos vamos a dedicar a aquellas clases que se daban pagadas por los padres para que sus hijos aprendiese a lo ya dicho anteriormente: leer, escribir y las cuatro reglas.

         Había personas discapacitadas que se dedicaban a la enseñanza cobrando por su trabajo cantidades ínfimas a veces solo por el sustento de la comida o de tener un sitio donde cobijarse. A principios de los primeros años del siglo XX recorrían los cortijos para llevar el saber a estos lugares. De otros cortijos de los alrededores acudían los chiquillos a la escuela particular de estas personas más o menos discapacitadas, la mayoría de las veces mancos, los llamados manquillos. A veces no tenían dinero y pagaban en especies como huevos, tocino o a veces con gallinas.

         Pero aquí en el pueblo, donde lo tenían fácil para asistir gratis a la escuela también hubo esta clase de maestros hasta finalizar los años 60 y incluso una de estas escuelas más tarde.

         Empezaremos con la más antigua que yo conocí y que más tiempo duró. Esta era una escuela que se podía llamar hoy día escuela de Infantil. Era la escuela de la Leocadía, la madre de la recientemente fallecida Isabel Romero.

         Esta mujer que no tenía ninguna clase de estudios puso esta escuela para en los años posteriores de la guerra poder ganarse su sustento y las de sus dos hijos. Era viuda y ser viuda en aquellos tiempos tuvo que ser muy duro.

La escuela estaba en la segunda puerta de la segunda casa de la derecha

         Como  he dicho, era una escuela para aprender a leer en las cartillas las primeras letras. Y digo a leer porque eso era lo que mejor se hacía aquí. Escribir costaba mucho más a causa de no tener apoyo donde ayudarse con las libretas, el que tuviese, y las tabletas de entonces, las pizarras.

         Estaba situada esta escuela en la casa familiar de hasta hace un meses ha vivido Isabel Romero, hija de la Leocadia. En la calle Rosales, enfrente de la entrada desde la carretera a esta calle que forma la carretera de Fuentebuena. La habitación de la escuela era la entrada de la casa, pues al abrir la puerta de la casa te encontrabas con la escuela y de allí se pasaba a las otras habitaciones de la vivienda.

         Al frente de la puerta tenía la “Maestra” con mayúscula su mesa dominando a todos los alumnos. Estos se sentaban en sillas pequeñas, silletas, que se habían traído de su casa. Para poner orden disponía de una vara larga de oliva que llegaba desde la mesa a casi todos los rincones de la habitación sin tener que levantarse la maestra.

         Aquí venían los niños que tenían menos de seis años y algún que otro mayor que no sabía todavía leer. Cuando yo estuve en ella había un chiquillo que sobresalía como un gigante sobre todos los demás, era por lo menos tres años mayor. Además me acuerdo de este por otra cosa, se encariñó con mi silleta y hubo un tiempo que no me dejaba sentarme en ella diciendo que era suya hasta que un día intervino mi madre en el asunto.

          En esta escuela estuve poco tiempo, uno tres meses. Tenía unos cuatro años y cuando terminé con las tres cartillas y la del manuscrito que hacía de enlace con los libros de la enciclopedia Álvarez, dejé de venir a esta escuela y quedarme algún año sin ir a la escuela porque no tenía la edad reglamentaria para poder entrar en la pública. En esto al final tuve suerte y me admitieron un año antes a ella, al hablar un día con el maestro don Andrés, mi tía Inés, para que hiciese el favor de admitirme con cinco años. El espacio entre una escuela y otra era muy escaso, unos cincuenta o sesenta metros. La escuela pública estaba en la misma calle, en la casa de Pepe Sierra, hoy partida entre sus dos hijos Paquita y José Ortega. Las niñas estaban en la parte baja de la hoy casa de Paquita y los niños en la parte de su hermano José que tiene todavía el mismo aspecto de aquellos años.

         Esta escuela de la Leocadia también conocida por la Tabarrera duró hasta entrados los años 70 al empezar las clases de párvulos en la escuela pública. Al principio esta clase pública era solo para los de los cinco años y paulatinamente ir pasando a cuatro y más reciente a tres años.

         En la calle del Río también hubo a finales de los cincuenta un manquillo que daba clases cobrando a los chiquillos.

         Pero la escuela privada que más prestigio tuvo en aquellos años finales de los cincuenta y hasta mediados de los 60, fue la de don Federico y su mujer doña Vicenta. Aquí los más pudientes del pueblo asistían a sus clases y no iban a la pública.
La escuela de D. Federico a finales de los años 50

         Este matrimonio eran valencianos y quizás don Federico sería maestro titulado que no pudiese ejercer en lo estatal por algún motivo burocrático.

         Tenía la escuela de don Federico fama de dura y de exigente con los alumnos. Unas generaciones algo mayores que yo que luego hicieron carreras, salieron de la escuela de don Federico y de su mejer doña Vicenta.


         Esta escuela estuvo ubicada en la calle Rocío numero cuatro, hoy casa de Rocío Tenedor. Sus padres sino recuerdo más se la compraron a don Federico cuando estos maestros dejaron el pueblo y volvieron a sus tierras de Valencia. En aquellos tiempos estaba edificado todo el solar, como ahora, pero tenía solo un piso. La entrada a la escuela la tenía por la puerta de la peluquería de la Leli y la de la casa casi por el mismo sitio que hoy día.
Aspecto que tiene la casa de D. Federico hoy día

Me acuerdo que este matrimonio, como he dicho valenciano, celebraba también las fallas. Hacían  las luminarias quemando muebles y algún muñeco o pelele hecho por ellos y sus discípulos en el cruce de calle de la del Rocío y las de Las Viñas.

 Por cierto en aquellos tiempos a esta calle, que era incipiente como casi todas las perpendiculares a la carretera, se llamaba calle Valencia por estos personajes que hicieron una buena labor entre los niños que acudieron a sus enseñanzas.

Por último hablaremos de la Academia del Sagrado Corazón o de la academia de don Maximiano.

Antes de hacer la academia, don Maximiano ya daba clases particulares al terminar su horario de escuela a jóvenes que querían prepararse para la guardia civil o para ingresar en algún otro empleo en el que se necesitase algunos conocimientos específicos.

Fue nombrado maestro en nuestro pueblo en 1960, al acabar este curso en el 1961, don Andrés terminó su labor docente en nuestro pueblo. Ya antes había sido maestro en el Quemao, Los Guijalbas y Las Motas. Estando la escuela al principio en el Quemado hasta que se hizo nueva en los Guijalbas.

La academia la dirigía él, don Maximiano y al principio le ayudaban o trabajaban en ella don Casimiro, especialista en geografía y historia, Antonio Espinosa, Antoñito el de Basilio, que era el especialista en matemáticas, física y química. Don Maximiano daba de todo, pero especialmente lengua, francés y latín. Luego se irían añadiendo otros maestros que tenían sus plazas en el colegio publico de Arroyo, como Paco Cabrera nos daba latín, su amigo José María Cisneros, Ramón Pérez, Ángel Romero o Gabriel Vivo.

Esta  academia fue muy importante para nuestro pueblo porque hizo las veces de instituto, pues se daban las mismas materias que en él con la única salvedad que no era oficial y había que presentarse en el instituto a hacer los exámenes.

Los primeros alumnos de esta academia eran los procedentes de la escuela de don Federico. Después fuimos entrando otros que solo habíamos asistido a la publica y a la de la Leocadia. Cuando hacíamos el curso de ingreso y aprobarlo en el instituto de Baeza que entonces era el más cercano, dejábamos la escuela pública y nos dedicábamos en la academia a hacer los cursos de Bachillerato.

Las clases las dábamos antes del horario de la pública y después de salir de la escuela: de 8 a 9,30 de la mañana, de 1 a 2 de la tarde y de 5 a 8,30 de la tarde. Los sábados hasta mediodía. Durante le horario regular de la publica, estábamos estudiando o haciendo los ejercicios en alguna casa vacía de maestros bajo la supervisión de tío Ángel Santos. Todos los años teníamos que acudir al instituto de Baeza a hacer los exámenes en Junio o si te quedaba alguna signatura en Septiembre.



LAS ESCUELAS PÚBLICAS



         Ya hemos hablado de las escuelas particulares que ha habido en el pueblo. Ahora vamos a hacer una referencia a los locales o sitios donde se ha dado escuela por maestros de manera oficial. Las llamadas antiguamente escuelas nacionales o escuelas públicas de hoy en día.

         Desde hace un siglo aproximadamente existe la escuela pública en nuestro tiempo. Esta se daba en casas particulares, habiendo una clase para las niñas y otra para los niños.

         El 30 de octubre de 1919, con motivo del expediente incoado por el ayuntamiento de Beas, se crea una Escuela de asistencia mixta desempeñada  por un Maestro en nuestro pueblo y las entidades de cortijos de los Guijalbas, Chozas, Cañada Arada, Ventarique y cortijos diseminados  a distancia menor de un kilómetro.

         El 19 de febrero de 1924 se crea definitivamente una escuela mixta para nuestro pueblo. A primeros de noviembre del este mismo año se publican la relación  provisional de vacantes para ser provistas  entre opositores de maestros. En esta relación está la escuela de Arroyo del Ojanco. A primeros de diciembre esta escuela está en la relación de vacantes que habían de ser otorgadas  según la Dirección General  de Enseñanza.

         El 25 de marzo de 1925 de publican los nombramientos de Maestros propietarios, siendo para nuestro  pueblo Francisco J. Gutiérrez Ledesma.

         A finales de marzo de 1926 la Sección de Enseñanza de Jaén aprueba la escuela unitaria para maestra para Arroyo del Ojanco. Esta escuela fue creada el 24 de febrero para un censo de 681 habitantes


         Hay un testimonio gráfico de estas escuelas de finales de los años 20 del siglo pasado, en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera. En la foto hay una serie de niños de varias edades donde estaba mi padre que tendría entre siete u ocho años.

         De esa época hay un libro que va narrando en el estado que estaban las escuelas públicas de los pueblos de España y en especial al capítulo llamado “VIAJE  A LAS ESCUELAS DE ANDALUCÍA” de LUIS BELLO TROMPETA

Luis Bello Trompeta fue un conocido periodista y político nacido en Alba de Tormes el 6-12-1872 y fallecido en Madrid  el 5-11-1935. Fundador de varias revistas, dirigió El Liberal de Bilbao y escribió en El Heraldo de Madrid, El Imparcial y otros periódicos. Pero fue en el El Sol donde alcanzó fama y reconocimiento. Entre 1926 y 1929 emprendió una campaña de viajes por toda España describiendo la situación de las escuelas. Estos artículos se recogieron más tarde en los tomos de “Viaje a las escuelas de España”.

Miembro de Acción Republicana y más tarde de Izquierda Republicana, fue elegido diputado por Madrid en las constituyentes de 1931. Participó en la comisión que redactó la Constitución de la República y presidió la comisión que debatió el Estatuto de Cataluña. Murió de un grave problema intestinal en noviembre de 1935.

         El periodista Luis Bello hizo este recorrido por las escuelas de España entre el 1926-29. En lo que se refiere a las esuelas de esta provincia lo hizo en el 1928

         Decía así cuando visitó Beas en su recorrido por toda la sierra de Segura.

         “Estamos aguardando a don José, el maestro unos cuantos muchachos y yo en la puerta de esta escuelita que le llaman de las Casas Nuevas.

En el repecho de una cuesta empedrada de guijos, orilla de una buena fuente de piedra. Como van viniendo poco a poco, hay tiempo para que se acostumbren a verme, y aún tratándose de extraño tan extraño, no tardan más en aceptarme de lo que habrían tardado en cualquier escuela de Madrid. Pregunto cosas ajenas- al parecer – a la enseñanza. Por ejemplo, que comen en sus casas; a que juegan.

Preguntas como el lector verá sin importancia. Preguntas insignificantes. Perdóname si le entretengo y malgasto su  tiempo contando lo que come un chico de pueblo antes de ir a la escuela. De ocho niños, a uno le dieron pan y chocolate crudo. A otro pan y sardina. A dos, pan solo. Y a cuatro no le habían dado nada. Sin duda, llegaron primero los que podían aligerar.   

Luego van apareciendo otros de mejor estampa, más lavados y menos rotos. Los hay que han tomado café y alguno café con leche. Pan con tocino. Por último, la mejor formula: pan con aceite, con”bujero”. Cuando llegan los más acomodados ya es difícil saber lo que comen los otros, porque no quieren decirlo y su dignidad exalta la fantasía. Un pucherito con sopa de pan. Habas crudas de postre- o “ensala”-. Y el puchero de garbanzos con patatas – que también llaman por aquí “crillas”-, tocino. Y hasta carne de cordero y – “morcilla si señor. Y hueso añejo, que también echa mi madre.

A la comida le dicen merienda. Por la noche un guiso de arroz o patatas y gazpacho. O una salsilla “pa mojar”. O patatas “asás”. Pero esta es la tierra del aceite; más que Villacarrillo, a cuyo partido pertenece Beas de Segura. Más que Martos. ¡Que ya es ponderación! Nadie tendrá por tierra pobre ala que da  doscientas  mil fanegas al año. Chicos y grandes van también a coger aceituna, mediados diciembre hasta marzo; y cuando llega el día van a la rebusca. Igualmente se emplean muchachos y muchachas entre marzo y abril, para la escarda. Tampoco es pobre por el exceso de división de la propiedad. Aunque tiene grandes capitalistas,- tres o cuatro de veinte mil olivas para arriba y unos doscientos medianamente ricos -, hay en Beas más de dos mil pequeños propietarios. El año 60 se vendieron las dehesas; pero el pueblo las roturó, y en 73 se anuló la subasta. Allí se empezó los olivares, de resultas de ese reparto espontáneo. La calidad es buena, y, por lo tanto, el término debe considerarse como uno de los  más felices de España. Mi visita a la escuela y mi conversación con los muchachos indican que esta felicidad a tener sus excepciones y limitaciones. .

         Porque la escuela es pobre. Los alumnos, como la escuela. Y ahora diré porque razón anoto en muchas partes, y en este viaje a Orcera singularmente, los juegos infantiles. Para mí, los juegos entrañan cultura, una forma delicada, y al mismo tiempo robusta, de la cultura popular. Imaginación – es decir, Nida – para crearlo. Tradición,-  es decir memoria – para conservarlo. Aquí estoy en el límite de los que hemos llamado cumbre del analfabetismo español. En Beas de Segura aunque pertenezca a Villacarrillo. Y en el mismo partido de Villacarrillo la proporción de analfabetos es de 78,25%, según la estadística oficial. Busco, por consiguiente, la primera razón de esta cifra en la incapacidad.

         Pues bien: yo no sacaré consecuencias ni dictaminaré si hay una cultura antigua de la palabra hablada y otra cultura nueva de la palabra escrita, que en cierta manera, y por desgracia, se excluyen mutuamente; pero en ninguna parte he encontrado tal abundancia y riqueza de juegos como entre los muchachos de Beas. Juegan como suelen jugar en toda España: siguiendo aquella curiosa  rotación, tan fija como las estaciones del año; pero además tiene sus variantes y sus nombres locales. Juegan a maisa, al cangrejo y a la piola. Al boliche. Al castro. Al borriquito de agua. Al cortacuellos. Al mogón. Al cuco. Al hínchate sapo. A Mariquilla está mala ¿con que la curamos?... A peña ronca. A las herrauras. Al cazaratones o chilimindrón, ¿que no he sido yo? A roma. A romo, el palo en el suelo. A guardagorra. A la rata escondía. A caballos, tres y salto. Al molino de viento. Al salto del papo. A lo mochamos, contamos ocho… Larga debía ser aquí la pragmática de los juegos; pero los muchachos la aprenden sin esfuerzo, muy  pronto. Lo mismo lo pueden aprender, aunque no lo inventen ellos solos, como Pascal, las proposiciones de Euclides.

         Ya está aquí, don José el maestro. Subamos con él las gradas del zaguán y la escalerilla volada que parece un despojo de algún barco náufrago. Veamos como da su clase en esta escuela brava, de tipo antiguo, un maestro tan bueno como don José de la Torre. Primero atenderemos a los muchachos, que al llegar a sus bancas, ordenándose con arreglo al concepto que allí merecen, cambian de valoración y de cara. Dos chicos no valen lo mismo, comparativamente, cotizados en su pupitre o cotizados en la calle. Unos más despejados, otros más lentos; unos voluntarios, otros distraídos; toda esta tropa va marchando. A mi propósito basta decir que ni ellos ni sus maestros tienen la culpa de que la Estadística maltrate como ya sabemos a la provincia de Jaén. Pero aparte de eso hay que ser ciego para no ver la terrible dureza del espectáculo que ofrece la escuela pública. Los muchachos salen, por sus trazas, no de un combate, sino de una larga guerra. Lo de menos sería el trasquilón de ese y la pedrada en la cabeza de aquel. Pero veo a un desgraciado, cojo, lleno de lacras y – seguramente – de miseria. El ambiente es sórdido. Los contactos, inevitables. La pelagra de otro muchacho fuerte y sano, ¿de donde viene? El sentido democrático de la escuela se acendra, se purifica con prueba tan agria. Todo es reformable.

         Todo esto que parece fatalidad del orden social puede cambiar. Para ello no evita que corran por la piel del visitador de escuelas diferentes temblores. Y que un tumulto de protesta altere la ecuanimidad que debe conservar un pedagogo. Mirando hacia el cielo para que pueda descansar los ojos en el azul, veo que está muy alto porque se interponer una ladera próxima. Arriba hay una cruz que llaman la Cruz de los Trabajos. Antes se alzaba sobre peñascales, y ahora todo ese mote está roturado y olivado. Poco a poco, el pueblo gana. Estas escuelas Irán pronto a mejor local, porque hay otras casi construidas. Habrá más sitio para los niños.  Más  maestros. Para precisar más noticias y no hablar vagamente, diré que hay aquí, además de cinco maestros y tres maestras, un colegio de monjas subvencionado por el Ayuntamiento con obligación de educar sesenta niñas pobres. En arroyo del Ojanco, en las cuevas de Ambrosio y en los prados de Armijo han hecho escuelitas que ya deben tener maestro si la Gaceta se ha acordado de ellas. Yo creo que va llegándoles también a los muchachos y a sus maestros la hora de salir de esa terrible advocación, ya que han vivido tanto tiempo bajo la Cruz de los Trabajos”.

          También  hace un estudio sobre el analfabetismo de toda la Sierra de Segura así como de otros pueblos del entorno: en término de Villacarrillo el porcentaje es del 78,25 %. En La Puerta de Segura el 73%. En Orcera capital del partido el 82%. En Pontones el 88%. En Santiago de la Espada el 92,8%, de cada cien hombres saben leer 10 y de cada cien mujeres saben leer 4. En Segura el 88,9%. Siles 82,9%.  Partido de Cazorla 79,04%. Partido de Úbeda 75%.  Albacete 50%. Yeste el 83,88%. Caravaca 79,73%.

         La estadística de analfabetismo en Jaén en aquellos años y anteriores era la siguiente:

-         En el año 1877 en la provincia de Jaén había un 77, 71 % de analfabetos y diez provincias le superaban en este porcentaje. En la capital el porcentaje era 64,5 %. En España era en aquel año el 66, 30 %.

-         En el 1920 el porcentaje de la provincia de Jaén era el 75, 03% y ocupaba el último puesto detrás de Murcia con el 69,85% y Albacete con el 70,75 %. La primera provincia era Santander, hoy Cantabria, con el 27,41%. La media de España era 52,23%.

-          En el 1930 en Jaén, como toda España, había mejorado algo su porcentaje siendo el 61%. Seguía siendo la última de España y por delante se mantenían Murcia con el 57,5% y Albacete con el 59,6%. La primera era Santander con el 26,51%  y la media de España con el 42,33%.

-         En el 1920 había en Jaén una media de 1,4 mujeres analfabetas por cada varón que lo fuese.

-         En el 1930, en Jaén, había variado algo la comparación, pero en negativo, por cada varón analfabeto había 1,6 mujeres.

-         En el 1923 se crearon en Jaén 383 escuelas y 17 graduadas.

-         En el 1929 se crearon en Jaén 549 escuelas y 18 graduadas.

        Como vemos en estas estadísticas de aquellos tiempos en los

que la escuela pública se abrió en nuestro pueblo y el reportaje que hizo Luis Bello por su recorrido por las Escuelas de España, nos da a conocer el mal estado que estaba la educación en Jaén con respeto a otras provincias españolas y la zona de la Sierra y del partido de Villacarrillo que eran la tasa de analfabetismo más altas de España y solo comparable con ellas la de la comarca de Las Hurdes. Aunque esta última comparación nada tuviese que ver con la pobreza de aquellas tierras y la riqueza del partido judicial de Villacarrillo o del mismo término de Beas: “Pero esta es la tierra del aceite; más que Villacarrillo, a cuyo partido pertenece Beas de Segura. Más que Martos. ¡Que ya es ponderación! Nadie tendrá por tierra pobre a la que da  doscientas  mil fanegas al año”.

El 18 de diciembre de 1929, el jurado designado para adjudicar los premios del certamen pedagógico de la Asociación provincial de Maestros Católicos de “El Santo Rostro”, de Jaén, había acordado conceder los premios de los temas anunciados, a los autores siguientes: Tema 6º a don Miguel Romero López de Arroyo del Ojanco. Este era el maestro de la fotografía antedicha.

         A mediados de abril de 1930, la Comisión de propaganda de la Liga Oretana, defensora de la educación popular, reunida en Beas, acuerda la creación de una escuela mixta en Las Chozas.

El 13 de abril de 1931 hay una propuesta provisional  de destino para Arroyo del Ojanco de la maestra Dª. María de la Paz Capos Baeza-Rojano  que residía en Úbeda. Por estas fechas se hundió el tejado de la Iglesia que llevaba tres años hecha.

         En el mes de junio de 1934 son nombrados como maestros interinos  para nuestro pueblo, Joaquín García Díaz e Isabel Rubio Delgado. En julio se nombran Soledad Guzmán Tercedor y Antonio Priego Acosta. Con un censo de población de 1.260 habitantes. A finales del año en censo que pone cuando habla para la escuela unitaria de niñas era de 886, cinco habitantes más  que en el 1926. Cosa rara, aunque no para mí.

         Pero vayamos a los locales por donde se estableció esta escuela pública en nuestro pueblo, espero no dejarme ninguno.

         Quizá el primer local donde hubo esta escuela en el pueblo fuese en una de las casas de Los Chervanos o familia de los Lunas. Hace casi cuarenta años conocí a una mujer mayor en Jaén que a oírme decir que era de Arroyo del Ojanco me dijo que su marido había sido el primer maestro de nuestro pueblo. Por la descripción que me hizo del lugar deduje que sería una de estas casas que tenía la familia Luna en la carretera. El nombre no coincidía con el de la foto de los años 20 en los que aparece entre otros mi padre, con siete u ocho años.

         Los de esta foto el local donde estaba la escuela era la casa de Pepe Sierra o mejor dicho José Ortega Gómez, el padre de los actuales amos, José y Paquita Ortega Carrasco.
Casas de los hermanos Ortega Carrasco

         En los bajos de la parte de Paquita, hoy reformado toda entera, estaba la escuela de las niñas y los niños estaban en los bajos de la parte de su hermano José, que está sin reformar por lo menos la fachada. Aquí estaría la escuela por lo menos 30 años, hasta el 1958 año que se trasladó a los locales oficiales de las Escuelas Viejas.

          En estas Escuelas Viejas, se pueden nombrar así, tuve el privilegio de asistir por primera vez a sus clases y el último año de funcionamiento de estas. Quizás también, mi padre, estuviese en su primer año de escuela en ellas en 1927 o  1928. 

El  patio de recreo de aquellas escuelas que había al principio de la calle Rosales y de la actual calle Fuentebuena, era, eso, la calle o las calles próximas. Además de la puerta de la escuela, donde hacía rincón, este era el lugar de las niñas, por lo menos en lo que yo conocí. Los chiquillos tenían más lugares, como a lado de las paredes de la cooperativa en su puerta principal. De aquí me acuerdo de jugar con la trompa o zompa como decíamos nosotros, o a las bolas cuando la tierra que había cerca de la pared se ponía suave. A las guerras se iban más retirado, por la incipiente calle María Luisa hasta el vallejo de la Rana. De aquí me acuerdo de un montón de arena de una de las primeras futuras casas de esta calle.

La clase estaba compuesta por un barribarrullo de diferentes clases de bancas. Había algunas que se levantaban la tapa superior de la mesa y de un banco negro que estaba al final de la clase que ha durado un montón de años en el edificio de las escuelas viejas. A mi, como el curso ya estaba empezado cuando llegué, me sentaron en una banca de la punta adelante con los más grandes o mayores de la clase, uno de ellos era Laureano Cano, el antepenúltimo de los Sietegibas varones.

En estas escuelas también me hicieron mi primera fotografía escolar. Aquel año las hacían en el patio de la escuela, mejor dicho de la casa. Don Andrés mandaba para aquel acontecimiento a los niños a sus casas para que viniesen aseados y con ropa limpia, pero a mi no me mandó y lo único que hicieron fue peinarme, no se si el fotógrafo o el mismo maestro.


En el grupo escolar nuevo empezamos con los mismos materiales escolares: el mapa de hule de España que se iba deshaciendo, la pizarra de madera contrachapada pintada de negro y los mismos bancos. Los niños nos colocamos en la escuela del segundo pabellón, donde está hoy día la domus romana y las niñas en la misma posición pero en el pabellón último, donde está la cocina y el comedor de la residencia. 
El pabellón dedicado a clases de niñas en las Escuelas Viejas


Los maestros siguieron los mismos. Don Andrés y doña Carmen. Al año siguiente llegaron nuevos maestros y maestras. Y aquellas clases de más de noventa alumnos se fueron dividiendo en otras más pequeñas. Me acuerdo, cuando mandaron nueva equipación de pupitres, los más pequeños nos sentábamos en el suelo entre las filas de mesas pues no había para todo el mundo. Esto fue en el curso 1958-59. Entonces se creó una graduada para niños de cuatro unidades y otra de niñas exactamente igual con cuatro unidades.

 Siempre había en aquellos tiempos algún percance con los tinteros al derramarse sobre las mesas de los pupitres, aunque en ese curso viniesen el equipamiento con mesas planas. Los pequeños no llevábamos más que la una libreta azul, más pequeña que una cuartilla con las tablas de las cuatro operaciones por detrás y por delante alguna ilustración de animales, de la que me quedó en la memoria fue la del lince.

Aquellas escuelas Viejas, que entonces eran nuevas, no estaban cerradas ni por verjas o vallado, ni por ninguna puerta. Algunas veces, los mayores, se iban con sus juegos hasta la calle del lavadero que entonces se estaba ampliándose en otras paralelas más abajo y la fuente donde íbamos a beber agua estaba en lo que hoy es el Púb. Blanco y Verde. Y los servicios, aunque estaban hechos dentro de los cuatro pabellones entre las dos clases que había en cada uno, no funcionaban porque no tenían desagües ni agua corriente. Estaban en el cauce del arroyo.

En el año 1962-63, estas escuelas sufrieron una reforma y la de los niños tuvimos que trasladarnos a las casas de los maestros que estaban vacías, a los de mi curso nos tocó la que luego sería mi casa durante doce años.

El B.O.E. del 27 de marzo de 1964 publica las Agrupaciones escolares de la provincia de Jaén: “En Arroyo del Ojanco. Mixta Francisco Vílchez, con dirección con curso y ocho unidades (cuatro de niños y cuatro de niñas. Quedan integradas la graduada de niños y la de niñas, de cuatro secciones cada una”

En el 1964-65 otras reformas de los tejados hicieron cambiar de lugar de las clases. Esta vez fueron los salones parroquiales y los bajos que tenía Roque Gilabert a lado de la fuente, hoy la tienda de Fernando o de Mariló Gilabert. En este mismo curso, los niños y niñas que estábamos estudiando bachiller con don Maximiano, dábamos las clases en el salón parroquial fuera del horario escolar y el estudio y otras clases en la casa que es hoy día de Paquita Molina en la calle Viñas esquina Santa Catalina.

Después de este curso ya no se tuvo que salir del grupo escolar por obras a casas particulares, pero si porque no habían suficiente clases para todos los cursos que se impartían.

A finales de los sesenta y sobre todo en los años setenta, hubo que alquilar salones para poder dar las clases. En las escuelas había en teoría para dar ocho cursos. Al principio había cuatro para niñas y otras cuatro para niños, pero con las reformas de la educación y mezclarse los géneros no había clases en el recinto. Se tiraron las paredes de los servicios y en algunos pabellones se convirtieron estos en aulas.

En todos los años de la década de los setenta hubo clases desparramadas por todo el pueblo. El en grupo escolar se quedaron las clases de los mayores y desde primero  hasta quinto salieron de él.

Se dio clase en la casilla de los peones y el bar Gorrino. En los salones parroquiales, los bajos de las casas de Germán y de Mari Nieto antes de ser suyas, en la casa de Ulpiano Ortega en la calle del Río, en la casa de Luis Blanco, hoy día la tienda de electrodomésticos Juan M. Bustamante y en los años finales se cerraron las primeras y se abrieron en el salón de bodas de las Vigas y en la guardería que entonces era la OJE. Todo hasta el año 1979 que se inauguró el nuevo recinto donde están ubicadas hoy día.    


El Colegio de Infantil y Primaria de Arroyo del Ojanco

Como dato anecdótico sobre nuestras escuelas tenemos esta referencia: A finales de octubre de 1897 se le propone como maestro de Beas a Francisco Vilchez y Morcillo, título superior, sueldo legal en propiedad 1.100, computable 1.100, años de servicio en la última categoría 9 años 10 meses y 9 días, en el magisterio ídem y servicios interinos ídem, oposiciones aprobadas tres. De este maestro llevan la escuela de primaria de nuestro pueblo el nombre. Era natural de Jódar. Fue también secretario de la Juventudes del partido republicano de Beas en el año 1893 y en años posteriores  

ANDRÉS MARÍN SÁNCHEZ