lunes, 10 de marzo de 2025

 CRÓNICAS SAN MARQUERAS: RITOS DE SAN MARCOS EN LOS SIGLOS XVI - XVII

    En los siglos XVI y XVII hay varios escritos en la región extremeña que nos relatan la relación del Santo con los toros el día de su fiesta.

    Varios autores, la mayoría religiosos, como este que a continuación expongo, son los cronistas de estos acontecimientos que en algunos casos son sus más acérrimos defensores. Fray Francisco de Coria es uno de ellos.

    En su manuscrito editado en 1602 , trata como su título dice de la descripción histórica de la región de Extremadura, en aquella época provincia. Hablaba como su titulo indica más abajo de antigüedades y grandeza..., y fundación de sus iglesias y obispados.

    En el capítulo 61, lo dedica enteramente al rito de San Marcos que se celebraba en el pueblo de Brozas todos los años. Consta de 3 páginas manuscritas. He intentado trascribirlas lo más parecido al original, entre paréntesis las palabras que no he podido transcribir. No había apenas comas y menos puntos, voy a intentar poner algunos para que sea más legible.

Descripción e historia general de la provincia de Extremadura [Manuscrito]: que trata de sus antigüedades y grandeza..., y fundación de sus iglesias y obispados / compuesto por Fray Francisco de Coria, de la Provincia de San Gabriel, de los descalzos de San Francisco (1602)

 

(En San Diego de Sevilla a veinte días de enero de mil y seiscientos y ocho años)

 



 

CAPITULO LXI EN EL CUAL SE TRATA DE

 UNA SOLEMNE PROCESIÓN QUE SE HACE

 EN LA VILLA DE LAS BROZAS TODOS LOS

 AÑOS EL DÍA DE SAN  MARCOS

 EVANGELISTAEN LA QUE SE TRAE UN

  TORO MUY BRAVO

Hay en la villa de Las Brozas una Iglesia dedicada a la advocación del Glorioso  Evangelista San Marcos. Hay en ella fundada una Cofradía de gente honrada y devota de la Villa,  y por devoción y reverencia del Santo sacan algunos toros: Los que se guardan en los prados de dicha Villa, y llegada la víspera  de la fiesta de San  Marcos sale el Mayordomo de su Iglesia  con seis Cofrades en busca del toro que para aquel año se haya señalado. Y llegados el Mayordomo y Cofrades a la boyada con unas varillas en las manos acercándose al toro con mucha fe y devoción. En nombre de Dios y del  Santo le dice el Mayordomo alzando los brazos: Anda acá Marcos que ya es tiempo y hora de  ir a […]  a la celebración y fiesta del Evangelista San Marcos.

 El cual oyendo esto cogen un toro el más feroz y  bravo que hallan y eligen para este ministerio se rinde y amansa ya y da lugar para que lo sacándolo de la vacada y lo guían y traen a la dicha Villa como si fuera una mansa oveja, y llegando con él a la iglesia de San Marcos que está fuera de la Villa. En  la cual está apunto esperando el toro y pueblo. 

Empiezan  las vísperas con mucha solemnidad alegría los asista el toro guiando  con mucho sosiego y reposo como si fuera persona que hubiera entendimiento y acabadas las vísperas el Mayordomo y  Cofrades lo llevan a la Villa y lo traen por todas las calles de ella y lo entran en muchas casas y andan con él por todos los aposentos bajos de ellas y piden limosna para el Santo. Entrando y saliendo por  donde le guían torciendo  el cuerpo y cuernos  por la estrechura de los lugares  por donde le hacen entrar, y después que de esta manera andando con él por toda la Villa lo llevan a un cercado y  lo encierran dentro, a donde se queda aquella noche. 

Y por la mañana entra en el cercado el Mayordomo solo y  llamando de la misma manera lo saca afuera y  lo lleva a la Iglesia Mayor de la dicha Villa donde está presente la clerecía y pueblo. Y  ordenándose una devota y  solemne procesión salen de la Iglesia llevando en medio de ella al dicho toro y juntos  de los sacerdotes que van revestidos para celebrar la Misa. Y es grande maravilla el sosiego  y mansedumbre con cual sin hacer daño a nadie. Llegándose  todos con seguridad  y tocándolo le ponen las manos en el cerro (lomo) y asiéndolo por los cuernos poniéndole  en ellos roscas de pan, guirnaldas de flores y candelas encendidas. 

A punto tan  manso  a todo como si fuera un cordero, y muchas veces sucede con la apretura de la gente que aquel día acuda de toda la  comarca a ver esta maravilla apretarle tanto que muchas veces acontece caer sobre él sin hacer más movimiento que si fuera un jumento: Antes sucede muchas veces viéndose apartado con la mucha gente alzar la cabeza y barba por no  hacer daño ni tocar a nadie con los cuernos. 

Y de esta manera viene en la procesión hasta llegar al monasterio de Nuestra Señora de la Luz de frailes descalzos de San  Francisco que está un buen trecho apartado y fuera de la Villa y allí salen los frailes en procesión a recibir la de la Villa, y un tiro de piedra antes de llegar a la Iglesia del monasterio está un devoto humilladero o capilla y pasando la procesión por punto de él, sube el toro cinco gradas bien agrias para entrar en él. Y al salir baja otros cinco escalones de piedra con grande admiración y espanto de los que lo traen y maravilla la procesión por los prodigios entran  en la iglesia del monasterio con el  toro y pasan al claustro dando vuelta alrededor de él y vuelvan a entrar en  la capilla mayor por junto a la cripta, y  entrando el  toro en la capilla suba las gradas del Altar Mayor que son ocho y bien agrias de subir y llegando a la peana del altar mayor con el hocico huele y besa el altar  y dando la vuelta vuelve a bajar las dichas gradas sin hacer mal a nadie con verse bien apretado de la mucha gente que lo cerca y saliendo con la procesión de la Iglesia va con ella hasta la ermita  de San  Marcos. En  la que celebran  luego la misa con grande solemnidad en  un  altar que  esta aderezado por la parte de afuera por no caber la gente dentro por ser mucha a la que se predica. A todo lo cual así va le toro andando muy manso y quieto hasta que el sacerdote consuma. Y entonces le hacen señal con unas varas el Mayordomo y Cofrades dándole con ellas y hecha esta señal sale de allí tan feroz y desazogado corriendo con tanta bravura y furia que espanta volviendo algunos veces  la cara atrás  como espantado sino osar nadie burlarse  con él más guardándose de él  como  mejor cada uno pueda. 

Cosa por cierto que causa  ¿milagro  y? (suprimidas)  admiración y parezca milagro manifiesto  con el cual quiera Dios manifestar la grandeza y santidad de su cronista San Marcos pues la furia y fiera amansa a un animal tan bravo y feroz. Aunque es verdad  que a San  Marcos entre los cuatros Evangelistas le es apropiado el león y el toro a San Lucas, creo  se hace esta memoria en toro por no haber  león en  España y quien amansa un toro bravo amansara un  león.

 Si hubiera en el campo de rojo el Señor que todo lo puede como se lee en la vida de San Jerónimo a donde se dice que amansó Dios  un león por medio de este Santo Doctor al cual sacó en el desierto una espina que se le había hincado en una mano, y por esto pintan a San Jerónimo con un león a los pies y también se cuenta esta maravilla  en otras muchas  historias. 

Por haber tenido muchas grande incredulidad y dudado mucho de esta maravilla del toro sea suspendida la procesión. Algunos toros  por mandato particular del obispo de Coria como dio caso  no por lo cual la maravilla  de la Brozas y los cofrades de San Marcos tenían Breve Apostólico y licencia general  del Papa para que todos  los años se haga la procesión del toro, pues Dios ha querido demostrar esta maravilla. 

    A continuación tenemos a otro autor Extremeño, este no era religioso, Jacinto Arias de Quintana Dueñas. Este licenciado era nativo de Alcántara de la provincia de Cáceres (Extremadura).

    Según se cuenta en su biografía era un poco exagerado con la defensa que hacía de su tierra, Alcántara. Era considerado historiador y cronista local. Para ensalzar su pueblo, se convierte en un adelantado de la barbaridad y la excentricidad histórica.

        En concreto, el profesor Claros recoge algunas de las ocurrencias de don Jacinto, entre las que destacan que el general cartaginés Amílcar Barca está enterrado en Alcántara, que el emperador Trajano nació en el cercano pueblo de Piedras Albas, donde los apóstoles Pablo y Santiago predicaron el cristianismo, o que don Pelayo llegó a Alcántara en una cesta por el Tajo desde Toledo como Moisés por el Nilo.

    Matidia Augusta, hija de Nerva y hermana de Trajano, era cristiana y fue martirizada por lo que el cronista Jacinto modificó la inscripción que hay en el arco triunfal del puente de Alcántara «para incluir en ella el nombre de la mártir».

    Este cronista fue un adelantado en casi cuatrocientos años de aquellos que van diciendo exageraciones para enaltecer su región "país".

    El profesor Fernando Claros compara a este cronista con el catalán Victor Cucurrul, que dice así: "Santa Teresa de Jesús era catalana de Pedralbes; Cervantes y Leonardo da Vinci eran catalanes; Cristóbal Colón era catalán y no partió hacia América del puerto de Palos, sino del puerto de Pals; el conquistador Diego de Almagro era el catalán Jaume d'Aragó-Dalmau, siendo Almagro una contracción de su apellido. Otra contracción convirtió al catalán Francesc de Pinós de So i Carrós en Francisco Pizarro, que descendía de la realeza, al igual que el catalán Ferrán Cortés, o sea, Hernán Cortés". 

  Y termina Claros así: "Un disparate más: Cucurull niega que Carlos V se viniera a retirar a Yuste, al «culo del mundo, a joderse de asco». Según Cucurull, se retiró al monasterio catalán de Sant Jeroni de la Murtra". 

    He obviado parte de este capitulo, el décimo tercero, en lo referente a la explicación de otros milagros en la que intervienen Santos y la Divinidad, Dios o Jesús.





ANTIGÜEDADES Y SANTOS DE LA MUY NOBLE VILLA DE ALCANTARA DEDICASE A LA MISMA VILLA POR EL ICENCIADO D. JACINTO ARIAS DE QUINTANA DUEÑAS SU HIJO Y AUTOR
                                                                    
                                                                                1661 
 CAPITULO DECIMOTERCIO 
    De la fiesta que se celebra en Alcántara cada año al glorioso Evangelista San Marcos en su día, en que se halla, y asiste muy manso un toro de los del Santo, que suelen ser muy bravos. 
Infinitos han sido los autores, y mercedes que hace la Majestad Divina a la villa de Alcántara, de que sus moradores con humilde rendimiento de gracias se las deben continuamente estar dando en lo devoto de sus corazones, pues haciendo ostentación con liberal mano de sus maravillas, y beneficios, en todas ocasiones de guerra, y otras que se han ofrecido, la ha favorecido visiblemente, y lo que más es, que le ha dado en la cumbre celestial tantos Santos, hijos suyos, por interceptores para el remedio y socorro de sus necesidades.
    El brotar aquí los manantiales de la divina misericordia, yo juzgo, que ha sido por el culto, y devoción grande, que ha mostrado siempre esta Villa con sus gloriosos Santos, que para que lo reconozca, se lo quiere descubrir con lo manifiesto de sus milagros.
    Diré uno, que todos los años obra en ella en honra del glorioso evangelista San Marcos, en su día, de quien es muy devota, es, pues, el caso, que de tiempo inmemorial, cuando se llega el día de su fiesta, y víspera, los Mayordomos, y Cofrades de la cofradía, para solemnizarla más, van al monte, donde está un toro bravo de los del Santo, que suelen ser muy bravos, y en nombre de San Marcos, y con su estandarte, que llevan, le requieren, que se venga con ellos a su fiesta. 
    Hecho este requerimiento, el roro deja el monte, y caminando hacia la Villa en seguimiento del estandarte, y Cofrades, entra en la Iglesia, donde está la Imagen del Santo, y allí asiste a las vísperas que le cantan, y sube a las escaleras del Altar mayor, besa las gradas, y después le llevan por casi todas las casas de la Villa, donde entra, y sube por escaleras bien estrechas, y siendo aquel animal tan feroz, va más manso que una oveja, y de la misma manera el día siguiente de la fiesta está presente a ella junto al Altar mayor, mientras se celebra la Misa, y predica el sermón, y se hace la procesión, en la cual va con la misma sujeción, y mansedumbre, y se deja tocar los cuernos, y acabada la fiesta, se parte al monte, sin hacer mal, volviendo cuando en él está a su natural ferocidad. 
    No ignoro, que algunos escritores, o por mal informados, o por poco noticiosos de la materia, han hablado variamente de ella, y algunos sentido mal, lo cual, por tocar a mi patria, y tener esta acción tantos apoyos, y fundamentos, para que se tenga por milagroso este caso, me ha dado motivo a referirlos en esta mi historia, para que los que han concebido mal de él, si fuere posible, se quieten, y depongan el escrúpulo que hubieren tenido. 
    El padre Eusebio Nierembereg, tratando este caso, sin declarar su sentir, se contenta solo con decir que sobre ello hay diversos pareceres, unos que lo atribuyen a la magia, y otros a milagro.
El padre Maestro Fray Rafael de la torres, refiriendo esto, no se atreve a resolver que tenga superstición, o no. 
    Laguna, ad Dioscorides, refiere este suceso, a que embriagan al toro, opinión bien ridícula, y sin fundamento, y que ella misma por si esta convencida, sin necesidad de buscar razones para ello. 
    Valdemoura lo da por supersticioso, y como tal prohibido por Breve de Clemente VIII, expedido en 10 de mayo del año 1598, a instancia del Obispo de Ciudad Rodrigo, en lo que reprobó, y prohibió como tal, y que en ello se tentaba a Dios para que hiciese milagros, y como acto, en que se ponían en peligro de muerte los que asistían, en él.
     La misma opinión siguieron Torreblanca, y el doctor don Juan de Quiñones. Yo sujetándome, como lo hago, en lo que escribiere, y dijere, a la censura, y corrección de la Santa Madre Iglesia Católica Romana, juzgo que este suceso se debe atribuir a milagro, y para entrar con mejor pies en esta cuestión, responderé en primer lugar al Breve del Papa Clemente, y de la repuesta misma me valdré para sacar de ella las razones, y argumentos, con lo que se puede calificar por milagro. 
    Si se mira con toda atención al Breve, se hallará en él, que el Sumo Pontífice se movió a despacharle a instancia del Obispo de Ciudad Rodrigo, por el informe, y suplica, que le hizo de las ceremonias, y demás circunstancias supersticiosas, que pasaban en aquel obispado, que no se saben cuales fuesen, y fundado en ellas, le dio como prohibición, para que no se hiciese; pero no ex sciencia, &motu proprio, respeto de lo cual solo obligará en aquel Obispado de Ciudad Rodrigo, para donde se dirigió, pero no fuera de él, mayormente estando como no está recibido en otras partes.
    De este modo satisface, y responde a este Breve, y así lo hace el Padre Tomás Hurtado, fraile de los Clérigos Menores. Los segundo se responde, que no tiene lugar su disposición, cuando de costumbre inmemorial, como en Alcántara, se ve que Dios hace, y ha hecho siempre este milagro, porque con esta evidencia cesan las razones de su prohibición, porque pedirle a Dios un milagro, cuando se obra continuamente cada año, no es tentarle, supuesto que no se hace en duda de tomar experiencia de la potencia, y voluntad divina, pues está ya bien conocida.
    Esto se funda en la doctrina de Santo Tomás que dice: Que la tentación es un dicho, o hecho para tomar experiencia de la potencia, y voluntad divina; lo cual no interviene aquí por tenerla ya bien experimentada, y así viene muy a propósito lo que dice el padre Lesio, que no es tentar a Dios, cuando se pide a un Santo, que tiene don de hacer milagros, que los haga; y consiguientemente de aquí se infiere, que el que asiste a esta fiesta, en que se halla el toro, no se puede decir que se pone en peligro de muerte, ni hace acto supersticioso, porque la costumbre inmemorial del milagro, excluye todas estas circunstancias. 
    De este segundo modo responde también al Breve de Clemente el Padre Tomás Hurtado, en el lugar citado, donde latamente defiende no ser este acto de la festividad de San Marcos, con el toro supersticioso, antes lo atribuye a milagro: y lo mismo sienten el padre Fray Antonio de Yepes, y el Padre Fray Juan de la Trinidad, que lo refieren muy extenso. 
    Y para comprobación de serlo, refiere este último Cronista dos casos sucedidos en la Villa de Brozas, donde se hace la festividad de San Marcos, de la misma manera que en Alcántara. El uno que pasó en tiempos antiguos más allá de 150 años, según el se informó de personas fidedignas, y fue, que habiendo mandado cierto Juez Eclesiástico, con grandes penas, que para la celebración de la fiesta no se trajese el toro, y obedecido el Mayordomo y Cofrades, estando junto al Pueblo para empezar las vísperas en la Ermita, vieron, que sin traerle persona alguna entró el toro en ella, y asistió mientras se cantaron; y el día siguiente de la misma manera estuvo presente en la Misa, y anduvo en la procesión por las calles, siguiendo la imagen del Santo en la forma que otras veces, sin llamarle Marcos, ni hablarle ninguno de los cofrades, ni otra persona, como antes solía, por no incurrir en las penas impuestas; lo cual visto, se pidió de ello testimonio por los Cofrades, y se puso la causa en el Tribunal del Nuncio, donde se ventiló, y hecha la averiguación de todo, se pronunció sentencia en favor de la cofradía, dandole licencia, para que en la fiesta del Santo se trajese el toro, mandando, que ningún juez inferior lo impidiese. 
    Otro caso más moderno, sucedió el tres de agosto del año 1597. Y fue, que habiendo dado un caballero de la misma Villa a la ermita de San Marcos, una imagen del busto del Santo, y puesto en la pena del escudo de sus armas; algunos que llevaron mal, que tuviese allí, pareciéndoles que por aquel camino se quería introducir Patrono, se lo quitaron, y recurriéndose por su parte al Juez Eclesiástico, se volvió a poner, sobre que resultaron no pequeñas pesadumbres, últimamente algunos mal advertidos, se revolvieron temerariamente a tomar la Imagen del Santo, y cortarle la cabeza, arrojándola en el Osario de la Iglesia Parroquial de Santa María, entre los huesos de los muertos, y el cuerpo en un pozo, que llaman de los Caños, fuera del lugar. Después de algunos días, yendo un labrador a ver si había agua en el pozo, halló allí el cuerpo de la Imagen, y de allí fue sacado, y casi al mismo tiempo, un muchacho mudo a nativitate, subiendo al Osario a buscar un pajarillo, que se le había volado, vio la cabeza del Santo, y en ella, según dicen, posado el pajarillo, y dándolo a entender por señas, fue sacada de aquel lugar; y para desagravio de aquella irreverencia, se mandó por el Juez Eclesiástico, que lo era entonces el Doctor don Fray Juan Roco, que estaba en Brozas para este caso, que pegada con el cuerpo, se llevase en procesión por las calles, sin esperar el día acostumbrado de San Marcos, y así se hizo en 3 de agosto del año 1597 y sin haberse tratado de que viniese el toro, ordenó Dios, que no faltase, porque al tiempo que se decía la Misa, le vieron venir para la ermita, que está pegada al lugar, y acompañado de tres o cuatro muchachos, entró y asistió en ella, hasta que se acabó, y después anduvo en la procesión, estando siempre doméstico, y manso, como un cordero, de que se hicieron informaciones, y autos jurídicos, que he visto, y de ellos consta lo que se ha referido. 

    Y se confirma más ser milagro este suceso con otros semejantes de Santos, que en su vida y muerte, para honra suya, ha obrado Dios por ellos. De S. Juan Obispo Eboracense, de la Orden del Patriarca San Benito, refiere el Padre Fray Antonio de Yepes en el lugar citado, por autoridad de Mateo de Vuest, que en un Pueblo, llamado Baberlacense, donde está enterrado el Santo, para hacerle fiesta, buscan los toros más bravos que se hallan, y echándole maromas, los traen hasta ponerlos en el Cementerio del Templo; y es muy de notar, que entrando en él, le desatan las maromas, y desatadas, se le quita la furia, y braveza que traían y quedan tan mansos, como cordero, y juegan, y se regocijan con ellos, habiendo sido antes muy feroces: y dice Mateo de Vuest, que hasta su tiempo se vio este milagro. 

  A continuación hace una relación de milagros en los que intervienen toros y otros animales, sangre de alguna imagen como la de San Jenaro de Nápoles, sarmientos que todos los años daban uvas en el día del Santo cuando no era su fecha, brotar rosas en el día de la muerte de las nueve mártires de Córdoba, o los árboles en el día de Santa Eulalia, entre el 1 y el 10 de noviembre, tres árboles que florecían al lado del altar mayor estando desnudos de hojas, estas flores servían para curar algunas enfermedades, o las piedras de Alcalá de Henares donde fueron martirizados los Santos Justo y Pastor, que manaban aceite y de otra piedra que daba vino para consagrar y por último el vestido de San Eustaquio en Murcia que se sacaba en procesión para que lloviera. 

"Mostrando el Cielo estos prodigios, y maravillas para gloria de sus Santos".
    
    Seguía así:
    Y no obstará el decir, que el toro de San Marcos, como animal irracional, no está sujeto a las palabras que le dicen el Mayordomo, y los Cofrades de la Cofradía, ni es capaz de razón para obedecer lo que le ordenan, ni es de presumir, que Dios ha de concurrir en esta operación como vana. Argumento que se vale Torreblanca para dar esta acción por supersticiosa; porque se satisface, que el milagro, quien lo obra, no son las palabras que se le dicen al toro, que estas no suponen, ni tienen fuerza, sino es la voluntad de Dios, que le hace por honra, y gloria de su Sagrado Evangelista, porque suele Dios a las veces hacer milagros, usando de cosas, que naturalmente pueden ser causa eficaz de ellos.

    Continúa poniendo ejemplos de milagros que se describen en las Escrituras, la curación de un ciego poniendo Jesús barro en sus ojos, la curación de un mudo y sordo junto al mar de Galilea, o la plasta de higos en la apostema del Rey Ezequías por el profeta Isaías cuando aquel se estaba muriendo y Dios le dijo al profeta que le dijese que viviría.
    Y para terminar:
     Y con todo quiso la Majestad divina usar de estas cosas, para que se viniese en conocimiento, quien obraba allí, no eran los remedios que se veían, si no la poderosa mano de Dios, y su omnipotencia, y voluntad, y que por este camino el milagro fuese más visible. Asunto y doctrina, que la apoya muy bien Torreblanca; lo cual acontece en este caso, pues lo que traen el toro, solo usan de las palabras para manifestar a Dios su voluntad, de que haga el milagro en honra del Santo.
     De todo lo dicho resulta, que no es mucho que en el día del Santo Evangelista, quiera Dios en honra suya amansar, y domesticar un toro, ni es congruente que de ello se haya de tomar sospecha de superstición, o pacto, pues basta el ver, que este suceso pasa en muchas partes donde hay Prelados muy doctos, y lo que más es, que los Tribunales de la Santa Inquisición lo saben, toleran, sin haber querido quitar esta costumbre, y ceremonia, que es argumento para reconocer, que en ello no interviene cosa ilícita, ni sospecha de ella, porque no había de permitir Dios en su Iglesia, en tantas partes como esto pasa, que padeciesen engaño los Fieles por tan dilatado tiempo, como ha que esto corre. 
    En este capítulo bien sé que he excedido de los límites de historiador pasándome al de Teólogo moral, perdóneseme el haberlo hecho, que el pedírmelo la materia, y algunas personas que han deseado ver en esta mi obra ventilado este punto, me han ocasionado el que incurra en este defecto, si es que lo es.

ANDRÉS MARÍN SÁNCHEZ. 2025