sábado, 17 de septiembre de 2022

 

¿Y EL CORTIJO DE GUADALMENA? ¿Y EL CUARTO DE GUADALMENA?

 

 

Cortijo de Guadalmena en sus últimos años

El cortijo de Guadalmena o Guadmena como se suele decir por estas tierras está prácticamente desaparecido. Solo quedan un paredón y un montón de escombros de la mitad del cortijo principal. Cuantas historias vividas entre esas paredes se han ido como se fueron de estas tierras aquellas personas que fueron los protagonistas de ellas. Las personas desaparecieron antes que el edifico que ahora agoniza tras su derrumbamiento total.

Hasta finales del siglo XIX, esta parte de la finca del Guadalmena, más conocida como el coto de Guadalmena o el cuarto de Guadalmena, estaba en la posesión de una familia compuesta por cinco hermanos y su padre, como veremos a continuación.

Aquí irrumpe un personaje muy importante de finales del siglo XIX y primeros años del XX: Genaro de la Parra y Aguilar.

 Este personaje era natural de Segura de la Sierra, pues su lugar de nacimiento, Orcera, todavía pertenecía a Segura. Corría  el año de 1824 y el 10 de febrero era la fecha de su nacimiento. Era hijo de José de la Parra Quijano y de Vicenta de Aguilar López. Sus abuelos paternos eran naturales de Yeste (Albacete), José y Francisca. Sus abuelos maternos eran de Segura de la Sierra, lo más seguro de Orcera por no ser todavía un municipio independiente, eran Genaro Aguilar y Benita López.

         Fue diputado por Jaén en 1881, que sustituye a Carlos Navarro  Rodríguez, 1886, 1891 que sustituye a Ángel Elduayen Mathet y 1893. Senador por Jaén 1901 y 1902.

Murió en Orcera el 17 de febrero de 1910.

 Este señor tuvo un hermano llamado Escolástico de la Parra Aguilar nacido en Orcera el 12 de febrero del 1926. Murió en Madrid el 22 de noviembre de 1891 a las 10 de la mañana y enterrado al día siguiente a la tres de la tarde en el cementerio de San Justo.

Este señor fue parlamentario por Albacete en 1864, por Jaén 1872 y 1876 por Pontevedra hasta el año 1879 que fue senador por Orense hasta 1881 que fue nombrado senador vitalicio por Alfonso XII estando de veraneo en Comillas el 5 de julio de 1881 y siendo presidente del Consejo de Ministros Práxedes Mateo Sagasta, perteneciente al mismo partido el liberal que ambos hermanos. También fue nombrado consejero de Estado en la sección de Hacienda por la regente doña María Cristina y Práxedes Mateo Sagasta el 26 de enero del 1886.   

 La parte de Coto de Guadalmena la heredó su hijo Vicente de la Parra López. Estuvo casado con Dª Carmen Benavides. Nació en Orcera el 17 de julio de 1867 y falleció el 3 de diciembre de 1924. Al morir sin hijos, Dª Carmen estuvo rigiendo esta finca hasta su muerte, sus sobrinos Alfaros, Parras, Olivares y Valeros, se repartieron estas tierras. Con la aparición de Antonio Sainero por estas tierras, fueron pasando todas estas partes a sus manos excepto la parte que linda con el Cerrillo Blanco y el Arroyo del mismo nombre, que hace relativamente pocos años ha pasado a manos de otro propietario. Este se hizo con la finca al pujar por ella después de intervenir la justicia por los problemas con la explotación que tuvieron Olivares y Valeros    

  

Río Guadalmena por el puente de Doña María

Finca el Coto de Guadalmena. Comprada en 1892 por valor de 77.875 Ptas. a los hermanos García Medina (Agustín, Manuel, Irene, Adela, Francisco, Joaquina) y a Manuel Sánchez García, vecinos de Sorihuela menos dos hermanas que vivían en Villanueva una y la otra en Castellar. El Coto constaba de 460 ha. 14 áreas y 90 ca. Equivalentes a 700 fanegas de ellas 600 roturadas de monte bajo. Tenía una casa cortijo al servicio de los propietarios y colonos con todas las tenencias necesarias para labor y ganado, una era para trillar y varias casitas pequeñas. Además un molino harinero en la confluencia de los dos ríos. El coto llegaba hasta la cuerda del Cerrillo Blanco hasta la desembocadura del arroyo de este nombre en el Guadalimar.

A partir de aquí hay otro coto finca que llegaba hasta el collado de las Bañas. Constaba esta de 979 ha. 88 áreas y 95 ca. Equivalentes a 1500 fanegas de las que estaban roturadas 1100.

Sobre estas fincas pesaban las cargas siguientes que por escritura  otorgada en la villa de Úbeda el 19 de noviembre del 1600, en concejo de justicia  y seguimiento de la villa de Segura, impuso un censo a favor de Hernando de Maleza, vecino de dicha ciudad de 2470 ducados de principal y a su seguridad registró el concejo de dicha villa entre otras fincas las dehesas de Entredicho nuevo y viejo y los cotos de Guadalmena. Del mismo cuaderno resulta también que el concejo de Segura impuso un censo de 35.200 reales a favor de Cristóbal Ruiz registrando a su seguridad en otras fincas de la dehesa de Guadalmena. Se dice que el concejo de Segura tomó a censo 2480 ducados a cuya seguridad registró las dehesas de Entredichos nuevo y viejo y las que llaman las aguas del Guadalmena.

         Viendo las ruinas actuales del cortijo de Guadalmena me viene a la mente las personas que dejaron parte de su vida y algunos su vida, en dichas paredes que ya no existen.


                                                    Ruinas del cortijo de Guadalmena

         Primero el actual propietario derribó las viviendas de los colonos y graneros del cortijo. Estos graneros se llenaban con la parte que proporcionaban los aparceros del cuarto del Guadalmena, casi todos habitantes de nuestro incipiente pueblo. Raro es que los que tenemos nuestras raíces en este pueblo no haya oído en su casa hablar de que sus abuelos tenían una parcela asignada en el cuarto de Guadalmena para sembrar trigo o cebada en menor cantidad. La parte de nuestro término de Arroyo del Ojanco, estaba por aquellos momentos, casi cubierta totalmente por el olivar aunque todavía existiesen zonas a orillas del Guadalimar que se dedicaban a los cereales.

         Tenían al terminar de recoger su cosecha, llevar al cortijo la parte correspondiente del arriendo que le pertenecía a los amos de la finca. En la era que hay nada más cruzar el río Guadalimar al lado del puente que hay cerca del cortijo del cura, era el lugar donde se llevaban las mieses y se trillaban en el orden que llegaban. Casi siempre se terminaba el tiempo de la trilla cerca de San Francisco y casi siempre, hasta mediados del siglo pasado, era el tío Francisco Rodríguez, el de la “posá”, el último en trillar. En los años treinta y cuarenta la calle del Río y el camino del cortijo del Cura era un paseo de gente de ir y de venir a la era de Guadalmena para ver cómo iba la espera para trillar.

         También estaba la tiná de los Servandos, hoy puesta en funcionamiento. En ella esta numerosa familia, de siete  u ocho hermanos y una hermana, vivía del pastoreo hasta que el último de ellos que trabajó aquí, Juan Antonio, se jubiló.

         Me viene ahora también al nombrar a esta familia a aquellas que vivieron en el cortijo de Guadmena, pues también estuvieron relacionadas con algunos de los Servandos. Los nombres de Eugenio, la tía Pepa, Ignacio o el tío Lucha. Todos ellos llevaban el  apellido o apodo en este caso de Guadmena.

         El primero de ellos tenía una buena biografía. Tenía fama de hombre fuerte, de mucho poder físico. Aunque su tamaño no era como se podría suponer medianamente grande, sino todo lo contrario más bien bajo o eso se me quedó en la memoria de las veces que lo vi en mi infancia. Tenía Eugenio fama de gran lanzador de la bolea y sobre todo de la reja. Cuando se enteraba que alguien en el pueblo lanzaba bien estos instrumentos venía desde Guadalmena a retarlo. La competición se hacía al final de la calle Bolea, de este juego o disciplina deportiva le viene el nombre. También se retaba a echarse el pulso con el que quisiese. Se cuenta que decía que el que quisiese ser su yerno debería ganarle en el pulso o en las “caídas”. Tuvo dos nietos de mi edad, yo estaba entre medias de ellos, uno un año mayor y el otro uno menor. En los equipos de infantil que dirigía don Maximiano tenía uno de ellos sitio fijo de defensa hasta los 14 ó 15 años. A finales de los años ochenta esta hija de Eugenio emigraron a otras latitudes, en nuestro pueblo todavía tiene su casa la nieta mayor que de vez en cuando acude alguna temporada.




         La tía  Pepa de Guadalmena o Guadmena, oía hablar de ella desde mi más corta edad. Algunos de sus nietos me eran conocidos y uno de ellos el tercero, Victor o Vitín, fue amigo mío hasta los diecisiete o dieciocho años que se fueron a otras latitudes. Todavía en el pueblo tiene un nieto, Antonio Jiménez el de la Masía. Después, cuando dejó el cortijo de Guadalmena, se hizo una casa en la calle Mártires y esquina con el campo de futbol o plaza de San Marcos. Esta casa con los años se transformó en los pisos de la Familia Navarro y Heredia. El recuerdo de aquellos años que tengo de ella era de una mujer muy buena y la forma tan respetuosa que trataba aquellos jovenzuelos que todas las tardes le daban la tabarra dando balonazos en las paredes de su casa o cerca de ella, o incluso algún balón que cayese en su patio. Nunca tuvo ninguna palabra de amonestación si quiera por alguna molestia que le hubiésemos dado con algún pelotazo en su propiedad, solo buenas palabras con nosotros.


Al fondo el edificio edificado sobre la casa de la tía Pepa

El tío          Lucha a penas me acuerdo, solo algunas de sus hijas y nietos. En el pueblo vivió hasta su muerte su hija María, la del bar Salamanca. De los hijos el que más se deja ver por estas latitudes es el mayor José Luis.


Casa de María Lucha, donde estuvo en su última ubicación el bar Salamanca

Se fueron los aparceros del cuarto de Guadalmena, los habitantes del cortijo, se quedaron los edificios cincuenta años más. Hace unos treinta años hizo el nuevo propietario desaparecer las viviendas, graneros y pajares del cortijo y parte del patio. Hoy día solo queda un montón de piedras y maderas. Dentro de unos años quien se acordará de que hubo una vez un cortijo al que llamaban Guadalmena o Guadmena.

        


Otra vista de las ruinas de Guadalmena