lunes, 5 de marzo de 2018

PREGÓN DE SEMANA SANTA DE ARROYO DEL OJANCO 2017



Autoridades, cura párroco, representantes de las Hermandades, vecinos y asistentes al acto.

Siempre tengo dudas cuando se hace un pregón a quien se pregona: al acontecimiento o personaje que produce la fiesta, o la fiesta en sí. Intentaré hablar algo de las dos partes y no alargarme, espero demasiado. 

Al  hablar de la Semana de la Aclamación, Pasión, Muerte y Resurrección Gloriosa de  Nuestro Señor, debemos tener presente que antes de todo hubo una preparación o entrenamiento para poder pasar por todos estos intensos momentos de esta Semana que a veces era gloriosa, otras trágica y finalmente triunfadora. Es y fue los 40 días del retiro de Jesús en el desierto preparándose para su vida pública después de su bautismo. Lo que celebramos los cristianos como Cuaresma, hoy parece estar muy devaluada. Pasa de puntillas y casi sin notarse para la mayoría de los que nos sentimos cristianos.

La Cuaresma, en la que todavía estamos, se celebraba en nuestro pueblo, por lo menos hasta la llegada de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, con mucha intensidad. No sólo era el ayuno y la abstinencia, era también: la meditación, la reflexión para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo. Era una iglesia, que al tapar las imágenes con telas  moradas no hacía sentir ya el luto que nos aguardaba en la Semana de Pasión y hasta la Gloriosa Resurrección de Jesucristo.

Tampoco había bodas, por lo menos programadas durante ella. No había bautizos si no fuesen de extrema urgencia. Ni otras clases de festejos más o menos públicos en ese tiempo.

Todo hasta que eclosionase la noche del Sábado Gloria la alegría por la Triunfal Resurrección de Nuestro Señor. Caían las telas de las imágenes, las dos campanas de la iglesia repicaban a gloria y las campanillas que tocaban los monaguillos y las que dejaban algunos chiquillos para que la tocaran ese día.

Era la época de la penitencia. Acudíamos en estos días a las confesiones generales multitud de personas, niños jóvenes y mayores hacían cola delante de los sacerdotes para confesarse.

EL DOMINGO DE RAMOS

Con la llegada del Domingo de Ramos se empezaba de lleno en la Semana Santa, lo mismo que hoy en día. Era lo mismo, la ilusión de la gente joven de estrenar algo, sobre todo en las vestimentas que pasan a ser ya de otra estación. A los chiquillos se nos cambiaban los pantalones largos llevados de manera especial en el invierno, por  los cortos a la espera del buen tiempo que se avecinaba.

Las procesiones existían igual que ahora, pero sin música y organizadas de otra manera: los niños delante en fila, a un lado los niños a otro las niñas le seguían en la fila las mujeres y después las imágenes con el sacerdote y todos los hombres y algún que otro penitente cumpliendo alguna promesa. Luego diremos su evolución que tuvieron estas durante la Semana Santa

En especial el domingo de Ramos la procesión se hacía a lo largo de la Carretera volviéndose por la calle San José o por la calle Rosales. No había música en ninguna de ellas. El silencio era la nota característica de ellas. Nadie iba al lado mirando, sino participando en ellas. Y si alguna persona no participaba en ella, al pasar por su puerta salía a hacerle una respetuosa reverencia a la imagen que por allí pasase. Este domingo no había imágenes y tampoco música. Solo ramos de oliva y palmas.

Hubo años que solo se hacía la procesión de las palmas alrededor de la Iglesia. Fueron los años anteriores a la fundaciones de las nuevas cofradías.

 Pero este día  no es sólo la procesión de la Borriquilla. Es el día en que Jesús es aclamado triunfalmente por una multitud a su entrada en Jerusalén. Muchos extendieron sus mantos por el camino; otros cortando ramos de olivos y de palmeras para reverenciarlo. Los que iban delante y los que le seguían gritaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! ¡Dios nos salve! ¡Bendito sea el rey de Israel!

Todo esto sucedió como estaba escrito: “No temas, ciudad de Sion, mira que viene tu rey montado en un borrico”. Escribió  Zacarías.

Y yo me pregunto ¿Qué hizo esta multitud cinco días después delante del Pretorio? Pero sigamos con la historia.

Jesús, en los días posteriores antes del Jueves Santo, los dedicaba a visitar el templo de Jerusalén a predicar y dar sus últimas enseñanzas con parábolas como la del hombre que plantó una viña y las arrendó a unos labradores ausentándose de allí. O como los fariseos, que llevaban varios días tras de Él para matarle. Estos, junto con los partidarios de Herodes iban detrás de Él para pillarle en alguna palabra que le sirviera de excusa para detenerle. Como cuando le preguntaron si era lícito pagar tributo al Cesar. O como los seduceos, que negaban la resurrección, le preguntaron cuando resucitaran de cual ellos sería mujer, porque los siete hermanos la tuvieron en vida por mujer.

Jesús también le avisaba sobre los escribas diciéndole que se guardasen de ellos, “viven de la letra, no del espíritu, de la apariencias y egoísmo”. O alababa a la pobre viuda que echaba dos moneditas, una cuarta parte del as, en comparación con las muchas que echaban los ricos. Esta y otros pobres como ella que entregaban todo a Dios, eran los verdaderos sabios

Les habla de los falsos profetas y de la destrucción del templo. Del perfume de nardo que la mujer derramó sobre su cabeza y de los pobres que siempre tendrían pero a Él no tendrían siempre.

Y mientras tanto, a dos días de la Pascua y los Ázimos,  los sumos sacerdotes y los escribas  buscaban  como prenderle con engaño y matarle: “Durante la fiesta no, no sea que haya alboroto del pueblo”. Y Judas, entretanto se pone de acuerdo con ellos para entregárselo, y andaba buscando el momento oportuno para hacerlo

Tenían miedo a esa multitud del domingo de Ramos y a la que en aquellos días lo oían en el Templo y alrededores.

EL MIERCOLES SANTO

En este día se empezó  a hacer ya la primera procesión de Semana Santa en nuestro pueblo. Era el Vía Crucis, como hoy. Pero con la salvedad del que lo dirigía o presidía era un maestro de escuela, don Andrés Herrera. Los curas eran los de Beas y solamente venían a hacer los oficios. Aunque a mediados de los años 40, en el 47, ya existía la parroquia, no había ningún párroco que se hiciese cargo de ella hasta 1950. A partir de esa fecha ya se empieza la celebración de la Semana Santa de forma completa como ahora.

EL JUEVES SANTO

-          LA ÚLTIMA CENA

Nosotros la celebrábamos lo mismo que ahora, con los oficios o mejor dicho la celebración de la Eucaristía con doble consagración de Formas para guardar en el monumento para los oficios del día siguiente Viernes Santo.

A partir de esta celebración enmudecían las campanas y se llamaba a los oficios religiosos con la bocina y la carraca. Recorrían todo el pueblo los jóvenes con estos instrumentos dando los toques correspondientes a las tres llamadas de las campanas. Aquí nos peleábamos por tocar la bocina que siempre los mayores se apropiaban de ella y los más pequeños se tenían que conformar con la carraca que era llevada o tocada por dos.

Después de los oficios se hacían la procesión, como hoy día. Pero esta procesión tardó algunos años en hacerse por falta de imágenes después de la guerra civil, hasta principios de los años cincuenta. La procesión del encuentro se hacía en sus primeros años el viernes por la mañana temprano. Pero fueron pocos los años que se hizo así, desde que me acuerdo se hacía el Jueves Santo.

También había una adoración nocturna o vela del Santísimo, nada acabar los oficios de este día. Me acuerdo de las lista para los turnos de vigilia hasta relativamente hace muy  poco tiempo. La iglesia no se cerraba  en toda la noche para que se pudiese hacer esta actividad religiosa. Duraba hasta los oficios del día siguiente el Viernes Santo.

Y  volviendo con los acontecimientos de aquel primer Jueves Santo:

En el primer día de los Ázimos, Jesús les da instrucciones para encontrar la sala donde se iban a juntar. Todo lo tenía previsto.

Y durante la cena del aquel día Jesús deja a los suyos una serie de legados muy importantes, como:

UN GESTO DE AMOR SERVICIAL. NUESTRO DEBER  ES ESTAR AL SERVICIO  DE TODOS:

Durante la cena se levantó de la mesa y se puso a lavar los pies a los discípulos. Pedro se le enfrenta: “Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí? A mí nunca me lavarás los pies”. Jesús les dijo: “Si no te lavo, no tendrás parte conmigo”. Entonces Pedro le dijo: “Señor si es así, lávame no solamente los pies, sino también las manos y la cabeza”.

O LA TRAICIÓN DE JUDAS:

A continuación siguió hablándoles a sus discípulos: Yo sé  que se va a cumplir lo dicho por el salmo: “El que come el pan conmigo, se levantará contra mí”. Después de decir estas cosa se conmovió y dijo con claridad: “En verdad os digo, que uno de vosotros me va entregar”. Unos a otros se preguntaban quién sería. Y el discípulo amado le preguntó: “Señor, ¿Quién es?” y le respondió: “A quien yo dé un poco de pan mojado, ese es”. Y mojando un poco de pan en la salsa se lo dio a Judas y este se lo comió y salió inmediatamente. Era de noche.

OTRO, LA EUCARISTÍA: COMIDA PASCUAL Y ALIANZA EN SANGRE:

Mientras estaban comiendo, Jesús tomó el pan, y después de pronunciar la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: “Tomad, este es mi cuerpo”. Después tomó una copa, dio gracias, se la entregó y todos bebieron de ella. Y les dijo: “Esta es mi sangre, sangre de la alianza, que será derramada por mucha gente. Os aseguro que no volveré a beber del jugo de la vid hasta el día que beba vino nuevo en el Reino de Dios”.

Y POR  ÚLTIMO UN NUEVO MANDAMIENTO:

Seguía Jesús dándoles las últimas recomendaciones a sus discípulos: “A donde yo voy, vosotros no podéis venir”. “Os doy mi mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. En esto reconocerán que sois mis discípulos: en que os améis unos a otros”

Pedro le dijo: “Señor ¿a dónde vas?”. Él le responde: “Donde yo voy, tú no puedes seguirme ahora; me seguirás después”.

Pedro seguía insistiendo en ir con Él dispuesto a dar su vida por defenderlo. Entonces Jesús: “¿Qué tú vas a dar la vida por mí? Te aseguro que antes que cante el gallo me habrás negado tres veces”

A partir de aquí empieza la pasión de Cristo, con:

El PRENDIMIENTO DE JESÚS:

A continuación llegaron a una propiedad  llamada Getsemaní, y  Jesús les dijo: “Sentaos aquí mientras voy a orar”.

He aquí, cuando como hombre y sabiendo el tormento que le esperaba, sintió miedo, temor y angustia. Suplicaba al Padre que, si era posible, no tuviera que pasar  por aquella hora: “Abba, Padre: para ti todo es posible, aparta de mi esta copa, pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieras tú”.

San Lucas en su evangelio dice que sudaba sangre cuyas gotas llegaban  hasta el suelo.

Mientras tanto sus discípulos Pedro, Santiago y Juan que se había llevado con Él ya empezaban a abandonarlo encontrándoselos dos veces dormidos. Y cuando llegó por tercera vez les dijo: “Ahora sí que podéis dormir y descansar. Se acabó. Llegó la hora: el Hijo del Hombre va ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos! ¡Vamos! ya está aquí el que me entrega”.

Y aprisionado el pastor, huyen las ovejas: Entonces Judas se acercó: “¡Maestro, Maestro!”, y lo besó. Y la turba que iban con él, le echaron mano y se los llevaron arrestado.

Y todos sus discípulos lo abandonaron y huyeron

VIERNES SANTO:

A partir de aquí Jesús es paseado entre los jefes de los sacerdotes Anás  y Caifás y del gobernador Pilatos al rey Herodes por ser Jesús de esa provincia gobernada por este, Galilea, y otra vez a Pilatos de unos a otros interrogándolo y burlándose de Él. Y el romano que no lo hallaba culpable de ninguno de los crímenes de los que acusaban los sacerdotes al igual que Herodes. Les dijo que después de castigarlo lo dejaría libre.

Les dio a elegir entre Barrabás  y Jesús a  aquella multitud que lo aclamaba rey 5 días antes y ahora pedía su muerte. Sólo quedaron las mujeres a su alrededor y el discípulo amado. Y Todos los abandonaron

Después de ser golpeado y sufrir los escarnios, mofa, afrenta o burla de los soldados: “lo vistieron de púrpura, trenzaron una corona de espinas y se la ciñeron. Le saludaban ¡“Salve, Rey de los Judíos”! Le golpearon la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante Él.

Cuando se hartaron de burlarse de Él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y lo sacaron para crucificarle.

Volvamos a nuestro  pueblo.

 Hasta que llegaron las primeras procesiones se hacía también un vía crucis por las  calles del pueblo bajo la dirección de aquel piadoso maestro, el Viernes Santo  por la tarde.

A primera hora de la mañana del viernes aquí  se hacía el encuentro entre el Nazareno y su Madre. Costumbre que con el tiempo se pasó al Jueves Santo, como ahora.

La primera procesión con imágenes que se hizo en nuestro pueblo fue en este día. Fue con la Virgen de los Dolores, que fue regalada a la parroquia para la primera cofradía de mujeres si se podía decir así. Junto también con el entierro Cristo. Esta imagen fue donada por una familia del  pueblo y guardada durante el resto del año en su casa.

También por la mañana temprano se daba desde distintos balcones de diferentes casas del pueblo:

EL SERMÓN DE LAS SIETE PALABRAS

¡Cuántas personas  lloraban y que alguna sufría más de la cuenta, con algún síncope o desmayo, al escuchar este sermón!

Quiero detenerme algo en él. Empezamos con la

Primera palabra: “Padre, perdónalos, porque no saben los que hacen”. Lucas. 23,34

A la hora sexta, cerca de las doce de la mañana se acabó de levantar en alto a Jesucristo clavado en la cruz. Precisamente  entonces empezó aquel clamoreo de blasfemias y de insultos del pueblo que se mezclaban con las risotadas de los escribas y fariseos retando a Jesús: « ¿Pues no eres tú el Hijo de Dios? Ahora tienes la ocasión de demostrárnoslo. ¡Baja de la cruz y entonces creeremos en ti y caeremos de rodillas a tus pies!»

Y Jesús según el Evangelista Lucas dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben los que hacen” y esto lo repitió varias veces.

Jesús es el rey del amor, perdona a sus enemigos con esta palabra y la siguiente:

Segunda palabra: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Lucas 23,43

Dice el Evangelio que a la derecha y a la izquierda de Jesucristo fueron crucificados dos ladrones. Al principio quizá comenzaron a blasfemar los dos ladrones; así lo insinúan San Mateo y San Marcos. San Lucas parece dar a entender que solamente uno de ellos comenzó a blasfemar del Señor. Sea de ello lo que fuere, al menos el ladrón que tenía a la izquierda comenzó a increpar a Jesucristo, repitiendo lo que estaba oyendo a los escribas y fariseos, a los jefes de la Sinagoga: « ¡Si eres el Hijo de Dios, baja de la cruz, sálvate a ti mismo y sálvanos a nosotros, y entonces creeremos en ti»!

El otro, el buen ladrón le dijo a su compañero: ¿Ni siquiera a la hora de la muerte temes a Dios?». Y dirigiéndose a Nuestro Señor: “Acuérdate de mí… cuando llegues a tu reino” y Jesús le responde: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”

Tercera palabra. “Mujer, ahí tienes a tu hijo…, Ahí tienes a tu madre”  Juan. 19,26-27

María era la mujer predestinada, la mujer por excelencia, anunciada ya en las primeras páginas del Génesis, el primer libro de la Sagrada Escritura. ” ¡Mujer, ahí tienes a tu hijo”!

Juan será tu hijo. Él se encargará de tu sustento. Yo me voy a mi Padre, pero no te dejaré sola, abandonada en el mundo. Juan se encargará de ti.

Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa

San Juan en aquel momento era el represente de toda la humanidad. Nos estaba representando  a todos y  a cada uno de nosotros. Y cuando Jesús le dijo:” ¡Ahí tienes a tu Madre”! nos lo dijo a todos

Cuarta Palabra: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Mateo. 27,46

Cerca de la hora de nona, o sea, cerca de las tres de la tarde. Nuestro Señor Jesucristo pronunció la cuarta palabra desde lo alto de la cruz. Las cuatro últimas palabras las pronunció en pocos instantes, en contados minutos, muy cerca ya de las tres, a punto de morir. Dice el Evangelio que a partir de la hora de sexta, o sea, desde las doce de la mañana, cuando crucificaron a Jesús, densas tinieblas que se iban haciendo por momentos más espesas envolvieron la cumbre del Calvario, Diríase que el sol se ocultaba horrorizado para no presenciar aquel espantoso crimen.

Después de esto, sabiendo Jesús que todo se había cumplido, para que se cumplieran las escrituras dijo la

Quinta Palabra: “Tengo sed”. Juan. 19,26

Era muy natural que Jesucristo tuviera una sed ardiente. El sudor de sangre en Getsemaní, las terribles torturas y la pérdida de sangre de la flagelación, de la coronación de espinas, de la cruz a cuestas y de la crucifixión. En lo alto de la cruz iba perdiendo gota a gota la sangre divina de sus venas. Probablemente hacia las tres de la tarde, tanto Nuestro Señor Jesucristo como los dos ladrones que estaban crucificados, el uno a su derecha y el otro a su izquierda, tenían cuarenta grados de fiebre.

Y pusieron en una caña una esponja llena de vinagre y se la acercaron a los labios y cuando probó el vinagre Jesús dijo:

Sexta palabra: “Todo está consumado” Juan. 19,30

Estaba profetizado que entraría triunfante en Jerusalén sobre un pobre borriquillo. Y cinco días antes, el domingo de Ramos, entró triunfante en Jerusalén, sobre un pobre borriquillo. Estaba profetizado que sería vendido por treinta monedas de plata. Y en el pavimento del templo estaban todavía las treinta monedas de plata, precio sacrílego de la traición, arrojadas por el traidor Judas, Estaba profetizado en el salmo 21 que se burlarían de Él: lo acababa de recordar el mismo Jesucristo: «Mueven sus cabezas en son de burla... ¡Sálvele Yahvé, puesto que dice que le es grato!... Mi lengua está pegada al paladar... Han taladrado mis manos y mis pies y se puede contar todos mis huesos... Se han repartido mis vestidos y echan suertes sobre mi túnica».

Todo se había cumplido al pie de la letra. Faltaba un detalle. El salmo 68 dice expresamente: «Y en mi sed me dieron a beber vinagre». Y en aquel momento, el soldado, con la lanza, le daba a beber vinagre. Y Cristo, recorriendo todas las profecías del Antiguo Testamento y viendo que se habían cumplido maravillosamente todas en Él, lanzó un grito de profunda, de íntima y entrañable satisfacción: « ¡Todo está consumado, todo está cumplido!”

Y Séptima Palabra: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” Lucas. 23, 46

Se ha ido desangrando poco a poco: «gota a gota», como dice Séneca que morían los crucificados. El rostro de Nuestro Señor Jesucristo se está transfigurando por momentos. Carne blanquecina que se vuelve violácea. Cejas hundidas. La nariz que comienza a afilarse. Los labios que se adelgazan...

 Y levantando sus ojos al cielo clamó con una gran voz: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». E inclinando la cabeza expiró, murió.

Al instante un terrible terremoto sacude la roca del Calvario. La cruz de Cristo se balancea violentamente por la tremenda sacudida. La gente huye alocadamente. El velo del templo se rasga de arriba abajo. El Centurión se golpea el pecho: «Verdaderamente éste era el Hijo de Dios». Los muertos resucitan. La Virgen María contempla aterrada, angustiada y dolorida el espectáculo... en aquellos momentos pudo ya, por fin, acercarse a la Santa Cruz. La cruz era muy baja, se levantaba escasamente medio metro sobre el suelo; de manera que la Santísima Virgen, para besarle los pies a su divino y querido Hijo, tuvo que inclinarse, acaso hasta ponerse de rodillas. Creo que  incorporándose poco a poco, llegaría a tocar con sus labios a la herida de su Corazón.

SÁBADO GLORIA Y DOMINGO DE RESURECCIÓN

Con los oficios del Sábado Gloria la Iglesia levanta el luto por el duelo de Jesús. Los cantos de gloria y alabanza suenan esa noche durante la Vigilia Pascual. Es la noche  de la bendición del fuego  nuevo y del agua, lecturas y profesión de fe.

Esta Vigilia Pascual es la fiesta más importante para todos los católicos, porque la Resurrección de Jesús  adquiere sentido toda nuestra fe. Aunque esta se celebra el sábado por la noche, es considerado litúrgicamente Domingo y es allí donde se inicia el día de la Resurrección.

Volvamos a los hechos.

Y pasado el sábado, al alborear el primer día de la Semana, “las mujeres” María Magdalena y la otra María, la de Santiago y Salomé… Otra vez las mujeres son las primeras, las que no le abandonan, las que acuden a embalsamarlo, ellas son las que le dan la noticia “a los que habían vivido con Él, que estaban tristes y llorosos”.

Son las que avisan a Pedro y al discípulo amado. “Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto”. Este llega antes que Pedro, “se agachó y vio los lienzos en el suelo, pero no entró”. Después llegó Pedro y entró en el sepulcro viendo que el sudario no estaba con las vendas, sino aparte y doblado. Entrando a su vez el discípulo que llegó primero, vio y creyó.

“Y en la tarde de aquel mismo día, el primero de la semana estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros.» Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.»
Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

 Y con este mandato  y haciéndome eco de las palabras de nuestro párroco en el segundo domingo de Cuaresma, termino: “Sin Cruz no hay Resurrección ni Gloría y sin Resurrección no vale la Cruz”

Muchas Gracias





ANDRÉS MARÍN SÁNCHEZ