TRAGEDIA EN LOS PERALES A MEDIADOS DEL SIGLO XIX.
Recogiendo un escrito de LA GACETA del 18 de noviembre de 1856 sobre la tragedia ocurrida a una humilde familia que vivía en el Arroyo de los Perales. a continuación expongo el artículo que se exponía algunos después del suceso en dicha Gaceta:
Escriben de Beas con fecha 24 de octubre: “Viviendo
una dilatada familia en unas chozas construidas por los mismos dueños en el
sitio llamado Arroyo de los Perales, de este término, se ocupaban en cultivar
unos terrenos que se le concedió por las municipalidades; como pertenecientes a
propios: Estando muy satisfechos y tranquilos con haber conseguido encontrar en
dichas tierras, si no otra cosa, al menos pan para sus hijos, vino la hora
fatal de su consumada desgracia a privarles de su tranquilidad, y a
arrebatarles el pan que con tanto sudor y amargura habían conseguido adquirir,
para alimentar sus largas familias, sino para todo el año, al menos para la
mitad de él.
En el día y hora dicha
principiaron a arder unos juncos que servían de lata en la choza de Santos
Torres (que así se llama el que ha tenido más parte en la desgracia): estaba la
mujer de este aprovechando las horas de la mañana en sus quehaceres domésticos,
cuando se apercibió de que ardían los mencionados juncos, y se lanzó a la
puerta de la choza implorando socorro a sus parientes, que acudieron al
instante, pero que por prontos que
estuvieron en el sitio de la catástrofe, no fue tan pronto como lo requería el
caso; pues en menos de un minuto toda la lata se voló, y el fuego
principiaba ya a hacer sus efectos en
los pocos muebles que había dentro de la choza, y la madre, desesperada al ver
que no solamente veía desaparecer su pequeño albergue, con sus cortos elementos
de abrigo y vida, sino que sus hijos todos de corta edad estaban envueltos en
el fuego, serían víctimas de las llamas,
pues los angelitos dormían a la sazón en sus miserables camas: se arrojó a la choza atravesando por
las furiosas llamas, logrando salvar a sus hijos a fuerza de su singular heroicidad,
si bien la chica mayor ha sido mal parada por el destrozo que en ella hicieron
las llamas.¡ Pero qué horror, señores redactores!¿La heroína de esta escena, la
madre de esta desgraciada familia, se encuentra a los bordes del sepulcro a
consecuencia de las quemaduras que sufrió en el combate para salvar a sus queridos hijos!
Las cuatro chozas
contiguas con cuanto contenían dentro par el auxilio de estas desgraciadas
familias han desaparecido, pues el fuego
no pudo contenerse en la primera y se transmitió a las demás reduciéndolas a
ceniza. Pero deber es de todos acudir a donde se puede encontrar un auxilio
para la desgracia, y así es que obteniendo la competente autorización, se debía
inclinar el ánimo de sus bienhechores, a que tomasen esta desgracia en
consideración, y se ayudase a esta desgraciada familia con el fruto de una
suscrición voluntaria. Las personas humanitarias se esfuerzan en hacerlo que
pueden en favor de los desgraciados.”