viernes, 3 de mayo de 2019

LUGARES, ACTIVIDADES, NEGOCIOS...: LAS TIENDAS, FRUTERÍAS, PIENSOS, PANADERÍAS, CARNICERÍAS.


LAS TIENDAS

           

              Recordaremos  las tiendas que había en nuestro pueblo y que han desaparecido o que han dado lugar a otras que existen hoy día.

         Antiguamente no existían tiendas. En las ventas que había era donde se podían comprar o abastecerse de producto que no se daban por aquí. Los arrieros, primero, eran los que traían mercancías  producidas en otros lugares, ya bien por encargo o por hacer comercio ellos mismo con ellas. Después otros, los recoveros, fueron los que nos visitaban por las calles con sus productos y baratijas, como hacen hoy día los vendedores ambulantes y algunos en el día del mercadillo recorren las cortijadas con un pequeño supermercado en su furgón llevando, en pequeñas cantidades, casi todo tipo de alimentos.

         Empezaremos con una de las más antiguas, las de los Chervanos o de Miguel Luna. Ya a principio de los años 30 la regentaba Juan Pedro Luna Cuadros. No sé si estuvo siempre en el mismo local donde la conocimos, pues esta familia tenía casas en la otra orilla de la carretera, yo la conocí en donde su sobrino nieto hizo un local nuevo y en él se ubicó la agencia de seguros  Generali y ahora una tienda de ropa, junto a la nueva cafetería y cerca del Udaco. Al principio fue una tienda de toda clase de mercancías y después con el tiempo solo de tejidos, teniendo estos en sus tiempos gran prestigio.
Casa de la familia Luna donde estuvo la tienda de Miguel.


         Otra de las antiguas, también ubicada en la carretera, fue la de la María de Sandoval. Esta estaba en la esquina que hace la carretera con la calle Bolea. Era de las llamadas de ultramarinos. Había de todo, hasta agua para los garbanzos. Era regentada por la familia Sandoval, Antonio y María, siendo esta la propietaria del local. Me acuerdo que eran propietarios de los pocos coches que había en los años cincuenta. En los años 60 traspasaron este local, así como la casa a Juan de Dios y su mujer Dulce, cuando se murió la propietaria María la de Sandoval. Esta familia de Juan de Dios Sánchez vendió el edificio cerrándose definitivamente el negocio que tantos años hubo en él.
La tienda de Sandoval en los años 50, en la esquina de la izquierda.


         También en la calle carretera, pero enfrente de esta tres puerta más debajo de la esquina con la carretera de Fuentebuena o de la tienda de la fotógrafo Anabel, estaba la tienda de Paco Liñan más conocido como Paco Flor. Se le conocía por este nombre por el de su mujer que se llamaba Flor. Esta tienda tenía de todo como aquellas tiendas de ultramarinos que además eran también librerías donde se vendía todo lo necesario como materiales escolares. En esta había hasta papel de barba, aquel papel especial para los escritos oficiales. A Paco Liñán no le gustaba que le llamasen Paco Flor y se cabreaba cuando alguien lo nombraba de esta manera. Su hija Alicia le ayudaba en la tienda hasta que se tuvo que ir a otro lugar por el trabajo de su marido Poco tiempo después de su muerte de Paco, la tienda desapareció y la casa la vendieron estando el lugar y la fachada de la casa igual que cuando estaba la tienda.
La tienda de Paco Liñán o de la Flor, su mujer.


         Muy cerca de esta estaba la tienda de los Lumbreras. Estaba en la casa que es hoy día Mari Luz Lumbreras entre la calle Carretera y la calle Rosales. La tienda tenía dos entradas, una por la calle Rosales y la otra por la otra parte de la carretera de Fuentebuena. Los comestibles estaban en la parte de la calle Rosales y los tejidos en la travesía de la carretera. Aquí trabajaban todos los hermanos y hermanas junto con la madre Orosia. También como todo el mundo sabe eran los fotógrafos del pueblo y desde 1960 hasta 1976 también llevaban el cine, primero el Lumbreras y después también el Andalucía. Con el tiempo, a mediados de los años 70, se dividió esta tienda en cuatro más: Juan Antonio Lumbreras, donde está la de su hija, de tejidos y regalos. La de Juan Zorrilla y Mari Luz en el numero dos de la calle Rosales, ya desaparecida. Luis Lumbreras en la calle San Francisco, donde vive hoy día su hijo Jesús y la de Francisco Lumbreras y su mujer Genoveva, hoy mercería Inma en la calle de las Viñas.
Edificio donde se ubicaba la primitiva tienda de los Lumbreras.



         La de Antonio Ortega. Esta tienda empezó como de ultramarinos también un poco después que estas. Hoy sigue existiendo con otra actividad y en otro lugar llevada por su hijo Antonio, recientemente fallecido, como muebles Ortega. Al principio estaba ubicada en la calle carretera, en la casa que fue de Paco Gilabert y hoy de sus descendientes su mujer y sus tres hijos. Esta casa esta entre la de la exposición de su hermano José y el solar de la posada al otro lado. En este lugar estuvieron hasta que se hicieron la casa uno metros de la anterior haciendo esquina con la calle de San Francisco.
Casa de Paco Gilabert

 Esta tienda en su día y en este lugar, fue muy espaciosa moderna. En ella cada vez fue decayendo la parte dedicada a los comestibles y reforzándose la de los muebles y electrodomésticos, quedándose estos últimos como la única actividad de este negocio. Una vez traspasado el negocio al nuevo local, enfrente de la Iglesia, ha estado algunos años otro negocio  de ropas y de utensilios de casa a manos de unos marroquíes y hoy día está cerrado este local. Anteriormente su suegro Francisco Gilabert García tenía en los años 30 una tienda de comestibles hasta su muerte en el 1936.
Casa de Antonio Ortega


         Otra tienda de ultramarinos que tuvo mucha aceptación en su día, fue la de la tía Carmen Juárez esposa del tío José Ortiz el de la tejera. Estaba ubicada en la carretera al mismo cruzar el puente, el edificio está derribado y es hoy día propiedad del ayuntamiento. En este lugar los que más se vendía eran los comestibles. Y en una época que no había tienda de chucherías, aquí se podían comprar lo más parecido a ellas. Al estar de paso de la mitad de los chiquillos del pueblo a la ida y vuelta de la escuela, era el lugar donde comprábamos la onza de chocolate de los Muñecos que luego nos comíamos con el bollo o la torta de azúcar que comprábamos en la panadería de Fernando Almagro. La regentaba como ya lo he dicho la tía Carmen y su hija del mismo nombre.
La tienda estaba adosada a la casa de la Monja, que es la que se ve. 


         Al otro lado del puente, en la misma acera, estuvo la tienda precursora de la de la Fermina, pero en la parte de la casa vieja donde se hizo la actual. En ella se vendía de toda clase de ultramarinos desde comestibles hasta pinturas, lejías y cervezas que ellos mismos distribuían. La  regentaban José y Fermina con sus hermanos y cuñados José también y su mujer Águeda. Con el tiendo cambió de actividad pasando a ser mas menaje y ropas de casa y quedándose como únicos regentes del negocio los dos primeros que eran los propietarios de la casa y del local.
En el centro la casa antigua de la familia Heredia Lumbreras y a la derecha la nueva casa de Fermina y José


         Otra tienda de estas características y quizás fuese su nacimiento anterior a las dos anteriores, fue la de la Mariana       ubicada al final de la calle Nueva. Estaba algo alejada de una parte del pueblo, pero muy cerca del barrio que más creció a principio de los años sesenta, el de la Bolea, donde no había ninguna tienda en él, la más cercana en la carretera la de María de Sandoval. Hoy ocupa este lugar la casa de José Rubio que tiempo posterior también tuvo por poco tiempo un negocio de carnicería.  Y  sin no recuerdo más algún tiempo estuvo también en la acera de enfrente de la otra calle, en la casa de Leovigildo. A principio de los 70, en el 72 ó 73, se cerró esta tienda con la marcha de esta familia a otros lugares.
Tienda de Mariana.


         Otra tienda que empezó su negocio de ultramarinos o de simplemente comestibles, entre ellos frutería, fue la de Chispas a finales de los años 50. Estuvo ubicada en la calle San Francisco nº 4, junto a la librería de Miguel Heredia Parejas, local que también formaba parte de la casa. Con el tiempo este local se convirtió en tienda de tejidos y confecciones del Mantero y luego pasó a su sobrino, el padre de los Sánchez Nares, Tony y Manolo hasta que estos se llevaron el negocio a la calle Sevilla y repartirse los herederos la casa. Chispas el propietario primero de la tienda, del local y casa, también era electricista y fue uno de los primeros operadores del cine en nuestro pueblo. Cuando vendió la casa a Cándido el mantero se traslado a vivir a la casa de don Federico y la tienda se la traspasó a Antonio Tenedor que vivía en la calle Mártires nº 1. 
Primitiva casa y tienda de Chispas y después de Cándido el Mantero


Este Antonio Tenedor había sido albañil o era albañil, bastante reconocido en aquellos años que se quedaba con contratas llevando a bastante gente a su servicio. Muchos albañiles posteriores como Paco el Gordo y otros que se marcharon a otras latitudes buscando trabajo y otra vida mejor, se curtieron en el oficio con él. Me acuerdo en aquellos años de la tienda de las graves crisis que padecía de su enfermedad  en las que tenían que hacerle transfusiones de sangre en su misma casa con donantes del pueblo que fuesen compatibles con él. De esta tienda tanto cuando era de Chispas o de Antonio Tenedor, mejor dicho de su mujer, me traen a la memoria el tallo donde venían los ramilletes de plátanos y que los chiquillos que vivíamos cerca de aquí nos peleábamos cuando lo tiraban para hacernos de él como arma para nuestras guerras y combates, pues se parecía o nos parecía el bastos de la baraja. También de la máquinas de los chicles. Aquí en estas tiendas fueron las primera que conocimos. Cuando nos sobraba alguna moneda de perras gordas y nuestra madre nos daban permiso para comprarnos un chicle. Eso de meter una moneda y darle a la palanca para ver de qué color salía la bola del chicle nos atraía de manera especial. Con el tiempo en las otras tiendas se fueron imponiendo estas bolas de cristal con bolitas de chicles de colores.    
Antigua casa y tienda de Antonio Tenedor.
           

           

                     Hubo  una tienda de comestibles que empezó su emplazamiento en una punta del pueblo y acabó en la misma calle pero a un Km. de distancia de su primera ubicación. Esta tienda fue la familia Samblás López que era regentada por el matrimonio y siempre al pie del cañón Concha, la madre. Su primer emplazamiento fue en las Cábilas, en la casa que fue de Antonio de Evaristo, mejor dicho de su mujer y de su hijo Juan Pedro el sacristán. Después se mudaron a su casa, ahora de su hijo Francisco Samblás, también como he dicho antes en la Carretera al lado del mesón Almagro.
Primitiva ubicación de esta tienda de ultramarinos.


         En la calle Bolea en el nº 6, estuvo la tienda de comestibles de la Rufina, hasta finales de los ochenta que pasó de manos a sus sobrinas Liñanes, mejor dicho los maridos de ellas y a principios de los 90 pasó a Mari Luz Muñoz hasta que trasladó la tienda a la casa de enfrente donde tiene hoy día su supermercado. Esta tienda tenía fama de las más baratas del pueblo hasta que se abrió el Komo-komo en la misma acera, pero en la 1ª travesía Bolea, unos doscientos metros más abajo.
La tienda de Rufina, hoy su casa nada más


         Este supermercado del Komo-komo, tuvo gran aceptación en sus primeros años. Luego los dueños cerraron el establecimiento y con el tiempo lo volvieron a retomar hasta tres veces otros emprendedores con otros nombres, entre ellos como Covirán.
El Komo-Komo


         En la carretera hubo también hace años otra tienda que después se reubicó en la calle San Francisco, esquina con la plaza de San Marcos. Esta tienda era la de Marcelino Rustarazo y hoy se le conoce con el nombre de su hija, Lita. A mediados de los años sesenta funcionaba en la calle Carretera en los bajos de la casa de su pariente Carmen Ojeda al lado de los electrodomésticos JM. A la ver de este local, en la esquina del la plaza de San Marcos, tenía Marcelino un almacén de pienso y bebidas así como un pequeño molino para moler cereales como la cebada y el maíz.
Donde estaba el almacén y molino de Marcelino.

En la casa de la derecha y en la ventana de la izquierda estuvo la primitiva tienda de Marcelino


         Otra tienda hubo en la calle Carretera esquina con la carretera de Fuente buena, hoy casa de la familia Gómez. Este señor puso la primera tienda con el nombre de supermercado en el pueblo. Al empezar con un nuevo negocio de discoteca y salones de bodas, la tienda la fue dejando de lado pasando a manos de Antonio Tenedor y de su familia hasta finales de los ochenta y principio de los noventa. Esto fue cuando la familia tenedor abrió otro establecimiento en su casa calle Pio XII, en el lugar que le servia de matadero y carnicería. El nuevo negocio lo regentaba su hijo Antonio y su mujer Marian hasta que esta encontró trabajo como cocinera en el comedor de la escuela al poco tiempo de la muerte de él, que sucedió en el 1992. 
Supermercado Gómez y Tenedor después.


         Al lado del supermercado anterior, en la calle Carretera, en la casa que es hoy día de Requena, puso este señor una tienda de zapatería, aunque también se vendiese tejidos y otros géneros. Esta tienda fue contemporánea en el tiempo con la tienda de Juan de Dios, en la acera de enfrente de la carretera, cesando su actividad casi a la vez.

            Anteriormente, la tienda de Requena, fue una pensión, la de Pedro Olivares así como una tienda de comestibles y carnicería.  
la casa del centro fue la zapatería Requena. a la derecha la casa de Pepe el Cartero

 En la calle del Río nº 3, en los años ochenta, se abrió una tienda de comestibles, supermercado Liñán, que lo estuvo regentando hasta su cierre por la hija mayor de esta familia, Ramona. Empezó como carnicería y así fue como prácticamente acabó toda actividad con la fabrica de embutidos que se hacía en la casa de enfrente, de su propiedad. Se trasladaron a otros lugares con esta última actividad cerrando las de aquí, hará unos cinco o seis años.
El supermercado Liñán



      Hubo hasta mediados una tienda de tejidos, entre otras cosas, en la calle Rosales. Era la tienda de Basilio Espinosa, del que hablaremos en otro apartado con otra actividad. En esta tienda se recogían los boletos de las quinielas hasta que se cerró el establecimiento por jubilación de los propietarios. 
Casa donde estuvo la tienda de Basilio Espinosa


    Por último hubo otra tienda de tejidos en la calle Carretera enfrente del Parque, que se llamaba La Cigüeña. Era especialista en ropas para niños, de ahí su nombre. Al trasladarse a vivir a otro pueblo se cerró este negocio. Hoy día en él hay una frutería llamada "Fruta Sana"     
La Cigüeña




LAS FRUTERÍAS



         En la calle Rosales, enfrente del callejón que se comunica esta calle con la carretera entre la Fonda y la casa de Retama, estaba la frutería y pescadería de Pedro Molina. Quizá fuese la tienda más antigua que vendiese pescado del pueblo. Al principio también servía como bar quizá fuese en los años cuarenta y principio de los cincuenta. Me acuerdo del ancho portal de la casa donde ponía las cajas de pescando envueltas en hielo los amos viejos. Del pregonero anunciando cuando venía el pescado a este establecimiento diciendo el género que era y el precio de él. 
Frutería y pescadería de Pedro Molina

Los últimos años de este matrimonio en el negocio lo hicieron ayudados por su sobrino Antonio Robles que se quedaría con él, cuando ellos lo dejaron definitivamente. Al principio, Antonio y su mujer Mérida, siguieron en el mismo local y viviendo en lo que sería también su casa. Al progresar en el negocio, lo cambiaron de local llevándoselo a la Carretera, a la casa de Francisco Jiménez y de Luisa Medina, la misma que hoy día está el puesto de venta del pescado. También hicieron un almacén con cámaras frigoríficas, en la calle Carretera esquina con la calle Nueva. Hoy día este edificio esta completamente en desuso y abandonado. Al principio de los noventa cerraron este negocio y se trasladaron con sus hijos a otros lugares de la geografía española. Tuvo en su día varias personas trabajando con los Robles, como Manolo Calahorra como chofer y Antonio el de Nazaret o como Gabina Romero despachando pescado ayudando a la propietaria, Mérida.
En la casa de la izquierda estaba la frutería y pescadería de Robles.


         Otra frutería y pescadería muy antigua fue la de la Pepa Molina. Estaba ubicada en su casa, en la calle Carretera al lado de la tienda de Miguel Luna. Ella era la encargada del despacho del género y su marido Pedro Chinchilla del transporte de él. También tuvieron un tiempo un conductor para su camión Avia, para traer la fruta y el pescado de Úbeda y el reparto a otros lugares. Con la jubilación del matrimonio acabó la actividad y se cerró el negocio.
Pescadería y frutería de Pepa Molina


         Hubo unos años a finales de los sesenta, que un hermano del anterior, Millán, puso un negocio de frutería como un anexo de su hermano en su casa de la calle San Lorenzo nº 5. Hoy  habrá cambiado la numeración de esta casa por la abertura de la biblioteca, hoy guadalinfo que antes no existían y tienen ahora el numero uno. Estuvo funcionando por poco tiempo esta frutería, luego sus dueños abrieron la churrería y el bar de ese nombre en la calle carretera, hoy casa de su hija Ana Mari y antiguamente la cuadra de Miguel Molina a quien se la compraron.
La frutería Millán




PIENSOS Y GRÁNULOS

         También había a principios de los sesenta tiendas de granulo o pienso para los animales. La más antigua era la de Mateo, me parece que el pienso se llamaba Biona. Esta tienda vendía toda clase de alimentos para los animales domésticos de aquellos tiempos, rara era la casa que no tuviese en sus dependencias algún cerdo de cría para la matanza, alguna cabra para que le diese leche o el vehículo de aquellos años, el burro. Mateo Egea vendía pulpa y salvado para los gorrinos, harinilla para cerdos y gallinas, trigo también para ellas, maíz molido y cebada para las bestias. Esta tienda estaba en la parte izquierda de los bajos de la casa familiar, donde estuvo ubicado por algún tiempo la oficina de correos al lado del bar Panochas que formaba parte del mismo edificio, en la calle Carretera.
Las dos casas centrales pertenecían a negocio de Mateo


         Otra tienda, el del pienso Nutrotón, fue la regentada por Otilio Olivares en lo que es hoy día la cochera de esta casa familiar situada en la carretera en la casa que linda con la de Satur. Todavía existe la rampa en la acera para poder entrar en la cochera. Esta cochera o mejor dicho la entrada y salida de ella para incorporarse a la carretera produjo más de algún susto a Otilio y a los coches que pasaban ese momento por allí. Aquí se vendía solamente granulo de todo tipo para cerdos, pollos, gallinas, conejos y para cabras. Algunos sacos de granulo he transportado con la carretilla que tenían hasta mi casa en los años sesenta.
La casa de Otilio y la tienda la tenía en la cochera

       Este señor, en los años sesenta abrió una granja de pollos y gallinas en unas naves que tenía en la calle Pio XII donde hoy día sirven para locales de peñas. Después también en esos años, otra granja de cerdos en unos terrenos que tiene esta familia entre la calle San Lorenzo  y el arroyo, enfrente de las Escuelas Viejas. Es la llamada granja de Otilio que hoy sirve como vivienda de aceituneros y lugar donde sus hijos guardan los aperos de labranza.
Lugar donde tuvo la granja de pollos

Entrada de la granja de cerdos que tenía Otilio Olivares


         Otra tienda posterior a estas, estuvo en lo que fue la posada de Braulio regentada por Antonio Rodríguez. Fue como la sustituta de Otilio Olivares, pues me parece que vendía la misma marca de granulo el Nutrotón. Estuvo funcionando toda la década de los setenta y algunos años más

 
Solar donde estuvo la Posada de los Curicas y posterior almacén de pienso Antonio Rodríguez 

LAS PANADERÍAS



         Las panaderías que todavía hay hoy día en nuestro pueblo como la de Almagro y las dos de los hermanos Blanco son heredadas de padres a hijos y van por lo menos por la tercera generación como las de los dos últimos y la de Almagro quizá sea ya la cuarta generación.

Antes de la guerra civil ya existía en el mismo lugar la panadería de Almagro, siendo Fernando, el patriarca de esta familia, todavía un adolescente pues cuando empezó la guerra tenía 17 años y ya se le conocía como el panadero.

         La de Antonio Blanco, el fundador de las otras dos panaderías con este apellido, quizá fuese muy posterior a la anterior. La panadería de Antonio Blanco el mayor todavía está en el mismo lugar que la de su hijo Paco Blanco. La de los hijos de Antonio Blanco el menor, José Antonio y Carlos se puso en marcha después de la muerte del patriarca de la familia Blanco.

         En los primeros años de la formación de nuestro pueblo no había panaderías propiamente dichas como son las de ahora. El pan se hacía en la propia casa en la que se disponía de un horno y se amasaba el pan normalmente para una semana. Todavía hay restos de estos hornos en ruinas en muchos cortijos y aldeas de nuestro termino, el más cercano al lado del campo fútbol San Lázaro, en el cortijo de Lázaro. Algunos, como el del cortijo de los Poyos todavía se sigue usando con regularidad.

         Pero al ir haciéndose el pueblo más grande, las casas de él no estaban acondicionadas con el pertinente horno para cocer el pan. Empezaron  a nacer gente que vivía a expensas de alquilar su horno y su trabajo para cocer el pan cobrando una cantidad de dinero según el servicio realizado. También se dedicaban a vender el pan que ellos mismos hacían o que a veces era cobrado por sus servicios a personas menos pudientes y que no tenían posibilidades económicas para hacer su propio pan.

         Aquí hubo una familia que hasta los años sesenta se dedicó  a esta actividad de explotar su horno a los habitantes del pueblo que tenían posibilidades de hacerse su pan. Se le llamaba los Horneros y tenían su horno en los patios de sus casas que estaban a la orilla de la carretera ocupando el lugar del bar de la Parada y las dos casas aledañas a él, la relojería y la de la antigua barbería de Ramón Marín. Yo conocí a los propietarios de las dos casas, la del bar, Teresa Galarzo y la de las otras dos casas que era la misma, Julián Galarzo y su mujer Rosa, conocidos como los Horneros. Cuando hablábamos de la gran riada del 35, mencionamos que el agua llegó hasta la boca del horno de la Rosa, que no se si lo dije estaba lleno de pan y que la máquina de coser de Teresa se la llevó la riada hasta la plaza de San Marcos.
La casa de Rosa abarcaba las dos casas que se ven


         Posterior a estos hornos pero simultaneas a las dos panadería, origen de las tres de hoy día, existieron otras.

         Una era la de Luis Blanco que estaba situada en la casa familiar, donde está hoy día la tienda de electrodomésticos JM, en la calle Carretera y el callejón que une esta con la calle Villa Luz Yo la conocí por poco tiempo esta panadería.
Antigua casa de Félix Blanco


         Otra fue la que estuvo un tiempo en la acera derecha de la calle del Río haciendo esquina con la travesía de las Viñas, en el cruce de estas calles con la calle que va al Colegio e Instituto. El que tuvo la panadería era Mateo Egea Palomares, hijo del tenía una tienda de piensos. Tampoco duró muchos años al no poder competir con las dos grandes panaderías que todavía siguen explotándose, y al reducirse el consumo del pan entre otras cosas por la disminución de la población por la emigración que hubo a finales de los años 60 a acabarse las obras del pantano del Guadalmena. Este panadero emigró a Alemania y la casa está temporalmente cerrada por este motivo y por haber muerto los antiguos propietarios y solamente se abre cuando vienen sus hijos o nietos de vacaciones.
Casa de Mateo egea Palomares, donde tuvo una panadería


         Podíamos hablar mucho de cómo hicieron rentable y fructífero estos panaderos sus negocios y como los de Almagro se extendió por varias localidades estableciendo a sus hijos en diferentes establecimientos y como el de este pueblo tenía despachos en Beas y vendía por las calles de Chiclana y de Puente de Génave. O como Antonio Blanco, hijo, llevaba el pan al pantano de Guadalmena en unos cestos o canastas en el portaequipajes de su bicicleta teniendo que subir cargado la cuesta de la Haza Alta. Bueno, dejaremos esto así para otra ocasión.



LAS CARNICERÍAS



         Las carnicerías en nuestro pueblo se deben de dar en un tiempo relativamente cercano a nosotros. Al principio de ser núcleo de población, a finales del siglo XIX, no habrían establecimientos que se dedicaran a vender carne de manera regular. Si se vendía alguna sería la sobrante que tuviese alguna de las numerosas ventas que había en este siglo. Pues en estos establecimientos se matarían reses para servir carne en las comidas que daban a los viajeros y sobre todo arrieros que en ellas se hospedaban.

         En cuanto en las casas particulares, las personas que en ella moraban, hacían acopio de carne cuando llegaba la época de las matanzas y dependiendo de su poder económico se podrían abastecer con mayor o menor cantidad de ellos. La mayoría de los habitantes de nuestro pueblo, hasta época muy reciente, criaban los animales en sus casas, que luego  los sacrificaban en el rito de la matanza. Este lo hacían con la llegada del frío y antes de empezar con la recogida de la aceituna para tener la despensa llena con las reservas de carne y sus derivados: jamones, chorizos, morcillas, lomo, salchichones y tocino.

         Cuando había en la familia algún acontecimiento importante se mataba algún cordero o cabrito para ese acto. Como las familias algo más pudiente, además de los cerdos para las matanzas, también tenían alguna cabra u oveja reservando alguna cría de ellas para algún imprevisto familiar o festivo. Siempre había algún familiar o vecino cercano que fuese experto en sacrificar estos animales, como todavía siguen existiendo hoy día, aunque se den muy pocas matanzas con los sacrificios de los cerdos.

         A principios del siglo XX hay constancia que ya había carniceros en nuestro pueblo. La casa de mi abuelos se lo compraron sobre 1919 o 20 a uno de ellos y estaba preparada para ser carnicería. Sin más no recuerdo este carnicero sería Pedro Olivares que luego tendría una pensión entre otros negocios que tuvo.

         Pero la carnicería que mayormente conoce la gente del pueblo fue la de la familia Tenedor. Esta estuvo ubicada, por lo menos desde que yo lo conocí, en la calle Carretera en el mismo lugar que ocupa hoy día el edificio de la Caixa. Entonces se le conocía como la casa del tío Pío, abuelo de Carmen la de Lorenzo o de la Cirila. En ella vivía el abuelo de los Tenedores de hoy día con su hijo Antonio. La entrada de la casa era la carnicería y la puerta de la entrada estaba partida por la mitad como era costumbre en las puertas de aquella época por estas latitudes, todavía en algún cortijo se pueden ver. No vendían tanta carne como hoy día se venden en las tiendas de nuestro pueblo. La mayoría de los animales que sacrificaban eran de su propiedad que cuidaban o pastoreaban ellos mismos y así como cuando algún vecino tenía necesidad de dinero, les vendía alguna cabra u oveja vieja o algún cabritilla de más que tuviese.

La primitiva carnicería estaba en el espacio que ocupa el edificio de la Caixa.
 


         En los años sesenta se trasladó esta familia a la casa que construyeron en la calle de Pío XII. Aquí tenían su ganado y le servía también de matadero, aunque la carnicería la seguían teniendo en la calle Carretera. Después como ya he dicho anteriormente se quedaron con el supermercado de Antonio Gómez hasta bien entrado los años noventa. Hoy ya no existe nadie de esta familia dedicada a esta actividad en el pueblo.
La casa y carnicería Tenedor en la calle Pio XII


         En los años cincuenta hubo otra carnicería que estuvo ubicada en dos sitios. Primero en el solar que era la casa de Antonio Ortega, una casa pequeña que había allí. Después se trasladaron a la calle Bolea nº1 o 3 dependiendo de la casa de la esquina con la carretera tenga también la numeración en esta calle. Me acuerdo que era una mujer viuda con su hijo sin no mal recuerdo llamado Ricardo, los que regentaban esta carnicería. A los años sesenta no creo que llegara abierta.
Esta carnicería en la calle Bolea


          A mediados de los años sesenta, se abrió otra carnicería en la calle entonces llamada Valencia con el nº 2 y desde entonces calle Rocío. El carnicero era otro miembro de la familia Tenedor, Ignacio, hermano del otro carnicero que había en aquella época en el pueblo. Con el tiempo esta carnicería se convertiría en el supermercado Tandy regentado por su hija Marisol y su marido Mariano. Se trasladó a la calle Carretera al comprar el patio de la casa de los Revillas donde se ubico el supermercado y el pub de su propiedad La Cueva. Hoy día esta la tienda de Rustimante en el espacio que ocupó el supermercado.
Casa de Ignacio Tenedor donde tenía su carnicería él y después su hija Marisol y el Supermercado Tandy













         Hubo en los años 90 otra carnicería, ya comentada en apartados anteriores, en la 2ª travesía Nueva, regentada por los hermanos Rubio López.

         Hoy día no hay ningún establecimiento que sea solo carnicería. En todos los supermercados que hay hoy día en el pueblo hay una sección de carnicería llevada por carniceros del pueblo y en algún otro que le traigan la carne de algún matadero industrial.