martes, 14 de octubre de 2008

REVISTA "UNO MÁS"

LA GRAN RIADA DE 1935

En está de actualidad en los días que escribo este artículo los desastres que provocan las gotas frías que se producen en esta época por numerosas regiones españolas, sobre todo por todo el litoral levantino.
Viendo unas fotografías que nos deja Isabel Romero para que sean publicadas en nuestra revista, me brindan la ocasión de contar como pasó nuestra gran "ría". La riada de 1935.
Era el día de San Fermín (7 de julio) de 1935, cuando se produjo este gran desastre de la naturaleza en la historia reciente de nuestro pueblo que todavía perdura en la memoria colectiva de las gentes de este lugar.
Empezó por la mañana después de salir de misa, con una pequeña nubecilla que se formó, como es habitual, en el río Guadalmena. Cruzó el pueblo y se extendió por los cerros de nuestros alrededores. Aquí, en lo que era el pueblo, no llovió con tanta intensidad. Pero en todo el barranco que forma el cauce del arroyo, tuvo que descargar una imponente cantidad de agua, para producir los desastres que hizo.
A partir de Cañada-Arada, Los Panochas ( Pollo Calero) y el Cortijo del Ciego
( Fuente Buena) empezó a producirse el desastre. Se llevó el puente que unía las otras cortijadas con Fuente Buena. Inmediatamente se cobró la única víctima humana que se produjo. Y a continuación destrozó la fábrica de aceites de Fuente Buena.


Fotografía del lugar donde apareció la única víctima de la riada

La víctima que se produjo fue a causa de que este hombre, el padre de Luis Heredia Olivares, quiso recoger su burra que tenía cerca de cauce del arroyo. Cuando vio como venía el cauce tan crecido fue a desatarla de donde estaba trabada y no le dio tiempo a salvarse él. Murió arrastrado por la fuerte corriente.
Luego el agua arremetió contra la fábrica de aceite de Fuente Buena destrozándola. Se llevó algunos depósitos de aceite hasta el mismo pueblo, 3 km. más abajo. Todavía se pueden ver los restos de estos depósitos en el cauce del arroyo a la altura de la tejera, también llegaron algunos por debajo de las escuelas viejas estando enterrados en unos hoyos que había en el antiguo huerto escolar.Depositos de aceite de a fábrica de Fuentebuena y autoridades evaluando los daños
Cuando llegó la riada al pueblo taponó el ojo del puente con todo lo que llevaba arrastrando: depósitos, arboles, piedras, etc. Ante este obstáculo, el agua fue derrumbando e inundando casas, tirando paredes de los patios y llevándose enseres y animales de los alrededores del cauce.Foto del cuace del arroyo a su paso por el puente
La casa que derrumbó fue una que había en lo que hoy es la casa de José Ruiz "Camposanto". Esta casa era de la familia de Isidoro García, el albañil. Las personas que la vieron dicen que fue espectacular, se derrumbó de golpe. La casa de Miguel Molina, antes del tío Antonio Serrano, le abrió un boquete enorme en una pared lateral además de derribar las paredes de su patio. Las casas de la misma acera y colidantes, Antonio Serrano, Sebastiana Ortega, las de los Revillas (hoy muebles Ortega y supermercado Tandy) el agua les llegó a una altura de más de tres metros derrumbando todos sus patios, como puede verse en algunas fotografías.Partio de las casas de Antonio Serrano, Sebastina Ortega y la de los Revillas(hoy muebles Ortega)Entre otros se ve a Carlos Peris
En otra casa que pudo producirse una tragedia fue la de "Sietegibas". Esta casa se inundó de agua cogiendo en la cama a la abuela de la casa, la tía Laurena, que estaba enferma y a una de su hija Juana que acaba de dar a luz. El agua, conforme subía de nivel, elevaba también la cama de esta mujer hasta que llegó al techo de la habitación. Ya no tenía mas espacio para subir, cuando derribando la puerta de la calle, la sacaron los vecinos que acudieron en su ayuda. Entre estos vecinos estaba mi abuelo Lorenzo, su amigo Julián Galarzo y un joven llamado Carlos Peris que poco después sería maestro, personas que por esta acción recibieron un reconocimiento publico de las autoridades de la época.
También lo pasaron más los propietarios de otra de las casas que hay en la orilla del arroyo, la más cercana que había entonces, la casa de la familia de Francisco Lumbreras, hoy de su hija Celia. Toda la familia se había refugiado, los que estaban en la casa, en el piso de arriba y desde allí presenciaron la caída de la casa de enfrente, de Victoriano García. Asustados, creyendo que le iba a pasar lo mismo, se fueron a los patios de la casa para refugiarse en una chiquera. Viendo que se le llenaba de agua y que podían ahogarse, salieron al campo hasta la casilla de la Viñas, donde se refugiaron. Uno de los hermanos, Felipe, dio varios viajes con sus padres acuestas desde su casa hasta las viñas con el agua hasta la cintura. Con todo aquel trajín se olvidaron de la más pequeña de la familia, la nieta Pepa Herreros, que estaba dormida en la casa. Celia todavía se acuerda de su vestido nuevo que llevaba aquel día y que quedó estropeado por el barro y el agua para siempre.Fotografía en solar de la casa que derrivó la riada al lado de la casa de Miguel Molina(entonces de Antonio Serrano)en la que se ve el boquete que hizo el agua.

Anécdotas curiosas se podrían contar varias por las familias de los alrededores del cauce del arroyo. Una de ellas fue que unos cerdos se los llevó el agua hasta la loma de los pinos al otro lado del río Guadalimar, habiendo salido por los balcones de la casa de sus amos los talabarteros (casa de Sebastiana Ortega). Otra como la máquina de coser de Teresa Galarzo madre de Paco Sánchez Galarzo, se la llevó hasta la casilla de las Viñas, hoy rampa de la plaza de San Marcos. Ramas de arboles y marmoteros los hubo hasta donde se abren las calle Bolea en dos. Gentes, mi familia, que pasaron la riada encima de las paredes del patio, temiendo que su casa se la llevara el agua, porque esta le pillaba de frente la avenida del agua o el horno de la tía Rosa la Hornera que el agua llego hasta la misma boca de él estando lleno de pan. Y hasta la iglesia no se escapó de la inundación, llegando el agua hasta la altura del altar.

Viendo las fotografías de entonces y las anchuras que tenía el cauce por su paso por el pueblo, nos hace pensar que pasaría si lloviese como aquella ocasión llovió. A las autoridades competentes, ayuntamiento y confederación y a los particulares que hacen mal uso de los cauces por donde pasa o debe pasar el agua, que le sirva esto de recordatorio para prevenir en lo que le compete que no se vuelvan a repetir situaciones como aquella del 1935 y las que nos enseñan de manera muy repetida las noticias actuales. Lo que es del agua el agua se lo lleva.




NUESTRO PUEBLO: UN NOMBRE DE LEYENDA



No se quiere o no se ama lo que no se conoce. Por eso quiero empezar con contar las primeras historias, historietas para algunas personas, con la leyenda que da lugar al nombre de nuestro pueblo: El Ojanco.
La palabra ojanco significa persona de un solo ojo en la mitad de la frente. También es sinónima de cíclope (el más famoso de ellos fue Polifemo) y de ojancano de los que por el norte de España se les conoce a estos seres mitológicos. También en Embriología, ciencia que se dedica a estudiar los embriones y fetos humanos, se le conoce como monstruo fetal con atrofia del tabique nasal y un solo ojo.
No hay constancia escrita que este personaje viviera este pueblo en época histórica, aunque si nos quedara su nombre desde muy antiguo ligado a estas tierras. Hace 500 años ya se conocía un arroyo del Ojanco, unas torres del Ojanco y un batán y el nombre de su propietario al lado del arroyo del Ojanco. Algunos más “instruidos” dirán que no era Ojanco sino L’oçanco. Otra manera distinta de escribir, en aquella época, lo mismo.
En la Historia Mágica de España, Fernando Sánchez Dragó hace referencia a los “ojancanus”. Dice en ella que existieron en las montañas del norte de España, la Cordillera Cantábrica y en los Pirineos que es donde más leyendas y tradiciones existen. También menciona las sierras orientales de Andalucía, nosotros formamos parte de esta zona de Andalucía. También hace referencia en su libro a otro escritor, ensayista historiador y jurisconsulto de finales del siglo pasado y principio de éste, Joaquín Costa. Este personaje importante en la historia reciente de España, fue diputado por el distrito de Cazorla del partido republicano federalista además de notario de Jaén (1888). Costa hace referencia también a los “ojancanus” en la Sierra de Cazorla y Segura. Posiblemente se refiriese a nuestro Ojanco. ¡ Es el único lugar de la sierra que existe
Con este nombre!
¿ Cómo llegaría este hombre fabuloso a nuestro lugar? ¿ A qué se dedicaría? ¿Cómo viviría?
Estas interrogantes son difíciles de contestar a ciencia cierta. Pero la primera pregunta, pudiera ser que viniera en alguna emigración al principio de la invasión romana. En aquella época llegaron a esta zona de Andalucía gentes procedentes de las montañas del norte de España, más concretamente Cántabros, atraídos por las minas de los Montes Argentiferos junto al Tagus Parnasus (río Guadalimar).
Se dedicaría al pastoreo. Esta zona en que vivimos ha sido hasta épocas muy recientes tierras de pastores. También lo era Polifemo amo de rebaños de carneros, de tanta lana que los hombres de Ulises se salvaron a gracias a ella de ser devorados por el cíclope, según lo cuenta Homero en su Odisea.
Viviría en cuevas. Mejor dicho en la cueva de Sietegibas. Esta cueva tenía una posición admirable por tener el agua corriente a menos de 20 metros de su entrada, esto en nuestros días, en aquella época quizá pasara por la misma entrada de la cueva el agua del arroyo. La cueva de Sietegibas también tiene su leyenda particular además de ser la cueva de nuestro “Ojanco”. Según dicen los antiguos, llega hasta el cortijo de Los Pollos. Hoy día como los habitantes de este pueblo saben, está tapiada formando parte de la casa en la que vive Francisco Cano PichardoSietegibas
Debería de ser una persona acomplejada por su aspecto diferente. Se ocultaría de las demás personas. Y las gentes de los alrededores le tendrían miedo. Y del miedo pasarían a levantar o inventar historias poco fiables del “Ojanco”. Serviría de “coco” para los chiquillos malos y traviesos de aquellas épocas remotas. De esta manera se iría formando la leyenda del fabuloso y terrible ser de un solo ojo en la frente.
A continuación transcribo unos versos que hallé cerca de otra cueva, unas de las más famosa del mundo “Altamira”, en Santillana del Mar. Los encontré por casualidad cuando entraba a una tienda de cerámica típica de aquella zona y me tropecé con toda la tienda llena de ojancos.

EL OJANCANO


Tenía el Ojáncano
un ojo en la frente
tres filas de dientes
y como un bardal

barbas y melena
rojas y cubrientes
gigantesco vientre
y voz colosal.

Bajaba las torcas
las cuestas subía
y solo se oí
su angeo animal,
y andaba descalzo
por la nieve fría
igual que corría
por el escajal.

El monte arrasaba
cegaba las fuentes,
hundía los puentes
y de forma igual,
lo mismo tronzaba
de un solo mandoble
el mas fuerte roble
como jelechal.

Las noches oscuras
-contaban los viejos-
retumba a lo lejos
como temporal,
y era que las peñas
sin ningún trabajo
emburriaba abajo
por jacer un mal.

También despeñaba
al pobre ganado
cuando descuidado
solía midiar,
y pastores hubo
que en una alta cumbre
su ojo de lumbre
lo vieron brillar.
Pastor: Si en la Braña
de noche te pierdes
de nada te acuerdes
más que de rezar.
Si oyes el su angeo
y un ojo te alumbra...
Prepara la tumba
y "Requiescantimpaz

Como vereís aquí tampoco pintan al ojanco como un angelito. Ferocidades aparte, el Ojanco ese ser mitológico forma parte de nosotros en tanto que es parte del nombre de nuestro pueblo. No nos debe dar vergüenza del nombre, que algunas personas le cuesta pronunciar y se preguntan extrañadas que clase de nombre es: “Un nombre de leyenda y con leyenda, Arroyo del Ojanco sin más.”



ANDRÉS MARÍN SÁNCHEZ noviembre de 1999



LA LEYENDA DEL CASTELLON

Siguiendo con las leyendas de nuestro pueblo.¡ Pues nuestro pueblo también tiene leyendas! De “encantás”, como la del charco de la “Encantá”. De moros o moriscos, como la de la cueva de “Cañada Arada”. De tesoros ocultos, como la del “Castellón”, “Castellón del Moro” o la “Castellona”.
Hoy hablaremos de esta última: “La leyenda del Castellón”. Como cualquier leyenda tiene parte de verdad y otra parte alterada por la transmisión oral. Lo cierto y verdadero es la sima que hay al pie de las piedras del Castellon. Lo alterado es las riquezas inmensas que hay dentro de esa sima que dicen que llega sus profundidades a más de cien metros o por lo menos a la altura del río Guadalmena.

El Castellón
Leyenda pura y dura: voces que se oyen llamando al que intenta penetrar por la sima en busca de los tesoros que hay en ella.
Las últimas personas que intentaron explorar la sima fueron Venancio y su amigo el Berenjeno. Venancio era un hombre que se dedicaba o era un buen especialista en abrir pozos a mano. Por esta causa entrar por las profundidades no era penoso ni extraño en él. Además tenía otras cualidades como la de mover el estomago a un lado y a otro a discreción. Era muy común entre los chiquillos de mi época, y mayores, decir Venancio mueve el buche. Y Venancio con toda tranquilidad hacía su demostración sin ningún reparo.
Estas personas según decían experimentaron en sus carnes la leyenda del Castellon. Cada vez que intentaban entrar en la sima, que fueron bastantes, tuvieron que volver tras sus pasos sin conseguir su objetivo de entrar y explorarla. Unas veces por miedo, al oir a alguien que les llamaba por su nombre como: “ Baja Venancio que aquí te espero”. Otras veces la hija de Berenjeno se ponía enferma del corazón o con ataques cada vez que el padre intentaba meterse en la sima. Algunas veces sin que el padre dijera nada de sus preparativos, le pasaba esto.
Algunas personas contaban que se habían encontrado con un moro en la Guerra de Africa y que le habían contado la historia de las riquezas acumuladas en la sima del Castellón. Otras que habiendo ido a trabajar a Francia, en el tren, un moro le había hablado de la leyenda del Castellón
Pasado el tiempo un grupo de amigos intentamos descubrir los misterios del Castellón. Pero primero teníamos que encontrar la entrada de la sima, cosa que no conseguimos. La primera vez nos impresionó las piedras y sus formas que parecen unas fortaleza ciclópea alineadas con otras piedras en dirección del pantano de Guadalmena como si quisieran defender la entrada a Sierra Morena. Las siguientes veces vimos como unos círculos de piedra que parecía májanos. Algunos creíamos que eran restos de construcciones y otros de escorias de fundiciones. Lo más probables es que fuera esto último.
La posible entrada de la sima del Castrllón
 
También parece ser que encontramos la entrada de la sima o algo parecido a ella, según las indicaciones que nos habían dado de gentes que conocían muy bien estos parajes. La encontramos rellena de tierra. Al no llevar medios suficientes, solo una espuerta y una soga de cuatro o cinco metros, después de trabajar en abrir una brecha solamente hallamos restos de una oveja o cabra allí enterrados. Pero la entrada siguió tapada.
También hicimos una asociación juvenil con el nombre de la “Castellona” para intentar conseguir ayuda para buscar y descubrir parte de nuestro patrimonio más remoto. Como todo el mundo sabe nuestro patrimonio depende de los restos que nos dejaron otras culturas o civilizaciones antiguas. Desde la época germánica no queda ningún resto por alrededores más próximos a nuestro pueblo o su entorno de influencia.
Con esto se acabó nuestra aventura de buscar o descubrir la leyenda del “Castellón”, pero no la ilusión de volver a estas piedras para mí mágicas. Al romperse aquel grupo de amigos por hacernos mayores o tener otros intereses y obligaciones, se quedó aparcado aquel proyecto del “Castellón”. Luego la pereza y las alambradas que lo rodean han ido atrasando, por lo menos para mí, volver a percibir esas sensaciones que uno siente al saberse que está pisando un lugar mágico.
Así pues, a cualquier aventurero ávido de riquezas y de emociones fuertes el “Castellón” le espera con los brazos abiertos diciendo: “ Baja Fulano o Mengano que aquí te espero”



ANDRÉS MARÍN SÁNCHEZ enero de 2000

LA LEYENDA DE LA CUEVA DE CAÑADA- ARADA

En este trimestre hablaremos de la leyenda de la cueva de Cañada Arada o Cañará como decimos las gentes de estos lugares.
Esta leyenda consiste, como muchas otras, en riquezas ocultas dejadas por los moros debajo de tierra para cuando pudieran volver de su exilio recuperarlas. De aquel exilio al que tuvieron que partir expulsados por el rey Felipe II, tras la sublevación de los moriscos de Las Alpujarras y su posterior derrota en el 1570. Y la última expulsión promulgada por su hijo Felipe III en 1609.
La cueva tenía dos entradas: una dentro del cauce del mismo arroyo del Ojanco a su paso por “Cañará” y otra que salía a la mitad del cerro que hay enfrente de la aldea.
La primera entrada era de forma natural y a pie llano, hoy está tapiada con una pared de piedra y argamasa y cubierta con zarzales. Por esta situación es muy difícil dar con ella. Estaba ubicada muy cerca de las casas de la aldea y de unos cañamares que tenía la
familia de Pepe Sánchez.
La otra entrada o salida de emergencia tiene forma de hormiguero gigante. La boca tiene un diámetro aproximado de tres o cuatro metros. La tierra que forma este pequeño cono es completamente diferente de la tierra que la rodea. Es tierra negra de cañamar o huerta en contraste con la tierra roja predominante que hay a su alrededor. Las piedras que tapan este enorme hormiguero, tampoco son como las de las olivas del alrededor, son piedras de toba como las que hay en el cauce del arroyo.
Lo que más choca de todo esto son precisamente los materiales de este cono que es la entrada superior. Estos tuvieron que ser excavados desde el mismo cauce del arroyo para taponar esta entrada por los habitantes de esta cueva, que según dicen tiene o tenía varias galerías donde se almacena los tesoros ocultos que dejaron allí los moros que en ella vivieron.
Para subir a esta entrada, había un camino que cruzaba el arroyo por la venta Cartola y pasando por debajo de la piedra del Fraile, que está a mitad o un poco menos del camino, se llegaba a la entrada de la cueva.
Según contaban los antiguos, entre ellos mi bisabuela Inés, veían a los moros y moras peinarse y espulgarse al sol desde sus casas de “Cañará” que están enfrente de la cueva.
Si esto fue posible que estas gentes, que vivieron desde mediados del siglo XIX, llegaran a ver a los moros que vivían en la cueva echan por tierra a la historia que dice que hacia el 1614 el proceso de expulsión de los moriscos había concluido. Con respecto a esto tengo varias teorías: la primera que mi bisabuela no hubiese visto nunca a aquellos moros desde “Cañará” y la segunda, que fuese verdad lo que decían los antiguos y entonces llegaran a existir moros hasta mediados del siglo XIX.
Abundando en la primera teoría, que no fuese verdad que mis antepasados más recientes no hubiesen visto con sus propios ojos a los moros tomando el sol en el invierno en la entrada de la cueva que hay en la parte superior, llego a la conclusión que desde tiempos remotos, casi cuatrocientos años, ha habido gente viviendo en los alrededores de nuestras tierras. Estas gentes transmitían de forma oral los acontecimientos y sucesos que pasaban en estos contornos. Sucesos que con tiempo han ido cambiando las formas de contar la historia pero no el fondo: se puede decir que moros hubieron que vivieron en la cueva de “Cañará”. Las riquezas y los fantasmas que apagan o apagaban las antorchas de los que se metían en busca de ellas, son adornos de la historia que la lleva a ser leyenda.
La segunda teoría me lleva a la conclusión que algunos moriscos, que no quisieron marcharse, buscaran en terrenos montañosos y poco habitados refugio para no tener que abandonar su país y el de sus antepasados. ¿Cómo aguantarían tanto tiempo escondidos? ¿Cómo habrían podido sobrevivir 300 años? ¿Cómo se reproducían? Todas estas preguntas serían muy interesantes poder explicarlas y demostrarlas con la Historia, con mayúscula, en la mano. Quizá alguna vez, alguien al que le interese el tema, se tropiece con algún retazo de la historia oficial y se pueda demostrar que hubo moriscos que nunca abandonaron España hasta que fueron dejando de existir a causa de la consanguinidad en sus relaciones en la procreación.
Esta teoría me hace recapacitar que pudiera ser cierta. Muchas de las historias que se han transmitido oralmente, historias que contaba mi bisabuela, he llegado a contrastarlas con la realidad histórica del siglo en que ella nació siendo todas ellas verosímiles.
Sigo abundando en lo mismo conociendo nuestras leyendas se llega a conocer algo nuestras raíces y hacernos orgullosos de ellas. Pues por desgracia nos siguen negando nuestra historia, la historia de nuestras tierras en las que vivimos, aquella gente que tenía o tiene los medios oficiales para poder dárnoslas a conocer.
Me gustaría despertar un poco en la gente joven el espíritu aventurero por querer descubrir estas leyendas con sus tesoros, tesoros más espirituales que materiales que todas ellas llevan implícitas.


ANDRÉS MARÍN SÁNCHEZ. Junio de 2.000






LOS TOROS DE SAN FRANCISCO

Acaba de terminar las fiestas de nuestro patrón San Francisco, mi patrón, y de ellas me quedo con un grato recuerdo de unos de sus actos programados, los toros .
En primer lugar tengo que felicitar a la persona (o personas) que hicieron posible la recuperación de los toros en San Francisco. Recuperación de estos festejos para que sirvan de precedentes a las comisiones de fiestas venideras en este, mi pueblo, nuestro pueblo.
He escrito recuperación de un festejo. No me he equivocado, pues ya hace más de 44 años que se celebraban novilladas para principiantes en las fiestas de San Francisco. Se celebraban en el patio de la cooperativa aprovechando las trojes de la aceituna para con maderas hacer los tendidos y las bocas de las trojes servían de burladeros. Por la parte de la entrada a la fábrica, donde hoy está el surtidor del gasóleo, en la calle se ponían algunos camiones para que la gente se subiera a ellos y desde allí ver los toros. También desde la terraza de la tía Francisca Paula servía de tendido para algunas personas poniéndose a reventar.
Todavía tengo recuerdos de aquellas novilladas, no sé si de la última o de la penúltima, pues mi corta edad de entonces las mezclaría. Recuerdos como los del aprendiz de torero local, Pepe el Botero, revolcándole un novillo e hiriéndole levemente en la ingle y como sus amigos se lanzaron al ruedo para quitarle de encima el animal. O como aquellos novilleros que se veían impotentes para matar a sus reses y la gente le chillaban, y que alguien me decía que me orinara encima de ellos pues estaban en un burladero debajo de mí. Y como mi tío Juan Ramón me decía que encima de uno de ellos no, porque llevaba su gorra campera puesta.
Cesar Perez, torero de Arroyo del Ojanco

Todos estos recuerdos de los toros de San Francisco, nos servían luego en nuestras largas temporadas de jugar al toro: unos chiquillos haciendo del novillo “colorao” que pilló al “Botero” y otros haciendo de este “torero”. También de estas fiestas de San Francisco datan los primeros cuernos de toro que los chiquillos de mi pandilla tuvimos para nuestros juegos taurinos. En esto fui un previligiado a causa de que mi tío, el antes nombrado, era el carnicero que se quedaba con la carne de los novillos y quizás fuese tambien el organizador de aquellos festejos.
Volviendo a las fiestas actuales para mí fue un gran acierto porque creo que con esto se le da prestigio al pueblo entre las gentes de los alrededores. Tambien decir que la afluencia de publico fue bastante buena, rozando el lleno en los dos espectáculos, aunque debería haber ido más gente del pueblo a estos festejos.
No voy a criticar porqué había tanta gente del otro pueblo en el callejón: funcionarios del ayuntamiento, algún político o el presidente de alguna hermandad de San Marcos. Yo también he estado en las fiestas de Puente de Génave en el callejón, fui invitado por la empresa organizadora. Quizá ellos también lo fuesen. Ni tampoco lo voy hacer de la composición de la presidencia: porque fuese el concejal de cultura el presidente, que debe serlo por delegación del alcalde, ni que el asesor artístico no fuese una persona de mi pueblo, nuestro pueblo. Fue una persona muy entendida en temas taurinos, según dicen el que más sabe de toros y de desempleo de toda la comarca y alrededores. Y un veterinario que supongo que sería la tercera persona que había en la presidencia. Las improvisaciones y pifias que hubiese, ya tendrán tiempo de corregirlas en otros festejos venideros.
Ni tampoco la manera de organizarlas ni de los gastos. Pues en primer lugar debería conocer las cuentas de las fiestas para poder opinar y estas no sé si algún día se sabrán o la den a conocer sus responsables.
Enhorabuena pues para mayoría de las gentes de este pueblo a los que les gusta la fiesta brava y así poder decir orgullosos que se hacen toros en nuestras fiestas además de los singulares San Marcos. ¡ Qué cunda el ejemplo de este año!

ANDRÉS MARÍN SANCHEZ Octubre del 2000.