¿Y EL CORTIJO
DE GUADALMENA? ¿Y EL CUARTO DE GUADALMENA?
Cortijo de Guadalmena en sus últimos
años
El cortijo de
Guadalmena o Guadmena como se suele decir por estas tierras está prácticamente
desaparecido. Solo quedan un paredón y un montón de escombros de la mitad del
cortijo principal. Cuantas historias vividas entre esas paredes se han ido como
se fueron de estas tierras aquellas personas que fueron los protagonistas de
ellas. Las personas desaparecieron antes que el edifico que ahora agoniza tras
su derrumbamiento total.
Hasta finales
del siglo XIX, esta parte de la finca del Guadalmena, más conocida como el coto
de Guadalmena o el cuarto de Guadalmena, estaba en la posesión de una familia
compuesta por cinco hermanos y su padre, como veremos a continuación.
Aquí irrumpe un
personaje muy importante de finales del siglo XIX y primeros años del XX:
Genaro de la Parra y Aguilar.
Este personaje era natural de Segura de la
Sierra, pues su lugar de nacimiento, Orcera, todavía pertenecía a Segura. Corría el año de 1824 y el 10 de febrero era la
fecha de su nacimiento. Era hijo de José de la Parra Quijano y de Vicenta de
Aguilar López. Sus abuelos paternos eran naturales de Yeste (Albacete), José y
Francisca. Sus abuelos maternos eran de Segura de la Sierra, lo más seguro de
Orcera por no ser todavía un municipio independiente, eran Genaro Aguilar y
Benita López.
Fue diputado por Jaén en 1881, que sustituye a Carlos
Navarro Rodríguez, 1886, 1891 que
sustituye a Ángel Elduayen Mathet y 1893. Senador por Jaén 1901 y 1902.
Murió en Orcera el 17 de
febrero de 1910.
Este señor tuvo un hermano
llamado Escolástico de la Parra Aguilar nacido en Orcera el 12 de febrero del
1926. Murió en Madrid el 22 de noviembre de 1891 a las 10 de la mañana y
enterrado al día siguiente a la tres de la tarde en el cementerio de San Justo.
Este señor fue parlamentario
por Albacete en 1864, por Jaén 1872 y 1876 por Pontevedra hasta el año 1879 que
fue senador por Orense hasta 1881 que fue nombrado senador vitalicio por
Alfonso XII estando de veraneo en Comillas el 5 de julio de 1881 y siendo
presidente del Consejo de Ministros Práxedes Mateo Sagasta, perteneciente al
mismo partido el liberal que ambos hermanos. También fue nombrado consejero de
Estado en la sección de Hacienda por la regente doña María Cristina y Práxedes
Mateo Sagasta el 26 de enero del 1886.
La parte de
Coto de Guadalmena la heredó su hijo Vicente de la Parra López. Estuvo casado
con Dª Carmen Benavides. Nació en Orcera el 17 de julio de 1867 y falleció el 3
de diciembre de 1924. Al morir sin hijos, Dª Carmen estuvo rigiendo esta finca
hasta su muerte, sus sobrinos Alfaros, Parras, Olivares y Valeros, se
repartieron estas tierras. Con la aparición de Antonio Sainero por estas
tierras, fueron pasando todas estas partes a sus manos excepto la parte que
linda con el Cerrillo Blanco y el Arroyo del mismo nombre, que hace
relativamente pocos años ha pasado a manos de otro propietario. Este se hizo
con la finca al pujar por ella después de intervenir la justicia por los
problemas con la explotación que tuvieron Olivares y Valeros
Río Guadalmena por
el puente de Doña María
Finca el Coto
de Guadalmena. Comprada en 1892 por valor de 77.875 Ptas. a los hermanos García
Medina (Agustín, Manuel, Irene, Adela, Francisco, Joaquina) y a Manuel Sánchez
García, vecinos de Sorihuela menos dos hermanas que vivían en Villanueva una y
la otra en Castellar. El Coto constaba de 460 ha. 14 áreas y 90 ca.
Equivalentes a 700 fanegas de ellas 600 roturadas de monte bajo. Tenía una casa
cortijo al servicio de los propietarios y colonos con todas las tenencias
necesarias para labor y ganado, una era para trillar y varias casitas pequeñas.
Además un molino harinero en la confluencia de los dos ríos. El coto llegaba
hasta la cuerda del Cerrillo Blanco hasta la desembocadura del arroyo de este
nombre en el Guadalimar.
A partir de aquí hay otro
coto finca que llegaba hasta el collado de las Bañas. Constaba esta de 979 ha. 88 áreas y 95 ca.
Equivalentes a 1500 fanegas de las que estaban roturadas 1100.
Sobre estas fincas pesaban
las cargas siguientes que por escritura
otorgada en la villa de Úbeda el 19 de noviembre del 1600, en concejo de
justicia y seguimiento de la villa de
Segura, impuso un censo a favor de Hernando de Maleza, vecino de dicha ciudad
de 2470 ducados de principal y a su seguridad registró el concejo de dicha
villa entre otras fincas las dehesas de Entredicho nuevo y viejo y los cotos de
Guadalmena. Del mismo cuaderno resulta también que el concejo de Segura impuso
un censo de 35.200 reales a favor de Cristóbal Ruiz registrando a su seguridad
en otras fincas de la dehesa de Guadalmena. Se dice que el concejo de Segura
tomó a censo 2480 ducados a cuya seguridad registró las dehesas de Entredichos
nuevo y viejo y las que llaman las aguas del Guadalmena.
Viendo las ruinas actuales del cortijo
de Guadalmena me viene a la mente las personas que dejaron parte de su vida y
algunos su vida, en dichas paredes que ya no existen.
Ruinas del cortijo de Guadalmena
Primero el actual propietario derribó
las viviendas de los colonos y graneros del cortijo. Estos graneros se llenaban
con la parte que proporcionaban los aparceros del cuarto del Guadalmena, casi
todos habitantes de nuestro incipiente pueblo. Raro es que los que tenemos nuestras
raíces en este pueblo no haya oído en su casa hablar de que sus abuelos tenían
una parcela asignada en el cuarto de Guadalmena para sembrar trigo o cebada en
menor cantidad. La parte de nuestro término de Arroyo del Ojanco, estaba por
aquellos momentos, casi cubierta totalmente por el olivar aunque todavía existiesen
zonas a orillas del Guadalimar que se dedicaban a los cereales.
Tenían al terminar de recoger su
cosecha, llevar al cortijo la parte correspondiente del arriendo que le
pertenecía a los amos de la finca. En la era que hay nada más cruzar el río
Guadalimar al lado del puente que hay cerca del cortijo del cura, era el lugar
donde se llevaban las mieses y se trillaban en el orden que llegaban. Casi
siempre se terminaba el tiempo de la trilla cerca de San Francisco y casi
siempre, hasta mediados del siglo pasado, era el tío Francisco Rodríguez, el de
la “posá”, el último en trillar. En los años treinta y cuarenta la calle del
Río y el camino del cortijo del Cura era un paseo de gente de ir y de venir a
la era de Guadalmena para ver cómo iba la espera para trillar.
También estaba la tiná de los
Servandos, hoy puesta en funcionamiento. En ella esta numerosa familia, de
siete u ocho hermanos y una hermana,
vivía del pastoreo hasta que el último de ellos que trabajó aquí, Juan Antonio,
se jubiló.
Me viene ahora también al nombrar a
esta familia a aquellas que vivieron en el cortijo de Guadmena, pues también
estuvieron relacionadas con algunos de los Servandos. Los nombres de Eugenio,
la tía Pepa, Ignacio o el tío Lucha. Todos ellos llevaban el apellido o apodo en este caso de Guadmena.
El
primero de ellos tenía una buena biografía. Tenía fama de hombre fuerte, de
mucho poder físico. Aunque su tamaño no era como se podría suponer medianamente
grande, sino todo lo contrario más bien bajo o eso se me quedó en la memoria de
las veces que lo vi en mi infancia. Tenía Eugenio fama de gran lanzador de la
bolea y sobre todo de la reja. Cuando se enteraba que alguien en el pueblo
lanzaba bien estos instrumentos venía desde Guadalmena a retarlo. La
competición se hacía al final de la calle Bolea, de este juego o disciplina
deportiva le viene el nombre. También se retaba a echarse el pulso con el que
quisiese. Se cuenta que decía que el que quisiese ser su yerno debería ganarle
en el pulso o en las “caídas”. Tuvo dos nietos de mi edad, yo estaba entre
medias de ellos, uno un año mayor y el otro uno menor. En los equipos de
infantil que dirigía don Maximiano tenía uno de ellos sitio fijo de defensa
hasta los 14 ó 15 años. A finales de los años ochenta esta hija de Eugenio
emigraron a otras latitudes, en nuestro pueblo todavía tiene su casa la nieta
mayor que de vez en cuando acude alguna temporada.
La tía
Pepa de Guadalmena o Guadmena, oía hablar de ella desde mi más corta
edad. Algunos de sus nietos me eran conocidos y uno de ellos el tercero, Victor
o Vitín, fue amigo mío hasta los diecisiete o dieciocho años que se fueron a
otras latitudes. Todavía en el pueblo tiene un nieto, Antonio Jiménez el de la
Masía. Después, cuando dejó el cortijo de Guadalmena, se hizo una casa en la
calle Mártires y esquina con el campo de futbol o plaza de San Marcos. Esta
casa con los años se transformó en los pisos de la Familia Navarro y Heredia.
El recuerdo de aquellos años que tengo de ella era de una mujer muy buena y la
forma tan respetuosa que trataba aquellos jovenzuelos que todas las tardes le
daban la tabarra dando balonazos en las paredes de su casa o cerca de ella, o
incluso algún balón que cayese en su patio. Nunca tuvo ninguna palabra de
amonestación si quiera por alguna molestia que le hubiésemos dado con algún
pelotazo en su propiedad, solo buenas palabras con nosotros.
Al fondo el edificio edificado sobre la casa de la tía Pepa
El tío Lucha
a penas me acuerdo, solo algunas de sus hijas y nietos. En el pueblo vivió
hasta su muerte su hija María, la del bar Salamanca. De los hijos el que más se
deja ver por estas latitudes es el mayor José Luis.
Casa de María Lucha, donde estuvo en su última ubicación el bar
Salamanca
Se fueron los aparceros del cuarto de Guadalmena, los
habitantes del cortijo, se quedaron los edificios cincuenta años más. Hace unos
treinta años hizo el nuevo propietario desaparecer las viviendas, graneros y
pajares del cortijo y parte del patio. Hoy día solo queda un montón de piedras
y maderas. Dentro de unos años quien se acordará de que hubo una vez un cortijo
al que llamaban Guadalmena o Guadmena.
Otra vista de las
ruinas de Guadalmena