LOS TAXISTAS
Esta actividad es relativamente
reciente. Pues el automóvil empezó a usarse de manera más habitual bien entrado
el siglo XX
Sin embargo, los antecedentes son más remotos. Una familia
asentada en Lombardía, los Tassi, fue la encargada de poner en marcha un nuevo
servicio de correo postal que pusiera en contacto a las principales ciudades
europeas en el siglo XV. de aquí proviene la palabra taxi.
Los primeros taxímetros datan de finales del XlX y se inventaron
como sistema para controlar el tiempo y la distancia recorrida por un vehículo.
Los taxistas en nuestro pueblo no funcionaban como los descritos
anteriormente. Eran profesionales que tenían un coche al servicio público, de
los demás. Seguramente hasta bien entrado los años sesenta no tuvieron ni
licencia municipal de taxis.
Creo que el
primer taxista, si se le podía llamar en aquella época, fue Cándido
Samblás. Este hombre tuvo un coche en los años 20 y según me contó era el único
coche que había en el pueblo junto con
el de Don Pepe Manolón. La marca de este coche era americana, me parece que era
un Chevrolet. Llegó a subir a la Haza Alta en aquella época en que no había
carretera ni carriles para subir allí.
Había poca gente que podía pagar un coche para sus
desplazamientos en aquellos tiempos. Su uso era para ocasiones de graves
emergencias o algún acontecimiento muy importante. Me contaba este hombre lo
atascos que tenían que sufrir en estas carreteras de tierra, a consecuencia
de los carros que transportaban maderas.
Decían que los carreros se montaban en el primer carro y los otros los iban
enganchando unos a otros como si fuesen vagones. Si la caravana era larga y se encontraban con
otra de frente era imposible adelantar en las largas rectas del Álamo. Con el tiempo se fue a
vivir al Puente de Génave donde vivió hasta su muerte.
También otro posible peculiar taxista, fue Paco Luna. Yo lo
conocí como tabernero. Suyo era el bar, en aquella época con su nombre, Puerta
del Sol. El edificio todavía pertenece a su familia que reside en Chiclana.
Me acuerdo como en sueños del coche que tenía. Se parecía a los
que se veían en las películas policiacas americanas. Los encerraba en la calle
del Río, en el solar que hoy pertenece a José Gilabert y que daba entonces a la
travesía Viñas, calle que va a las Escuelas.
Después hubo otra persona del
pueblo que entre otras actividades tenían un coche al servicio público, Otilio Olivares. Con el tiempo tuvo
también otros negocios como un almacén de piensos Nutrotón en su casa de la
calle Carretera, una granja de gallinas
entre las calles Pio XII y San Lorenzo y por último otra granja de cerdos en la
calle San Lorenzo éntrelos números 22 y
24 tenía la entrada.
Junto con este yo conocí otro taxista que tuvo esta profesión
hasta su jubilación aquí en el pueblo y
continuado por su hijo, pero con autobuses. Era Juan Herreros, más conocido por
Juan el taxista. Con el primer coche que tengo de él era un Seat 1430 y después con un 1500, de la misma marca y una furgoneta.
Con este vehículo me acuerdo de un viaje a Madrid a la feria del
Campo, mejor dicho dos viajes. En el primero matamos hasta una libre con el
coche por esas carreteras de la Mancha. También algunos de los amigos fuimos
por caminos separados a ver nuestro primer partido del Real Madrid con un Las
Palmas que estaba de moda como ahora pero con tres seleccionados. En el segundo
viaje yo con unos 20 años era el jefe de la expedición con a Extensión Agraria
que era la organizadora del viaje a la Casa de Campo a partir de salir de aquí
todo el mundo era libre hasta la hora de vuelta el domingo por la noche,
alrededor de las 10 era la hora puesta para el regreso.
Y a partir de aquí hubo
una gran cantidad de taxista a la misma vez en nuestro pueblo.
Pero antes, estuvo también Tomás Bueno, conocido por Tomas el
taxista, el de la fonda y el carpintero. Tenía una furgoneta en las que hacía
sus viajes casi exclusivamente a Beas. Tuvo en el negocio del taxis hasta
mediados los años setenta. La gente de mi edad lo contratábamos muncho para ir
a jugar al futbol a otros pueblos. Cabíamos casi todo el equipo en la furgoneta
y así nos salía el viaje más barato. Por si hay algún joven futbolero, les diré
que el viaje se pagaba a medias entre el equipo contrario y nosotros, casi siempre tocábamos a un duro
por cabeza.
Los taxista que en los años sesenta había en el pueblo estaban estos dos últimos más los
siguientes:
José Herreros, de este me acuerdo que empezó con un seiscientos
como taxis. Después se fue a Barcelona trabajando como taxista y murió en un
accidente con él a finales de los 70 o
principio de los ochenta.
Nazario Bueno hermano del otro taxista, Tomas. Empezó con un
setecientos como taxis. Ya hablamos de Nazario como carpintero, pero hubo una
época que el taller lo cerró, aunque seguía haciendo algún trabajillo para él
mismo en sus rato libres. Con este coche tuvo un accidente cortándose la
falange de un dedo de la mano, no estoy
seguro si con el ventilador del radiador o con la puerta del coche. Después
tuvo en R-12, coche que se los robaron un día. El autor era oriundo de aquí que
de niño se había ido con su familia a vivir a otras latitudes. Estando un año
de vacaciones, robó el coche de Nazario y lo abandonó medio destrozado.
Nazario
volvió a su carpintería y de dejó este oficio que lo tuvo de manera puntual.
Otro taxista fue Emilio Nievas que
estuvo trabajando en el pueblo como tal hasta los años 90 que se fue a vivir a
Gerona donde murió. Me parece también que empezó con un seiscientos. Cuando yo
empecé a tener relación con él como taxista tenía un Seat 1500 recién comprado.
Sería en el 1970 aproximadamente en un viaje a Jaén con muchas vicisitudes a
causa de la mecánica del coche que iba averiado. En Baeza
tuvo que cambiar de taxis y taxista que Emilio conocía y este le estaba
agradecido por alguna ayuda que le había dado con algún problema del oficio. Después tuvo un Peugeot, creo que el
último. En esto de los coches siempre he sido muy despistado y no me he fijado
mucho en ellos.
Julián Martínez, el taxista. Fue el
último de los taxista de aquellos años que siguió usando la parada de taxis
hasta su jubilación definitiva y su marcha a Valencia donde vivía su familia,
su mujer y sus hijas. Tenía un Seat 1500 de color café con leche. De últimas
sus viajes eran a Beas y llevar a laguna persona mayor a las aldeas de los
alrededores. Me acuerdo de ver en este taxis a la tía Perragorda, o mejor dicho
a la última mujer del tío Perragorda, sobre todo cuando hacía la compra los
viernes.
Antonio Romera, su mujer Virtudes tenía
una tienda en las Cábilas, hoy supermercado Espinosa de una de sus hijas.
También llevaba un 1500. Me acuerdo de un día viniendo de Jaén el trabajo que
le costaba, al coche, subir la cuesta de Baeza, y los calentones que llevaba el
coche subiéndola.
Tomás Martínez, otro taxista con un
1500. Me acuerdo de cuando estaba arreglando los papeles del taxis e iba a
hablar con don Maximiano para que le ayudara con ellos. Sería casi a mediados
de los años 60. Su yerno Paco Liñán
sería el penúltimo taxista del pueblo.
Doroteo Vico, otro taxista de estos años que murió hace poco tiempo.
Chicano estuvo bastante tiempo como taxista y junto
con Juan Herreros ha sido con los que más recuerdos de jovencito me han quedado
al usar su taxis.
Con todos estos taxistas hemos vivido los habitantes
del pueblo de aquel entonces, multitud de anécdotas.
Muchos de mis amigos de entonces, niños por supuesto,
tenemos recuerdos de cuando nos íbamos a examinar a Baeza en aquellos taxis.
Los madrugones para salir del pueblo con
hora para llegar puntuales a los exámenes. Los mareos que a esa hora tan
temprano y los nervios nos producían. Los rodeos que hacíamos para llegar al
pueblo sorteando a la guardia civil.
Me acuerdo de un examen que fuimos al instituto de
Úbeda que todavía no se había inaugurado. Nos habíamos levantado esa mañana a
las cuatro y no se a la hora que salimos del
pueblo. Mi madre me dio una bolsa con galletas de coco, que a mí me
gustaban mucho. Todo el mundo quería comer galletas al mismo salir del pueblo y los mismo que nos comíamos una,
empezábamos con las angustias y los mareos. Hubo uno que se llama Antonio
Tenedor, que se las comió casi todas y no le pasó nada. Yo aguante hasta
bajarme del coche que paró en la puerta del hotel Consuelo, hoy desaparecido,
para expulsar mi malestar, pero otros fueron casi todo el viaje con la cabeza
sacada por la ventanilla.
Venir de Baeza a Arroyo, a veces tardábamos más de
cuatro horas en el taxis. Un día nos paramos en Úbeda un buen rato, y el
taxista que era Tomas Bueno con su furgoneta, se dedicó a preguntar a otros
taxistas que iban en dirección contraria por la guardia civil. Las noticias que
recabó no le gustaron, porque dio un rodeo por Arquillos y el Condado para
venir aquí. Me acuerdo que eran las fiestas de Santisteban, la de Pascuamayo.
El coche apenas podía andar por la carretera por la gente que paseaba por ella.
Y si no que se lo digan a Antonio Blanco que los vimos cuando paseaba con su
mujer que entonces estaba novio. Se acercó al coche y nos habló, mejor dicho al
taxista.
O cuando Chicano nos decía que el ingeniero que había
arreglado o hecho la carretera de Úbeda a Baeza tuvo que dimitir por hacerla
con tantos chichones. No tenía baches, sino el firme inestable. Con los años,
como casi toda la carretera de la Loma, estos se transformaron en baches.
Al pasar cerca
de los cuarteles de los pueblos nos decía el conductor que nos agachásemos
entre los asientos y cosas parecidas.
Al ir desapareciendo estos taxistas estuvo también, ya
con la democracia, Bartolomé Cardosa como taxista Pedro Litrán Perona, el
cartero. Ejerció pocos años. Y por último Paco Liñán que ha estado hasta hace
muy pocos años, hasta que se jubiló, como único taxista del pueblo. Al tener
casi todo el mundo coche en este pueblo, Paco se dedicó durante mucho tiempo en
llevar a personas mayores y enfermos impedidos a los médicos de Úbeda y Jaén
así como trabajar para compañías seguros de coches para llevar a los usuarios
con problemas a sus lugares de destino. Paco traspasó la licencia al taxista
actual, Alfonso.
Se podía
escribir un libro con las odiseas que se producían con estos taxis en la
época de mayor actividad, los años sesenta y principios de setenta.
Pero en los años cincuenta hubo un taxista especial.
Paco el Pregonero. Su taxis era una bicicleta que tenía unas ruedas muy anchas,
sobre todo la de atrás y un buen portaequipajes. Esta la tenía acondicionada
desde los tiempos del estraperlo. Y en estos años, que ya no había, se dedicaba
a llevar a gente montada en el portaequipajes a Beas por un duro.