viernes, 4 de octubre de 2024


SAN FRANCISCO Y SU TIEMPO

   
                                                                
 
 
                                             PARTE 1ª
Muchos vecinos de este pueblo conocemos bien poco a San Francisco, nuestro patrón. Conocemos que nació en Asís, que era de una familia rica, que abandonó su posición de privilegio abandonado a aquella para seguir por el camino de la pobreza a Jesucristo, el pobrecillo de Asís, que fue amante de la naturaleza, el primer ecologista, etc.
Voy a intentar a hacer una breve reseña de algunos aspectos de su vida. Empezaré como era el mundo en el que él nació. Vivió entre dos siglos XII y XIII (1181 ó 1182 a 1226). Época como ahora de grandes cambios en nuestro mundo occidental, el paso de la Alta Edad Media a la Baja, la Edad de Oro de la Caballería. Esto llevaba un cambio en el despertar de aquella civilización.
Cuando él nace, se estaba produciendo la famosa tercera Cruzada (1189 – 1192) formada por el emperador de Federico I Barbarroja (alemán), Ricardo Corazón de León (inglés) y Felipe II Augusto (francés), por el lado cristiano. Enfrente tenían al gran caudillo turco Saladino, que recupera Jerusalén (1187). En casi toda su vida activa es contemporáneo de otro gran emperador, Federico II, el último Hohenstaufen
En la Italia de aquellos días se vivía en una continua guerra entre los guelfos y los gibelinos, los partidarios del emperador germánico y los del Papa. En Asís, su ciudad de nacimiento, cambiaba de bando según convenía a sus dirigentes y esto hacía que estuviera a mal con su vecina ciudad de Perugía.
En España es la época de las Navas de Tolosa (1212) con el gran rey Alfonso VIII de Castilla (1158-1214) al que poco tiempo después le sucedió otro gran rey conquistador Fernando III el Santo (del 1217 – 1252) o Jaime I el Conquistador de Aragón (del 1214-1276). Es el tiempo del esplendor de Córdoba con el filósofo Averroes y de Moisés Maimonides médico de Saladino
En la Provenza, el sur de Francia, es en aquellos tiempos la tierra de los cátaros. El tiempo de Esclarmonde, sobrina del mítico Perceval o Trencavel, que dio orden de la construcción de Pog de Montségur y la leyenda la mantuvo viva como guardiana del Santo Grial hasta la caída de Montségur (1244). La cruzada contra los albigenses con la derrota y muerte de Pedro II de Aragón en la batalla de Muret (1214) defendiendo a sus súbditos, los cátaros, contra las tropas del Papa y del rey de Francia al mando de Simón de Monfort.
Es el tiempo también de Leonor de Aquitania, mujer de reyes de Francia e Inglaterra y madre de reyes y abuela de reyes de Alemania, Francia, Inglaterra y España.
En el extremo Oriente el imperio mogol surge siendo proclamado Gengis- Khan, Timuyin, “el forjador” (1167-1227)
Son lo años de la fundación de las ordenes hospitalarias y la de los templarios (1118), los carmelitas (1156), la fundación del hansa (1161) fundación de los valdenses (1175), los caballeros teutónicos (1199) o la fundación de los dominicos (1216) entre otros acontecimientos
En el año de su nacimiento, posiblemente en 1182, era una época de grandes turbulencias en toda la Europa cristiana, siendo Italia en el centro de ellas. Su padre era un rico comerciante de telas (paños) llamado Pedro (Pietro) Bernardote de la familia de los Moriconi de Lucca (Toscana) de probable origen judío y según rumores simpatizante de los cátaros. Su madre donna Pica de origen inseguro, posiblemente de la pequeña nobleza provenzal.
El hijo de ambos, Giovanni, llamado Francesco, nació según algunos en septiembre de 1181 o mas probablemente en 1182 en Asís. Según cuenta algunos, cuando nació estaba su padre de viaje de negocios y su madre sintiéndose indefensa, inmediatamente lo bautizo en la catedral de San Rufino. Con las prisas no se escribieron el registro ni el mes ni el día, sólo el año 1181 y el nombre Giovanni. Al regreso del padre, no lo consideró adecuado, aunque no repitió el bautismo, pero en los anales de Nuestra Señora de la Assunta, figura el nombre de Francisco y el año 1182.
Hay leyendas de más allá del siglo XV que dicen que nació, igual que Jesucristo, en el establo de su casa. Había una capilla con el nombre de San Francesco il Piccolo donde parece ser estuvo el citado establo de la casa del Santo,
En su niñez no fue un alumno que llamara mucho la atención. En la iglesia donde tuvo su primera educación, la de san Nicolás, en el día de dicho santo, se tenía la costumbre de nombrar a uno de los niños “episcopello”, obispo. Nuestro santo y patrón obtuvo dos veces ese honor.
Entre 14 ó 15 años es un orgullo para sus padres. De vez en cuando aparece por las dependencias paternas vestido con chalecos y lujosos pantalones algunas veces hasta de dos colores, a la última moda de aquella época. Esto es a causa de las nuevas rutas comerciales traídas por las cruzadas que suministran de Oriente nuevos tintes a los artesanos florentinos. A los clientes le agradaba aquel muchacho despabilado a quien un profesor particular le daba lecciones de italiano, francés y provenzal. Era un alumno al parecer poco atento y su ortografía era floja. No era en absoluto un “idiota”, como se complacía más tarde en calificarse así mismo.
Alrededor de los veinte años es el que organiza las fiestas con los amigos, invita a estos, paga la música y a veces coge el laúd y canta con una voz agradable y sonora. Algunas veces se pasaban de la raya, como los jóvenes de ahora, cantando a media noche echando serenatas o gastando bromas pesadas a los amigos. A los 21 años hay un enfrentamiento entre las ciudad de Asís y la de Perugia. Francisco interviene en ella cayendo prisionero. Tuvo las suerte de ser confundido con la nobleza por su maneras de rico, tener caballo, y esto le permitió estar en los calabozos de aquella ciudad largo tiempo hasta que se pagó un recate. Estos acontecimientos, privado de libertad, le hicieron reflexionar y ver la vida de otra manera cuando la obtuvo.
A finales del 1203 recobra la libertad, parece ser que sus reflexiones en el presidio no le hacen cambiar de comportamientos. Retoma su vida de juerga y diversiones con más ganas si se puede. De nuevo su oro le hace ser el rey de ellas. Pero hay momentos que parece agotado de toda capacidad para divertirse. Empieza a tener comportamientos excéntricos. Ya en la cárcel le decía a sus compañeros que algún día se convertiría en santo. Ahora quiere ser un príncipe y casarse con la dama más bella del mundo y para que lo crean decide unirse a un noble de Asís que está apunto de partir hacia la Apulia. Su padre le compra una armadura, un caballo y un escudero. A la altura de Spoleto, Francesco, da media vuelta y abandona a sus compañeros. Aquí entra parte también la leyenda diciendo que oye una voz sobrenatural, como a San Pablo que le ordena regresar.
Cerca de Asís, en Foligno, se encuentra con un verdadero caballero al que le falta casi todo, armadura y caballo, y le cambia el equipo. Regresa a Asís agotado y posiblemente enfermo. Su padre sufre otra nueva decepción cuando lo ve aparecer de esa guisa.
Por aquellos años, 1205, Francisco se va recuperando de su enfermedad. Ya va recorriendo a pie los alrededores de Asís. Evita la ciudad y los amigos, busca la soledad.
Un día uno de los leprosos de Collestrada, hospital de leprosos, le pide una limosna. Francisco sale corriendo, pero después reflexiona y vuelve tirándole a los pies una moneda de oro. Observa que el hombre, agradecido, le sujeta la mano para besarla. Su primera intención es retiradla, pero recapacita y abraza al enfermo y hasta le da un beso fraternal. Rápidamente se dirige a la casa de sus padres y reúne una cantidad estimable de dinero y regresando al hospital la reparte entre todos los leproso. Ahora es él quién besa la mano a cada uno de los leprosos
A los 24 ó 25 años va a Roma como peregrino a pie, siempre que había ido a la ciudad Eterna con su padre lo hizo a caballo. Allí es testigo como el rey Pedro de Aragón, siendo coronado por el Papa y recibiendo el titulo de abanderado de la Iglesia. Siete años más tarde, este rey, sufre la derrota y la muerte de manos de los que ahora lo encumbraban con este cargo honorífico de la Iglesia. Al salir de la iglesia nuestro santo, avergonzado por echar todo su dinero el cepillo de aquella y no dejar nada a los pobres que hay en la puerta, se acerca a ellos y le cambia a uno sus ropas por la de aquel. Después se dedica a pedir y todo lo que recoge se lo reparte entre los demás mendigos embargándole una insospechada dulzura. Con ellos come el contenido de sus miserables recipientes Más tarde diría recordando esto: “He elegido la sagrada pobreza como dueña mía para obtener los placeres y los tesoros físicos y espirituales que me proporciona”


Ya llegamos al año crucial en la vida y la obra de nuestro Santo Patrón, el 1207. Donde abandona los placeres mundanos y se refugia en la pobreza y en Evangelio. Esto ya se merece otro capitulo.




Andrés Marín Sánchez 2011


SAN FRANCISCO DE ASÍS (PARTE 2ª)

Siguiendo la narración sobre la vida de San Francisco de Asís, comenzada en el programa de fiestas del año pasado, intentaré dar esa visión poco conocida y también, como no, la conocida sobre su vida y obra.
            El año pasado nos quedamos con el futuro Santo a punto de cumplir los 25 años. Es el año del Señor del 1206. Francesco se dedica a recorrer las pequeñas iglesias y capillas de los alrededores de Asís, en especial la del San Damiano. Allí vive un aciano sacerdote que está a su cuidado.

          Un día Francesco carga varias balas de preciosos y caros tejidos  de su casa, pues como ya sabemos era hijo de un rico comerciante de tejidos de nombre Bernadone, en un caballo y va a venderlo al mercado de Foligno. Allí vende tanto la carga como la montura y con  el dinero que obtiene se dirige  a San Damiano. El viejo sacerdote rechaza el dinero de la venta y Francisco deja la bolsa con el dinero guardada en un nicho. Se instala en San Damiano, duerme en una cueva cercana y de día trabaja en la reparación de la iglesia
                  Su padre pretende de que vuelva a su casa. Francisco siente vergüenza de su cobardía y vuelve a  Asís a presentarse a su padre. En la cuidad no se habla de otra cosa  que del extraño comportamiento del joven Bernardone. Francisco tiene ahora 25 años.
            El padre le llena de reproches y él guarda silencio. Lo encierra en un cobertizo detrás del almacén de su comercio. Cuando el padre se va a un largo viaje de negocios, donna Pica, su madre, no puede soportar de ver sufrir a su hijo y lo libera de su  encierro. Francisco vuelve a San Damiano.
            Las mismas escenas se repiten, Francisco sigue sacando dinero de la caja de la tienda paterna y lo reparte entre los pobres. Estos lo esperan en la puerta de su casa para seguirlo a todas partes.
            Mientras tanto el padre pierde la paciencia y acude a las autoridades municipales para que expulsen a su hijo de la cuidad de Asís y lo deshereda al mismo tiempo. Francisco se sustrae a esta jurisdicción diciendo que es parte del clero. Los cónsules de la ciudad aceptan de buen grado quitarse el mochuelo de encima y se lo pasan al tribunal episcopal.
            El 10 de abril de 1207 se inicia el juicio del padre contra el hijo, bajo la presidencia del obispo de Asís, Guido II. Francisco acude vestido de harapos. Ni el padre ni el hijo están dispuestos a reconciliarse a pesar del intento del obispo de arreglar el contencioso.
            Francisco, por boca de su abogado Pedro de Catania, declara su firme intención de tener una nueva forma de vida: ¡El palacio de su padre, ya no podrá ser nunca su hogar!
            De pronto, entre la multitud que acude al acto, se va abriendo un pasillo por donde avanza Francisco desnudo en dirección al obispo. Lleva la bolsa de monedas, que guardaba en San Damiano, en un hatillo encima de un cojín. Cuando pasa al lado del obispo, este lo cubre con su estola blanca. Se arrodilla ante su padre y deposita  a sus pies el hatillo con la bolsa. Al levantarse se tapa sus desnudeces con la estola del obispo diciendo:
“Ya no poseo nada que me hayas dado tú, pues he encontrado otro padre”.

Renuncia de San Francisco
              Al acontecimiento acude entre la multitud una niña de unos doce o trece años, Clara D’Offeduccio, cogida de la mano de su primo Rufino, monaguillo del obispo. Más adelante como veremos, esta niña se convertirá en un personaje, Santa Clara, importantísimo en la obra de Francisco.
            Para recuperar la estola del obispo, lo visten los criados de él con unas ropas viejas de unos de ellos: una camisa gastada y una capa agujereada. Emprende así vestido una caminata para refugiarse en Gubbio. Va a la casa de un amigo que conoció en la cárcel de Perugia. Se tropieza con unos bandidos que al ver que no tenía dinero le arrancan la camisa y la capa de los hombros y como no encontraban nada le dieron una paliza y lo tiraron a una zanja. Unos campesinos que iban al mercado de Foligno lo sacaron de la zanja y lo ayudaron.
            Una vez en Gubbio su compañero de celda, el conde de Spadalunga, lo acogió con mucha amabilidad y lo vistió con ropas decentes. A continuación se dirigió al hospital de leprosos más cercano y cortando la capa, que la había regalado su amigo, la dedicó para hacer vendajes.
Regresa de nuevo Asís, vuelve a residir en San Damiano. Va mendigando por la ciudad aceite para la lamparilla de la iglesia y restos de comida para él. No quiere que el viejo sacerdote le mantenga

Interior de la Iglesia de San Damiano
            En estos días se ha convertido en el hazmerreír de la ciudad y en una vergüenza para su padre. La madre, donna Pica, no para de llorar y solamente su hermano Ángelo debe pensar que la situación le conviene, pues de seguir las cosas así, todo el negocio de sus padres sería para él
            Francisco se hace albañil, cantero y carpintero. Una vez acabados los trabajos de San Damiano se dedica a la restauración de la iglesia de San Pedro Della Spina. Francisco mendiga hasta las piedras. al principio la gente se reía de él, pero cuando lo ve arrastrando pesadas piedras colgadas sobre su débil cuerpo, empiezan a reflexionar y más de uno se acerca para descargar carretas enteras de piedra.
            En este tiempo Francisco va siempre acompañado de un mendigo llamado Alberto y cuando se encuentra con su padre, el viejo Bernardone, Francisco se arrodilla delante de su amigo y le dice :” Bendíceme padre mío” y luego vuelto hacia su padre: “Ya ves como Dios me ha dado un padre que me bendiga cuando tú me maldices”.
            Llegamos al 1208, Francisco redescubre Portiúncula, Santa María degli Angelis. Esta iglesia será el buque insignia de su obra. Encuentra también su primer compañero Bernardo de Quintavalle, el abogado de su padre en el litigio entre ambos. Este era doctor  in utroque (doctor en derecho civil y canónico)  de la Universidad de Bolonia. Francisco le dijo que se deshiciera de sus bienes. Después de venderlos lo repartieron a los pobres

          Portiúncula
            Pedro de Catania, su abogado, también le sigue renunciando a sus bienes. Cada vez más ciudadanos, ricos y pobres,  acuden a Francisco. Abandonan sus familias y sus casas, regalan sus bienes y acuden a Portiúncula.
            Mientras tanto en el sur de Francia, el legado papal Pedro de Castelnau es asesinado al parecer por un criado del conde de Tolosa. Con este  acto se empieza  oficialmente la cruzada albigense, la cruel guerra contra los cátaros. Por un lado el rey de Francia y la Iglesia, Simón de Monfort al mando de sus tropas, por otro el reino de Aragón (Pedro II) como dueño feudal del condado de Tolosa.
            En el 1209 ya son 11 seguidores los que tiene. Francisco lo único que pretende es ser un hermano o como mucho un “primus inter pares” (primero entre iguales). Su objetivo principal es seguir las enseñanzas de Jesucristo. No quiere ninguna regla ni nada que recuerde a una orden religiosa. Sólo trata de redactar una especie de evangelio abreviado para sus hermanos o una sencilla “forma de vida” para su incipiente comunidad de hermanos pobres.
            Francisco quiere acudir al Papa para que le confirme por escrito lo que llama su “vita”. Se  encamina hacia Roma el grupo formado por los doce hermanos, al igual que los doce apóstoles, van todos a pie. Propone que se elija como jefe a Bernardo de Quintavalle, sometiéndose a su mandato él el primero. Nada más llegar a Roma se dirigen sin vacilar al palacio de Letrán (la residencia en aquella época de los Papas) sudorosos y sucios como han terminado de su caminata, a ver al Santo Padre.
            Los guardias del Vaticano quieren impedirle el paso al verlos de manera tan desastrosa. Un monje de la abadía de Saint Trinian, que está presente allí de casualidad , le consigue el permiso y los  acompaña a través de los salones y pasillos hasta la presencia del Papa Inocencio III, que los recibe de bastante mal talante y manda a los guardias que los alejen de allí.
            Por recomendación de su obispo, el cardenal Giovanni Colonna los invita a su palacio. En este encuentro se establecerá una relación como de padre e hijo entre el poderoso cardenal y pobrecillo de Asís.
            En sus conversaciones con el cardenal, Francisco se pone terco, no quiere someterse a ninguna regla de ninguna orden ni quiere fundar una. Quiere que el Papa reconozca las líneas que ha apuntado para sí y para sus hermanos. Sólo pide que les dejen predicar en ese sentido. El cardenal Giovanni Colonna no se opone.
            En aquella época lo que menos necesitaba la Iglesia eran agrupaciones de “nuevos pobres en Cristo” y de frailes mendicantes y ambulantes que pululaban por todas partes. Era demasiado fácil para los herejes ocultarse en ellas.

Palacio de Letrán, lugar de residencia de los Papa en tiempos de San Francisco
                   
            El Papa Inocencio III recibe de nuevo a Francisco. Esta vez se presentan todos aseados incluidos sus pobres hábitos. Francisco obtiene la benevolencia del Papa aunque no le da nada por escrito. Salen del palacio de Letrán rezando y cantando dispuestos a regresar a Asís.
            En aquellos momentos de alegría les llega una invitación del cardenal Ungolino de Segni, que junto con el cardenal Giovanni Colonna había estado presente en la audiencia con el Papa, para que fuesen a comer a su palacio.
 Francisco se permite hacerles una broma. Recomienda a sus hermanos que mendiguen unas pocas cortezas de pan, restos de verdura y huesos. Con ese botín acuden al palacio donde les esperan sentados en la mesa parte de los personajes más influyentes de Roma. Con una sonrisa los sueltan en un montón en medio de la mesa como su aportación al banquete. Acto seguido se sienta humildemente al lado del cardenal Ungolino, que observa avergonzado su procedimiento. Francisco no se inmuta, después de rechazar los suntuosos platos que le ofrecen, comienzan a repartir sus “manjares” que nadie por supuesto habían tocado. Hace entrega a cada uno de los asistentes de su parte. Algunos se lo tragan a duras penas y otros con disimulo lo dejan debajo de la mesa.
El cardenal intenta quitar hierro a la situación y quiere hacer un aparte con Francisco, pero este casi no lo deja hablar:
“A mi me consuela más verme juntos a mis hermanos delante de un  mendrugo de pan que he mendigado, que sentarme a la mesa rodeado de hombres importantes”
Con estas palabras hace una señal a sus hermanos y juntos abandonan con grandes risas ese lugar que les parece tan inhóspito.
Durante su regreso a Asís, la anécdota les sirve para más de una risa reconfortante.


 
    Al  llegar a Asís le pidió permiso a su obispo para que le deje predicar en la iglesia de San Rufino, la catedral de Asís. El lleno es impresionante de gente que acude para oírlo. En esta predicación se convierte al movimiento franciscano Clara de Offeducio (Santa Clara).
¡Francisco ya es profeta en su tierra!

ANDRÉS MARÍN SÁNCHEZ 2012   



SAN FRANCISCO DE ASÍS (3ª PARTE)

  

        Nos quedamos en las fiestas del año pasado por el año 1210, cuando Francisco predica en su ciudad, Asís, en la Iglesia de San Rufino. Acabábamos diciendo que ya era profeta en su tierra.

ASÍS
            A comienzos del 1210, visita Asís el emperador Otón IV. El  obispo de Asís le pregunta a Francisco si quiere o está interesado ser presentado al emperador. La repuesta fue que el boato terrenal no le interesa y que había olvidado los tiempos en que soñaba ser caballero.
            Francisco ya tiene un confesor y secretario propio, el hermano Leo, como le corresponde al fundador de una futura orden.
Cuando la gente hablaba de Asís, piensa ya en él. Francisco y los suyos comían de lo que conseguían mendigar ese mismo día. Ayunaban los miércoles y los viernes. Comían la carne que roían de los huesos. Los dulces, que le gustaba muchísimo a Francisco, les echaba agua a las sobras mendigadas o los aderezaba con cenizas. No dejaban de comer, excepto durante la Semana Santa, el día de la muerte del Señor.
Para luchar contra las tentaciones recomendaba siempre tres remedios: primero la oración, el segundo, la obediencia, con que uno se habitúa a cumplir la voluntad ajena, y tercero la alegría en el Señor que ahuyenta siempre todos los pensamientos sombríos y perversos.
Cuando los exhortaba a luchar contra las tentaciones, a las palabras añadía la obra, arrojándose en el agua helada de un torrente en lo más crudo del invierno, para aniquilar el deseo de bienestar.
Cierta noche, según se relata en el Espejo de la Perfección, uno de los hermanos despertó a los compañeros diciendo: “Me muero, me muero”. Una vez todos despiertos, les dijo Francisco: “Levantémonos y encendamos la lámpara”. Hecho esto, pregunto quien había gritado que se moría. Uno de ellos respondió: “Soy yo”. Francisco le preguntó:”¿Pero que te pasa querido hermano, que hablabas de morir?”. “Me muero de hambre”, contestó el aludido. Francisco hizo que se preparase la mesa y ordenó al hermano que se sentase a comer, dándole el mismo ejemplo y ordenando a los demás hermanos que hicieran otro tanto para evitar al pobre la vergüenza de tener que comer solo.
Un día, Pedro de Catania propone que los nuevos novicios no dieran todos sus bienes a los pobres, sino que reservasen parte de ellos para las necesidades de la Orden, que se hacía cada día más numerosa, se le opuso tenazmente Francisco “por ser tal medida contraria a la Regla”.
Consultado por el vicario sobre  como alimentaría a tantos  hermanos que ingresaban en la orden, le contestó: “Si no puedes atender de otro modo a los que vienen, quita los atavíos y las variadas galas de la Virgen y véndelos. Créeme: la Virgen verá más a gusto observando el Evangelio de su Hijo y despojado el altar, que adornado su altar y despreciado su Hijo. El señor enviará quien restituya a la Madre lo que ella nos ha prestado”.
Francisco no solo predicaba el amor: todo su ser estaba poseído por ese aliento. ¡Francisco vivía de amor!
Por aquellos años se forma la cruzada contra los cátaros, al mando de Simón de Monfort junto al archiabad Arnaldo de Citeaux, legado papal, arrasando el condado de Tolosa. Tras la masacre de la ciudad de Berzier, Pedro II de Aragón cruza los Pirineos para defender a sus súbditos contra los cruzados, donde encontrará la muerte en la batalla de Muret en el 1213. Su cuñado Ramón-Roger II, el famoso Parsifal o Perceval del mito del Santo Grial, murió envenenado en la cárcel (1209).
Año 1212, se forma la cruzada infantil. Fue un movimiento incontrolado de peregrinos jóvenes que fracasó estrepitosamente no consiguiendo sus objetivos de llegar a Tierra Santa.
En este año Clara de Ofreduccio o de Scifi, Santa Clara, se encuentra con Francisco para unirse a su orden. Esta y su prima Pacífica, abandona su palacio y se presenta en Portiúncula. Allí le espera Francisco y sus hermanos. Estas se quitan sus joyas, despojándose de sus adornos para siempre. Todos los hermanos, menos Francisco, le cortan el cabello. Clara se retira y aparece vestida con un hábito que sujeta con una cuerda. Todo el grupo se encamina rezando al convento de mujeres de San Paolo de Bastia, donde las dos muchachas se refugian de momento. Poco tiempo después se acogen la prima Pacífica y la hermana menor de Clara, Catalina o Inés según otros, como hermanas menores de la futura orden. Poco después se trasladan a San Damiano donde Clara será nombrada abadesa, titulo que no aceptará hasta el 1215 por orden expresa de Francisco. Mas tarde se une otra hermana, Beatriz y su madre Ortolana cuando muere su marido
En otoño, Francisco parte para Tierra Santa acompañado de unos pocos seguidores. Una tormenta arrastró a la pequeña nave contra las costas de Dalmacia, cerca de la ciudad de Zara. De aquí regresan como polizones, no le permitían llevar dinero, al punto de partida, la ciudad de Azcona. Avergonzado del fracaso, se dedica a deambular por la región, siempre predicando.
En la primavera del 1213, Francisco convoca por primera vez una asamblea de todos los hermanos para Pentecostés en Portiúncula. Vivían repartidos por Umbría, Toscana, el Lacio y en las Marcas. Quiere este encuentro para tener una visión general del movimiento que él había puesto en marcha y que desde algún tiempo se le estaba escapando de las manos.
Mientras tanto seguía renovando más iglesias como la de San Gemini, dedicada a la Virgen.
En el 1214, en la reunión de Pentecostés, Francisco anuncia que partirá a Marruecos con Bernardo de Quintavalle. Otros hermanos lo harán a Túnez. El viaje de Francisco no pasa de Santiago de Compostela, pues cae enfermo y no puede seguir su viaje volviendo a Portiúncula cuando logró recuperarse algo.
En el 1215 viaja a Roma acompañado de  Pedro de Catania, Bernardo de Quintavalle, su secretario y confesor Leo y Elia de Cortona, para presentar su “regla”, que él la considera una simple orientación para llevar una “vita fraternitatis”. El cardenal Ugolino de Segni, futuro Papa, propone a Francisco que fusione su “fraternitatis” con la orden de los dominicos. Este rechaza la propuesta. Cabreado  sale de Roma y empieza a predicar por los alrededores.
La “ fraternitas fatum minorum”, de Francisco, es la última asociación de frailes mendicantes que se legaliza. Le pusieron como condición para ello, que celebrara un capítulo como mínimo cada tres años. Francisco bromea y les dice:
- Solemos reunirnos de todos modos, todos los años para Pentecostés. Por mi, ¡podemos hacerlo también el día de San Miguel y en Navidad!
            Sin embargo, el Papa, no puede decidirse aún a publicar la bula al respecto, pues la regla que ha aportado Francisco, le parece difusa y la imagen con que se presentan los franciscanos se le asemeja borrosa.
            En el capitulo de Pentecostés del 1216, acude Santo Domingo de Guzmán. Francisco predica a unos 3000 hermanos que se sientan sobre la hierba entorno suyo. Como una especie de milagro, se presentan unos campesinos con mulos cargados ánforas de vino dulce y otros con carros llenos de pan, judías cocidas y queso fresco envuelto en paños. Aparecen ciudadanos ricos y caballeros, que arrastran cargas enteras de jamones ahumados, ristras de salchichas y cestos de pastas y dulces. Estas gentes no son solo de Asís, sino de todas partes, de Perugia, Foligno y Spoleto.
Santa María de los Ángeles de Asís 


             Francisco se presenta ante el nuevo Papa Honorio para pedirle el poder de conceder la absolución a cada uno de los que visiten el día de la consagración de la iglesia de Santa María degli Angeli, de quedar absueltos de todos sus pecados.
            El Papa le pregunta:
- ¿Por cuánto años?
Y Francisco le responde:
- “No quiero años, ¡quiero almas, Santo Padre!
Y el Papa proclama: “Plenam forum pecaminum venuam indulgensis”. Francisco da un salto, le besa los pies al Santo padre y sale corriendo.
- Pájaro raro, ¡espera!¿No quieres esperar al menos que te demos vuestra bula por escrito?-.dice el Papa.
- ¡Mi documento es la Santísima Virgen y Cristo mi secretario! .- le contesta Francisco.
       De prisa los secretarios redactan el documento, limitando la absolución concedida en el sentido de que solo tenga vigencia desde el rezo de víspera hasta el rezo vespertino del día siguiente a la consagración. 
       Satisfecho, regresan Asís y el día 2 de agosto se celebra la nueva consagración de Portiúncula.
            En el capítulo de Pentecostés del 1217, acude el cardenal Ugolino de Segni, el “protector” de Francisco. El ambiente entre los hermanos estabas muy lejos de ser pacífico y unánime. Flotaban ciertas tensiones que amenazaban con estallar. Se enfrenta con Elia de Cortona y nombra vicario suyo a Pedro de Catania, mientras él esté predicando en Francia.
            En el capítulo de Pentecostés de 1219, acudieron unos 5000 hermanos. Es el considerado el “capítulo de las esteras”. Francisco al terminar su predicación proclama que viajará a Tierra Santa, pero no como peregrino, sino como misionero.
Mapa de Azcona

        El día de San Juan, Francisco embarca en Azcona. Una vez en Tierra Santa se dirige al encuentro del sultán egipcio El-Kamil. Una vez delante de él, entabla conversación e intenta “salvar” al sultán, convirtiéndolo. Este le tiene compasión y le da hospitalidad y pone a su servicio  sus médicos árabes para que le curen de una crisis febril.
        Al despedirse rechaza los regalos que le ofrecen, pero acepta un salvoconducto para visitar los Santo Lugares. Francisco y el hermano que le acompaña, Iluminado, son conducidos con todos los honores hasta las cercanías  del campamento de los cruzados. Y el sultán suspira:
-“Ciertamente debe de ser un hombre santo, pero ¿por qué ha de oler tan mal?
En el 1220, al llegar malas noticias sobre la orden, vuelve Italia junto con Elia de Cortona, Cesar de Spira y Pedro de Catania, entre otros. Francisco llega muy desmejorado de Palestina. Tiene afectado el hígado, el estómago y los intestinos, causado por  los viajes por mar, el clima y los alimentos de oriente. La luz deslumbrante y el agua salada le han provocado una grave enfermedad ocular. Una vez en Portiúncula despide a los médicos y se dedica a preparar un capítulo extraordinario para San Miguel, trabajando sin cesar día y noches sin prestar atención a la inflamación de sus ojos.
También le llega la noticia de la muerte de los cinco primeros mártires de la orden en Marruecos. Esta noticia también afectó a Santa Clara, quedando tan impresionada que resolvió ir ella también entre los infieles y recibir la palma del martirio junto a sus hermanas. Fue necesario la prohibición expresa de Francisco para impedir que llevara a cabo este proyecto.
Durante el invierno de 1220-21, obligado por una de sus frecuentes enfermedades, se había permitido comer carne cocida. Cuando se sintió algo aliviado, ordenó a su vicario Pedro  de Catania que lo arrastrase medio desnudo, tirándole del cuello con una cuerda, por las calles de Asís, al terminar su predicación en la catedral. Llegando a la plaza principal y al sitio donde ajusticiaban a los criminales, confesó en voz alta y delante de una gran muchedumbre, el pecado de gula que había cometido.
            En el capítulo de Pentecostés del 1221, acuden dos cardelanes Ugolino de Segni y Rainiero de Capoccio, cardenal de los cistercienses. Es nombrado por aclamación ministro general Elia de Cortona. Hace aquí su aparición un joven portugués, Antonio (de Padua), predica sobre la muerte, el fuego eterno y la Apocalipsis. Francisco pide permiso para hablar y lee un manojo de folios, son los primeros esbozos para una regla. La lectura se prolonga durante horas. A continuación ruega a Antonio que se incorpore a la universidad de Bolonia, cuando en años anteriores había procedido contra los hermanos que deseaban estudiar.
En agosto muere Santo Domingo de Guzmán.
Fonte Colombo
En 1222, Francisco se retira a la ermita de Fonte Colombo, más allá de Rieti. Le acompaña el hermano Leo, su fiel escribano, y Bonicio que estudió jurisprudencia en Bolonia. El objetivo de este retiro es escribir por fin la famosa regla sin ser molestados.
La regla debe incluir la obligación de luchar contra otras enseñanzas, como por ejemplos, las teorías de los escolásticos que se estaban extendiendo en demasía.
No quieren que los hermanos posean nada, ni siquiera un derecho. Rechaza Francisco de que algunos minoristas puedan ocupar importantes puestos como subalternos en la jerarquía de la Iglesia:”Nosotros los pobres, solo podemos servir a la Iglesia siendo pobres, menores y humildes, ¡y si seguimos considerando que este es nuestro único privilegio!”. 

Andrés Marín Sánchez, septiembre del 2013

 
 
SAN FRANCISCO DE ASÍS (4ª parte)

Entramos en los tres últimos años de su vida.
            En el 1223 se ha pasado todo el invierno en una nueva redacción de la regla, pasando hambre, frío y penurias y a pesar de ello está todavía sin terminar. Se traslada de ermita en ermita para disponer de la necesaria tranquilidad que le permita meditar y también para evitar que vuelva a pasarle algo a la regla.
             De repente rompe su retiro voluntario. Quiere predicar en Bolonia, la ciudad universitaria más antigua de Europa. Pretende cantarle las cuarenta a todos los que creen que la ciencia y las teorías escolásticas están por encima del Evangelio. En el día de la Asunción ha elegido el tema: “Los ángeles, los hermanos, los demonios”. Habiendo conseguido llevar a los “sabios”a reconocerse en estos últimos. La multitud que llena la plaza de la Comuna, no se siente indignada, al contrario, los doctores antes escépticos, se muestran entusiasmados y también la población común le aclama hasta el punto de que al final casi consiguen sacarle el hábito a trozos para llevarse un recuerdo de él.

Antes del capítulo de Pentecostés de ese año, 1223, la regla es entregada al Papa en Roma. El no puede estar presente por su delicada salud.
            Después del capítulo, Francisco vuelve a su vida de ermitaño en el Poggio de Bustone en los Montes Reatinos, en el convento de Subiaco y asiste a la consagración de la capilla de San Gregorio.
Poggio Bustone

            El día de San Saturnino, el Papa Honorio proclama en la bula “Salet annuere”, la confirmación de la regla de Francisco. Este acude a Roma solo a recoger la regla aprobada. Ha sido redactada con un carácter más acomodaticio y que la idea de su “fraternitas” amplía y generosa ha quedad relegada.  

                                                 Greccio
   Francisco elige para celebrar la Navidad, un pequeño lugar, Greccio, cuyo propietario le ha regalado un trozo de bosque que tiene numerosas grutas hechas en rocas de toba. En ellas dispone de todo: aprovecha la mayor para colocar en ella un comedero lleno de paja, introduciendo algunos bueyes y asnos. A media noche la población se acerca portando antorchas. Francisco vestido con la dalmática de diácono, lee los Evangelios, cuenta la historia del nacimiento de
Cristo con tanta entrega que la gente cree ver de repente una criatura en el comedero  rodeada de una áurea gloriosa. Los campesinos se llevan a su casa la paja del comedero para que proteja a los animales en el establo y a las mujeres a la hora del parto.
                                                Pesebre de Greccio
            
 
        El capítulo de Pentecostés del año 1224 ha sido muy pobre. Se ha instaurado la celebración de capítulos provinciales, de modo que muchos de los hermanos pueden ahorrarse un largo viaje. La hermandad se ha convertido en una poderosa orden representada en todo el mundo, atrayendo cada vez a más hermanos. Pero echan de menos la alegría, la esperanza, el entusiasmo y la tensión. Falta la despreocupación del pobre, el ánimo alegre con que era aceptada la penuria, la anarquía de un cristianismo original.
            Elia tiene un sueño horrible. Un sacerdote, vestido de blanco, le ordena que vaya a ver a Francisco y le anuncie su muerte, que se producirá dentro de dos años y que llevaría a este a la presencia de Dios. Cuando por fin se decide a contárselo, Francisco le dice:
- Puedes estar contento como lo estoy yo, pues al fin podré estar en presencia de Dios.¡Podré hablarle en tu favor!.- bromea Francisco, como si le hubiera dado una buena noticia.
            Francisco se toma muy en serio el anuncio de su próximo fin. Se refugia en una cueva del monte La Verna. Solo el hermano Leo tiene el privilegio de llevarle cada día un trozo de pan y una jarra de agua.
                                              Santuario de La Verna
             El hermano Leo asegura que vio que en el día de la Elevación de la Santa Cruz el 14 de septiembre, se le apareció a Francisco un serafín con seis alas llenando la montaña con una luz. El ángel tenía el cuerpo como de un hombre clavado en la cruz por las manos y los pies. Se posó sobre Francisco  y cuando se volvió a elevar, como una bola luminosa, este vio en sus manos y pies las señales del martirio del Señor y también que de su costado manaba sangre de una herida abierta que empapaba el hábito y los calzoncillos. Francisco le impone silencio a su hermano ocultando sus heridas lo mejor que puede con vendajes.
            Después de San Miguel desciende del monte La Verna para ir despidiéndose de algunos hermanos. En noviembre regresa a Portiúncula.
            En el 1225, Francisco arrastra su cuerpo enfermo “como un asno le sacan a palos su últimas energías”: ya no ahorra sus fuerzas sino que las gasta.
            En marzo vuelve a Portiúncula completamente agotado. Pide como condición para que lo vea el médico árabe del Papa, que le dejen despedirse de la dama pobre Clara. Apenas llega a San Damiano para verla, su mal estado empeora y los ojos le arden como carbones encendidos. Pide una habitación del todo oscura, donde le asaltan los ratones y le roban las pobres migajas de pan tenía para comer. 

 
San Damiano de Asís

   Aquí escribe el “Cántico delle creature”, su “Canto al sol" un himno al Dios creador. Ha exigido que le acompañe el hermano Pacífico, no porque no pudiera crear el solo este grandioso poema, sino que su alma necesita disponer de un acompañamiento musical. 
    El Canto al sol está pensado en primer lugar como canción y a francisco le había gustado cantarlo con una guitarra. La música le alivia el dolor. Elia le reprocha de que nos se enfrenta con la necesaria seriedad a la muerte. Este se ríe de él y hace llamar a los hermanos para presentarle el cántico
            Se refugia en Fonte Colombo y allí se someterá en una habitación a la intervención del cirujano. Este se presenta con dos hierros que calienta en el fuego. Francisco reza en voz alta: “Hermano fuego, te ruego que seas bueno y amable conmigo, que moderes tu ardor,¡para que tenga el valor de soportar tu caricia ardiente!
            El médico le quema la piel en ambos lados, desde las orejas hasta las cejas. El hierro penetra en la carne reventada casi hasta el hueso. Una vez superado el horrible procedimiento, francisco bromea aún con su torturador, queriendo saber “si lo ha tostado lo suficiente”.
Rieti
            En el 1226 llevan a Francisco de una operación a otra. Todo el mundo quiere ayudar a este pobre hombre, médicos, curanderos y sanadores, pero lo único que consiguen es empeorar sus dolencias. 



De Fonte Colombo se traslada a San Fabiano, donde dos doctores para curarle los ojos le perforan los oídos. Todo inútil. Se lo llevan a Rieti. Cada vez vienen más médicos a verlo y cada vez se les ocurren nuevos métodos de tratamiento. Francisco acepta con alegría que ejerzan tanta manipulación inútil en su cuerpo. Siempre con buen humor, invita a comer a su torturador principal, el médico sarraceno del Papa, sin haber pensado de lo que le iba a ofrecer: ¿verdura hervida?¿pan seco?¿agua?
            La tuberculosis lo ataca, el hígado y el bazo están muy afectados. Francisco pasa la Navidad con sus más íntimos en Poggio Bustone. Cuando llega la primavera el cardenal Ugolino ordena trasladarlo a Siena, donde le esperan nuevos médicos famosos.
Siena
            Sus compañeros desoyéndolo, le cosen un nuevo hábito y otra muda de recambio, pues sus heridas siguen supurando. Ponen cuidado de no mostrarlas a todo el mundo. A la llegada a la Toscana sufre una fuerte hemorragia. Los hermanos y el mismo Francisco creen llegada su última hora, por lo que dicta un testamento a toda prisa, aunque breve.
            Al recuperarse se lo llevan a Cortona. Allí la hidropesía le ataca, se le hinchan los pies y el vientre, a la vez que su rostro se consume y la vista le empieza a fallar.
            A mediados de junio pide su traslado a Portiúncula. Atraviesa Asís en procesión triunfal, los mojes forman un pasillo de honor y aplauden a “su” Francisco, al que llevan medio inconsciente por la calles.
            Llegado el 3 de octubre les dice lo que tienen que hacer con él en sus últimos instantes:
- Cuando veáis que expulso el último aliento, debéis acostarme desnudo en el suelo y dejarme allí hasta que exhale mi último suspiro.
            Al atardecer se oye en el aire por encima de la choza de Portiúncula, el trino de las golondrinas o de alondras. Cuando las sombras de los árboles empiezan a fundirse con la oscuridad de la noche. Los hermanos inician el canto del salmo “voce mea…ad dominum clamavi”. Sus amigos lo depositan desnudo sobre el suelo y la muerte acaba apoderándose de él. Cantan para recorrer con él la “última milla”. Lo  visten con la mortaja de lino y lo velan hasta que sale el sol.
             En la mañana del 4 de octubre, un domingo dedicado a la Virgen, Francisco inicia su último viaje.
            En todos los caminos se agolpa la gente. Nadie ha dormido esa noche. La comitiva se detiene ante San Damiano y los hermanos elevan el ataúd por encima de sus cabezas, para que Clara y las hermanas puedan verlo.
            Una vez en Asís, lo llevan a San Giorgio, la iglesia de su infancia, donde será enterrado.
Basílica de San Francisco de Asís
En 1228, el 16 de junio, Gregorio IX lo canonizó antes de los dos años de su muerte.
            En mayo de 1230, el Papa Gregorio IX, Ugolino de Segni, acude al traslado de los restos de Francisco a la nueva Basílica de Asís, construida por Elia de Cortona.
             


ANDRÉS MARÍN SÁNCHEZ.